Mañana, a las 9.15, pobladores de la ciudad norteña se reunirán en lo que fue una antigua vivienda de madera, ubicada en la margen sur del río Tartagal, donde vivían Rosa y Modesta Rivero, las dos infortunadas víctimas fatales que dejó el alud del 9 de febrero de 2009.
Hace un año, a esa hora se abatía sobre la ciudad un impresionante aluvión proveniente de la alta cuenca del río Tartagal, que en un lapso de 20 minutos arrastró varias toneladas de lodo, sedimentos y árboles arrancados de raíz de los cerros del oeste.
Los vecinos participarán de una misa y en el mismo lugar donde hoy hay un terreno baldío, porque el alud arrancó de cuajo toda la vivienda, se inaugurará la Plazoleta Alfaro como una forma de perpetuar la memoria de Rosa y Modesta, madre e hija, cuyas vidas se perdieron en medio de esa correntada de terror.
El peor recuerdo
El panorama que Tartagal presentaba era dantesco y a los aterrados vecinos les quedaba una sola cosa por salvar: sus vidas, lo demás se lo había llevado el sorpresivo fenómeno natural.
Mientras, el histórico puente ferroviario de 50 toneladas de peso, colocado hacía más de ocho décadas, era arrancado por la correntada y arrojado como una montaña de hierros retorcidos sobre el otro puente carretero de la avenida Packham.
Ely Ibáñez, una docente que esa mañana había llegado de viaje con su esposo y sus dos hijos adolescentes, recuerda que "la gente gritaba y tratábamos de huir; nunca voy a borrar esas imágenes de mi mente".
Otros vecinos de la primera cuadra de la calle Rivadavia, a quienes el alud los sorprendió desde la parte posterior de sus viviendas y les destruyó todas las medianeras pero que también ingresó a sus casas por la vereda, alcanzaron a sacar primero a los niños y después a salir ellos mismos cuando el agua y el barro -en menos de 20 minutos de comenzado el desastre ambiental- alcanzaban casi los dos metros de altura.
Pasado un año, las marcas en las paredes son testigos silenciosos de esos momentos de pánico, en los que decenas de tartagalenses salvaron sus vidas de milagro.
Calamidad
Pasadas las primeras horas, la ayuda comenzó a llegar a Tartagal en medio de una total anarquía y desorganización. Y con la confusión sobrevino la avaricia, la ambición desmedida.
"Con el alud salieron a la luz la solidaridad más espontánea pero también la miseria humana, que la estamos viendo hasta hoy", manifestó Ely con indisimulada indignación.
"El primer día no podíamos movernos de nuestras casas ni para ir a comer a lo de un familiar, porque venía gente de otros barrios y nos robaba lo poco que nos quedaba en pie; hubo mucha gente que estaba lejos de la zona roja del alud y se anotó como damnificada. Hace unos días vino a verme una abuelita que no tiene dónde vivir porque su vecina puso en el censo (que hicieron organismos nacionales y provinciales) que se hacía cargo de esta pobre anciana y con ese ardid se hizo adjudicar una casa. Muchos se hicieron dar dinero en efectivo, kits de muebles, un desastre", ejemplificó.
Ely hace algunos meses fue elegida presidenta de una entidad que entre todos los damnificados crearon para organizar los pedidos ante los organismos nacionales y provinciales.
Hubo una inversión superior a los 63 millones de pesos
En el primer aniversario del trágico alud en Tartagal, el Gobierno salteño informó oficialmente que junto con la Nación concretaron una inversión histórica en obras de $63.542.192,67 en esa ciudad". Y, entre otras realizaciones, se enumeran:
- Una parte importante de la inversión fue en obras de ejecución de redes de agua potable, redes cloacales, colectoras máximas cloacales, plantas potabilizadoras, etc., en barrios y villas donde estos servicios esenciales eran deficientes o directamente no los tenían.
- Tareas de rescate, contención, ayuda humanitaria y restitución de las familias a su vida cotidiana.
- Asistencia a 933 familias, de las cuales 526 habitaban las zonas más críticas.
- Entrega de 21.000 módulos alimentarios, 30.000 packs de agua mineral, 933 kits de limpieza, camas, 1.236 colchones, 1.236 frazadas, 2.300 pares de zapatillas, 781 conjuntos de ropa deportiva, chapas, repelentes e insecticidas.
- Ayuda económica extraordinaria a 798 de las 933 familias, que osciló entre los $1.000 y $10.000, según el daño y la cantidad de integrantes del grupo familiar.
- Se invirtieron $2 millones en tareas de remoción y retiro de más de 158.000 m3 de lodo. Se limpiaron calles, viviendas, plazas, parques, canales y se reencauzó el río Tartagal.
Viviendas
- Se entregaron 130 viviendas nuevas a igual número de familias damnificadas que habían sufrido la destrucción total de sus casas.
- Provincia y Nación dispusieron poner en marcha un plan habitacional en Tartagal: en el barrio Santa María se ejecutan 206 viviendas, de las cuales ya se terminaron y entregaron 49, y se construyen 411 en el paraje Cuña Muerta.
En total, los beneficiarios de viviendas propias suman 747 familias, es decir 3.735 personas con techo propio.
Se concluyeron 420 obras de mejoramientos de viviendas, otras 50 obras están en ejecución, y 350 están próximas a iniciarse. Estas obras beneficiarán en total a 4.100 personas.
- Se estima que, entre viviendas ejecutadas y entregadas, las que están en ejecución, las proyectadas y el plan de mejoramiento, Provincia y Nación invirtieron más de 85 millones de pesos.
*Un relevamiento realizado al 30 de octubre por el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia da cuenta de que en Tartagal, de los 187 millones prometidos por la presidenta Cristina Fernández y anunciados por el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, dos días después del alud, sólo se invirtieron $37.579.225.
* Los relevamientos realizados por organismos de desarrollo social, tanto nacionales como provinciales, "fueron tan arbitrarios" que muchas familias damnificadas aseguran no haber recibido viviendas. En cambio, muchos residentes de barrios alejados de la zona del alud se quedaron con casas que entregó el IPV, manifiestan los damnificados por la incontrolable correntada.
* Ninguno de los ministerios de Desarrollo Social nacional o provincial envió a profesionales para asistir psicológicamente a las personas más afectadas, a pesar de la promesa que en ese sentido hicieran las autoridades, apenas ocurrido el fenómeno. Las víctimas fatales fueron dos, pero los damnificados aseguran que al menos 15 personas murieron en forma posterior ,afectados por cuadros depresivos severos.
*Más de 100 camiones llegaron a Tartagal provenientes de distintas provincias con ayuda social que se acopió en el Regimiento 28 de Infantería Juana Azurduy. Un 30 por ciento debió descartarse por tratarse de calzados, prendas de vestir o ropa de cama sucia o en pésimo estado, de acuerdo con dichos de quienes participaron en la recepción de los envíos.
Falta de asistencia
Pasado un año, el mayor reclamo de los damnificados es la falta de asistencia, a pesar de los recursos económicos y materiales que durante meses llegaron a la ciudad.
Ely, como presidenta de la asociación de damnificados, cree tener un poco más claro qué es lo que realmente sucedió. "Se formaron cooperativas, la mayoría de ellas con gente desocupada que no tenía ni idea del trabajo que tenían que hacer. Les dieron la plata y, como en mi casa, no hicieron ni la mitad de la obra. Un día vino el encargado de la cooperativa que tenía que reparar mi vivienda y le pidió a mi esposo que le firmara una certificación porque con eso le iban a mandar más dinero para concluir la reparación. No apareció más. Lo mismo le pasó a la mayoría de los damnificados", remarcó.
Paula Mendoza, madre de cuatro niños, recuerda que "pasada una semana del alud, en la puerta de mi casa dejaron 500 ladrillones, cinco bolsas de cal y cinco de cemento que había traído el IPV.
Me dijeron que repararían mi casa, que había quedado tapada de lodo, y que en la obra invertirían $30.000. Apareció una cooperativa, pero el trabajo que hicieron no llega ni a los $8.000. Cuando fui a preguntar por qué había gente que recibía casa y mi familia no podía anotarse porque el sistema nos rechazaba, argumentaron que yo había optado por la reparación, algo que a mí nunca me consultaron y, que en mi opinión, fue una maniobra", relató. Agregó que "con mi esposo preferimos callarnos, endeudarnos y poner el dinero que podemos para mejorar lo que quedó de nuestra vivienda".
Alicia Azurmendi, jubilada y que hace 35 años vive en la calle Islas Malvinas al 100, cuenta que vive "en la única casa con lomos de burro. Hicieron en el piso un trabajo desastroso, y los de una cooperativa me hicieron firmar un papel, supuestamente para poder seguir trabajando, pero no vinieron más", recordó, mientras señalaba el piso de cemento con pintura roja que fue presupuestado como cerámica de primera calidad. Casos como éstos se repiten en cada cuadra de las más de 500 viviendas afectadas por el alud.
"Un acto despolitizado"
El intendente de Tartagal, Sergio Leavy, quien permanece internado en un sanatorio de la capital provincial por una severa afección pulmonar, explicó que, si bien el municipio participará (mañana) de los actos organizados por los damnificados, "queremos que sea una jornada de reflexión totalmente despolitizada, porque esto ha sido una tragedia en la que se perdieron vidas humanas y en la que muchos vecinos de Tartagal sufrieron consecuencias que aún les cuesta superar".
Participará toda la comunidad, instituciones como el Regimiento 28 de Infantería Juana Azurduy, la Gendarmería y la Policía y también las empresas privadas que trabajaron a la par de la Municipalidad para hacer frente a esta catástrofe ambiental, según informó el jefe comunal norteño.
Cáritas
La asociación Cáritas, que con sus voluntarios locales trabajó en Tartagal desde las primeras horas de producido el alud, destinó en concepto de agua, alimento, ropa, herramientas y algunas mejoras edilicias alrededor de 3 millones de pesos. Graciela Ahumada, miembro de la entidad local, explicó que se dispusieron varios galpones donde se acopió la ayuda que fue distribuida en centros de evacuados y viviendas. |
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