Valerio Bonastre es una de las avenidas troncales de la zona Sur de la ciudad, une a barrios populosos del Invico y constituye la única vía de conexión hacia el centro. Pero desde el cruce con avenida Iberá (otra arteria muy transitada) hasta avenida Argentina el agua manda sobre el pavimento, es que no hay sistema de desagües pluviales y la lluvia más discreta convierte el corredor vial en una pileta de barro.
Ayer a la siesta llovió en esta capital, cayeron poco más de 2 milímetros y Bonastre se volvió a convertir en un lodazal sobre pavimento. “El anegamiento es permanente”, dicen los vecinos de la zona que ya están cansados de reclamar. Semanas atrás cuando se produjeron las lluvias torrenciales el agua entró en sus casas y tuvieron que cortar las calles para que el oleaje que produce la circulación de vehículos no agrave el problema. Los damnificados hicieron notas a las autoridades para reclamar una necesaria y pronta solución.
La protesta -con tono de piquete- surtió efecto para la coyuntura, pero las respuestas de fondo se demoran en llegar, el agua sigue gobernando el lugar y los pobladores no descartan volver a salir a la calle para que la Municipalidad (o el Gobierno) atienda sus demandas.
La avenida Bonastre y sus perpendiculares Iberá y Argentina comprenden lo que po-pularmente se conoce como barrio Iberá, pe-ro en realidad es un punto neurálgico de la ciudad donde confluyen en límite varios barrios: un vértice del Juan XXIII, Ciudad de Estepas, Colón (hacia el Centro) y 3 de Abril e Independencia (hacia el Sur). Es una zona densamente poblada y la circulación vehicular es importante.
El lugar donde los problemas son más evidentes es en el cruce de Bonastre con Argentina, en esa esquina tiene base una remisería y los trabajadores de la firma, más que choferes son navegantes. “Acá llueve un poquito y queda todo inundado”, contó a El Litoral uno de los remiseros de guardia. “Por suerte hoy no llovió tanto, solamente se formó un charco enorme, como pasa siempre”, dijo apuntando a una curva de la avenida llena de agua.
La avenida Bonastre -en realidad solamente tiene dimensiones de una calle- es la más transitada de la zona. Por allí circulan en ambos sentidos dos líneas de colectivos, la 103 A y la 104 C, y por supuesto todo el parque de vehículos particulares, también camiones con mercaderías y materiales.
“El problema es que el barrio creció mu-cho hacia el Sur, antes no había viviendas hasta dos cuadras después de los remises, ahora las casas llegan casi hasta el río”, comentó un vecino del Independencia. El crecimiento demográfico no tuvo su correlato en infraestructura, hay sólo dos calles para ingresar directo a la zona y una asfaltada. Desagües inexistentes o anulados por la suciedad.
Los aguaceros en el último bimestre agravaron considerablemente el cuadro de situación y los vecinos decidieron levantar la voz. “Hace unas semanas cortamos la calle y quemamos unas gomas, no se podía seguir viviendo así”, explicó una habitante todavía indignada. “Nos prometieron realizar obras para que la calle no se llene de agua, pero nunca apareció ningún funcionario”.
Los olores nauseabundos forman parte de las quejas de los vecinos. “Hay días que no se puede estar del olor a cloaca que hay impregna en la zona”, se expresó una joven que vive en el asentamiento denominado “La Chola”. “Después de esta lluvia va a salir el sol y será imposible respirar”, refunfuñó la mujer.
En la barriada el clima social es cada vez más espeso y no son pocos los que piensan que tal vez el único camino que les queda es volver a instalar el piquete en Bonastre, por ahora están dispuestos a esperar un poco más. Mientras tanto la zona muestra su imagen de siempre: agua barrosa. Es que las calles adyacentes, por donde también transitan muchos vehículos, son de tierra y terminan agregándole condimento al caldo que se mezcla sobre el pavimento.
“Desgraciadamente nunca vienen a limpiar, así que para que quede todo limpio hay que esperar varios días sin lluvia y mucho viento”, dijo una señora parada en la vereda de su casa y con la mirada puesta en el enorme charco por donde pasan colectivos y camiones.
“Si se hiciera un sistema de desagües bueno, esto no pasaría”, dijo una mujer que vio al cronista y fotógrafo y se sumó a la charla sin vacilar. “No hay nada hecho, no hay desagües, ni boca de tormenta ni lugar en el que se desagote el agua acumulada, para colmo Bonastre está en un declive y allí en la curva se forma la pileta, ideal para combatir el dengue”, protestó, con sorna, la mujer.
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