El gobierno brasileño defendió ayer su decisión de construir la que será la tercera mayor hidroeléctrica del mundo, garantizó su pleno respeto por el medio ambiente y, ante los críticas de ecologistas, reafirmó que “no hay marcha atrás”.
La construcción de la represa hidroeléctrica de Belo Monte, que será erguida en el río Xingú, una de las principales vías fluviales del estado amazónico de Pará, fue autorizada el pasado lunes por el Ministerio del Medio Ambiente con algunos condicionantes, como una inversión de u$s 800 millones en contrapartidas ambientales. Pese a eso, los movimientos ecologistas y los indígenas que habitan en la región han denunciado que el proyecto “destruirá la zona” y el “ecosistema”, pues para su desarrollo será inundada un área de 506 kilómetros cuadrados.
La represa, que se espera concluir para 2014, costará u$s 20.000 millones y su capacidad de generación será de 11.233 megavatios, lo que la convertirá en la tercera en tamaño del mundo, por detrás de Itaipú y Tres Gargantas (China).
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