Inusualmente, el tramo asfaltado de la calle Da Vinci se encuentra a alrededor de un metro sobre el nivel de las veredas, lo que genera un caos en la zona cuando llueve. “Las zanjas no están ni demarcadas ni canalizadas”, contó Graciela, una de las afectadas, desde el móvil de la emisión radial de NCO, “Desde la Redacción”.
De acuerdo a lo que comentaron los vecinos, además de las inundaciones, deben lidiar con la basura que se arroja en el lugar y con el potente barrial que, cuando las condiciones climáticas resultan adversas, los deja prácticamente varados.
Sumado a esto, en el lugar funciona la escuela primera Nº 163, mientras que a la vuelta se ubica un establecimiento educativo de formación secundaria. Por todas estas complicaciones, los reclamos se han repetido al tiempo que aguardan que pase el recolector de basura.
“Nosotros venimos presentando notas desde hace un tiempo, pero no hemos obtenido una solución, así que seguiremos luchando”, aseveró Graciela, una vecina del lugar.
Al ser encuestada sobre por qué se dan dichas inundaciones, explicó que “la tierra se va juntando, además de que se trata de una calle con mejorado y de la basura que más de una vez tiran los vecinos. Por eso yo creo, que también el tema es un poco cultural”.
Gestiones municipales
Entre otras cosas, la mujer afirmó que el delegado municipal se retiró en los momentos en los que se estaba evaluando la situación, porque se enfadaba y “decía que en esta calle (Da Vinci, casi Sarata, a 10 cuadras del terraplén que contiene el Río Matanza) no podía hacerse nada”.
“Nos ha atendido en dos oportunidades, en las reuniones que hemos tenido conjuntamente con el foro de seguridad. Hemos tratado estos temas pero el señor Rojas se enojaba, se levantaba y se iba”, reveló.
En este sentido, Graciela admitió que cuanto más se quiso hablar y encontrar una solución definitiva a la problemática, a menos respuesta se llegó. “Aquí, lo que se necesitan son resoluciones urgentes e inmediatas”, reconoció.
“Siempre se enojaba porque no entraban razón y decía que en esta calle no se podía. De hecho, yo mostré las fotos que tomé, que son, particularmente, de la esquina y de la escuela en cuestión”, contó.
Por eso, remarcó que si bien por el momento el tema no es tan grave porque las clases se encuentran en receso, la situación se complicará apenas los chicos tengan que regresar a las aulas.
“El tema es que ahora estamos en vacaciones, pero cuando empiecen las clases y vengan los días de lluvia y de mucho frío, se va a complicar”, advirtió.
De este modo, añadió que la mayoría de los alumnos no poseen muchos pares de zapatillas y “los que la escuela les otorga, son finos como cascara de cebolla”.
Por este motivo, cuando los chicos llegan a la escuela, lo hacen con los pies mojados y luego se enferman.
“Aquí no tenemos médicos y el hospital materno infantil está sin atención. Entre otras cosas no tiene extensión”, enfatizó.
“Yo creo que nuestra situación es mala, pero se agrava porque somos gente pobre, de trabajo, que no tenemos dinero para pedir un médico particular o abonar a una prepaga”, admitió.
Por otra parte, comentó que una de sus vecinas, que reside sobre la calle Sarata, antes de llegar a Colegiales, tuvo que padecer que el agua caída durante la última tormenta, ingresara a su vivienda, mientras que otra de las habitantes perdiera varios muebles por el mismo caso.
“En la última lluvia fuerte, entró agua a su casa, porque la zanja no está demarcada ni canalizada. Y si bien antes teníamos calle de tierra, sí lo estaba. Ahora tenemos todo hecho un desastre y, a otra señora que vive por aquí, se le arruinó el placard y algunos muebles porque se le mojaron y nadie se los paga, nadie se hace cargo de las pérdidas”, sentenció.
Por otra parte, mencionó que a unas cinco cuadras de su domicilio, hace un tiempo había una laguna. Sin embargo, hoy por hoy, esa franja se encuentra poblada, de modo que cuando llueve, esas personas también sufren de inundaciones.
Asimismo y con respecto a la seguridad, afirmó: “Las calles son intransitables, los patrulleros tienen los bujes rotos y el tren delantero ya no sirve. Son vehículos que no pueden circular porque en ellos se pone en riesgo a cualquier persona”.
Otro testimonio
Flavia tiene 20 años y estudia inglés hace un tiempo en la Universidad Nacional de La Matanza. Sin embargo, los problemas que sufre a la hora de trasladarse desde su vivienda hasta la casa de Altos Estudios, resulta importante.
“Yo voy a San Justo seguido y ahora empiezo las clases. El tema de pasar por estas calles es un desastre. En mi caso tengo que ir hasta la esquina de mi casa y tomarme un remis. Esto además te genera vergüenza porque te ensuciás y los pies se te mojan”, comentó la joven.
En este sentido, admitió que el problema se repite desde hace años. “Recuerdo que una vez llovió y se inundaron los arroyos. Ese día tuve que esperar que el agua bajara, en la estación de Laferrere, porque ni siquiera los remises entraban al lugar. Por eso, directamente cuando llueve no salgo”. |
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