El presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, anunció ayer el gabinete de su próximo gobierno, para el cual eligió a una mayoría de independientes y de profesionales, alejados de la política tradicional, con el propósito de dar un perfil "integrador" a su gestión.
Luego de comunicar su decisión a los partidos que lo llevaron a la presidencia, Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI), Piñera dio a conocer los nombres en una emotiva ceremonia realizada en el Museo Histórico de Santiago, uno de los puntos con mayor carga histórica de la capital chilena, en plena Plaza de Armas.
Allí, el empresario leyó uno por uno los 22 nombres de los ministros y ministras que lo acompañarán en el su administración de centroderecha, que pondrá fin a 20 años de exitosos gobiernos de la Concertación.
Desde el próximo 11 de marzo, el gobierno de Piñera constará de un inédito gabinete integrado por 12 independientes, cuatro miembros de RN, cinco de la UDI y un democristiano. Serán 16 hombres y seis mujeres.
Durante el acto, Piñera hizo diversos gestos a la Concertación, empezando por sus agradecimientos a los ex presidentes, Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.
"No he dudado ni dudaré jamás en consultarlos cada vez que las decisiones de Estado que debamos adoptar así lo requieran", dijo Piñera.
El mandatario electo nombró ministro de Defensa a Jaime Ravinet, uno de los más destacados políticos democristianos de los últimos años. El virtual ministro de Piñera había cumplido la misma función durante el gobierno de Ricardo Lagos, además de tener una experiencia de 10 años como alcalde de esta ciudad.
La Democracia Cristiana (DC) ya había anunciado en las horas previas que, de concretarse el nombramiento, procedería a expulsar a Ravinet de sus filas. Ayer, luego de su nominación, las críticas no cejaron.
"Es la oveja negra. Es penoso y vergonzoso verlo jurando en este gabinete", aseveró el presidente de la DC, Juan Carlos Latorre.
En rigor, Ravinet, que votó por Eduardo Frei en las elecciones, había renunciado a la DC ayer por la tarde, pocos minutos antes de su nombramiento. "Lo hice con pena y dolor", reconoció.
La mano derecha de Piñera en la campaña, el abogado Rodrigo Hinzpeter, fue nombrado ministro del Interior, mientras que en Hacienda asumirá el economista Felipe Larraín.
Las grandes sorpresas fueron el nombramiento del empresario Alfredo Moreno, en Relaciones Exteriores, y el del ex candidato presidencial Joaquín Lavín, en Educación, una de las carteras más conflictivas de los últimos años.
En tanto, Juan Andrés Fontaine, de la UDI, irá a Economía, mientras que la Secretaría General de Gobierno será comandada por el director del Instituto Libertad y Desarrollo, Cristián Larroulet. La vocería de gobierno quedó en manos de la joven ex candidata a senadora Ena von Baer.
Una nueva forma
"Este equipo encarnará la nueva forma de gobernar: un gobierno que restablezca la cultura de hacer las cosas bien, la cultura de hacer las cosas en forma honesta y la cultura de hacer las cosas con un sentido de urgencia", dijo el presidente electo, quien entregó a los nuevos ministros un pendrive con las tareas por realizar en su cartera.
El Ministerio de Planificación será dirigido por el miembro de la UDI Felipe Kast, mientras que el abogado de RN, Felipe Bulnes, actuará como ministro de Justicia.
La cartera de Salud, en tanto, quedará bajo la tutela de Jaime Mañalich, actual director médico de la Clínica Las Condes, propiedad de Piñera. El conocido actor Luciano Cruz-Coke asumirá en Cultura.
"Los desafíos que tenemos por delante son demasiado grandes para permitirnos siquiera perder un minuto. Grábenselo con sangre: «Esta tarea no es fácil»", dijo Piñera a sus ministros.
Tal como lo prometió, el presidente electo dejó fuera de su gabinete a los parlamentarios, incluso a algunos que sonaban insistentemente en su gobierno: los senadores Andrés Allamand, Pablo Longueira y Alberto Espina. También hizo lo propio con ex ministros de la dictadura militar.
El escenario
El gobierno de los técnicos
Carlos Vergara
Una de las principales virtudes de Sebastián Piñera como candidato fue exhibir una marcada independencia de los partidos, lo que a simple vista ya era una ventaja clara respecto del eterno handicap de los candidatos de la Concertación, últimamente más pendientes de contentar a sus agrupaciones que de procesar las demandas de la población.
En ese escenario, Piñera conformó su gabinete en el que dispuso fielmente cada una de las piezas de ajedrez en el lugar del tablero correspondiente, sin desviarse un solo milímetro de las condiciones establecidas.
De tal forma equilibró las posiciones entre los partidos que le dieron sustento, sobre todo en las carteras más políticas -la llamada "cocina" del Palacio de La Moneda-, y se dio el gusto de "incluir" a la Concertación, conquistando al democristiano Jaime Ravinet, acaso uno de los políticos más visibles de la historia del conglomerado oficialista.
Pero en lo más íntimo, Piñera tenía muy claro que la empresa antecede a la política. Quizá por eso, y tal como conformó el piso de los negocios que lo convirtieron en millonario en los 80 y 90, consignó entre su staff a reconocidos gerentes y gestores, como al flamante canciller, Alfredo Moreno, ex director de Penta y Falabella. También caben en ese registro el nuevo ministro de Minería, Laurence Golborne, ex gerente general de Cencosud, y la recién nombrada ministra del Trabajo, Camila Merino, con un destacado paso por Soquimich y Metro SA.
Dos decanos universitarios en Obras Públicas y Transportes, Hernán de Soliminhac y Felipe Morandé, respectivamente, son otro guiño a la excelencia, esta vez académica, algo que Piñera siempre ha pregonado. Felipe Larraín y Juan Andrés Fontaine, responsables de Hacienda y Economía, también gozan de respeto académico y profesional y son quizá nombramientos incuestionables.
En resumidas cuentas, Piñera es un "hacedor" de cosas y entendió que las carteras clave para alcanzar el millón de empleos prometido no estarán en La Moneda sino en las que tienen que ver con la mano de obra y la promoción de las mismas. No en vano su gabinete contará con ocho economistas y seis ingenieros, lo que da cuenta de su visión tecnócrata.
Tal como lo hiciera con LAN, el presidente electo ve a Chile como una nueva empresa, lo que no es un demérito ni tampoco algo censurable. Sobre todo si está decidido a jugarse con los mejores hombres del mercado. Para esta compañía, sin embargo, no necesitará de fideicomisos ni enajenaciones, sino de un socio capital: la Concertación. Es a esta nueva oposición a la cual Piñera deberá convencer de que la inclusión de uno de los suyos, más que "una tocada de oreja", es una señal de buenas intenciones.
El ajedrez está dispuesto y será el gobierno de los gerentes. Qué duda cabe. Es de esperar que esta partida, atípica y arriesgada, sea una señal de que el riesgo muchas veces renta más que el conservadurismo a ultranza. De eso bien puede dar cuenta el técnico argentino, Marcelo Bielsa, otro que sabe echar a andar empresas en medio del desierto.
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