¿Cuál es el impacto de los canales prediales sobre las recientes inundaciones? Su trascendencia pública crece cuando afectan vidas humanas y poblados, como en Tartagal, Azul, Pergamino, Ibarlucea y San Antonio de Areco, donde el río Areco es de cuenca larga y angosta.
Cuando afecta suelos agrícolas con alto grado de degradación física, producto del uso intensivo y ausencia de rotaciones con cultivos que aporten mayor volumen de rastrojos, se reduce la infiltración de agua y aumenta el agua que escurre superficialmente, con mayor riesgo de inundación. No debe descartarse esta causal en las recientes inundaciones del norte de la Región Pampeana.
Otro factor concurrente fue la sequía de la campaña 2008/09, la cual provocó una merma en los residuos de los cultivos, que actúan como cobertura en los suelos manejados con siembra directa (la mayoría en la región). En ganadería mantenida con residuos agrícolas, existió escaso forraje, hubo pastoreo en los pobres rastrojos remanentes. Entonces, la cobertura del suelo fue escasa en muchos lotes y se redujo la tasa de infiltración de agua in situ.
No existe evidencia de que las obras hidráulicas de ingeniería rural -sistematización agrohidrológica- privadas hayan tenido una importancia preponderante en los eventos de inundación recientes. Por el contrario, obras de terraceado, badenes derivadores y represas de amortiguación de caudales pico construidas según las normas conservacionistas hubieran contribuido a mitigar un evento extraordinario como el ocurrido en San Antonio de Areco.
La cuenca del arroyo Pergamino, lindante con la del río Areco, padeció el mismo fenómeno meteorológico pero sin consecuencias sobre la ciudad. Este hecho se relacionó directamente con los terraplenes levantados luego de la gran inundación de 1995.
Existen medidas que minimizarían consecuencias abundantes lluvia. Por ejemplo, obras públicas como el mencionado terraplenado de los cauces de agua principales y sistemas operativos de alerta hídrica serían herramientas básicas para proteger a la población y a las construcciones urbanas y rurales. También es menester la regulación efectiva del manejo del agua, en establecimientos privados y microcuencas. Estas últimas debieran ser reconocidas "socialmente" y validadas como unidades operativas de trabajo. En casos similares, las inundaciones fueron agravadas por una mala infraestructura pública, como rutas y autopistas con terraplenes que obstruyen el escurrimiento, puentes y alcantarillas ocluidas.
Urge una Ley de Conservación de Suelos (como la 22.428 de Conservación y Recuperación de la Capacidad Productiva de los Suelos) que contemple la protección de los recursos suelo y agua. La premisa es el mantenimiento de la cobertura del suelo para una mayor infiltración de agua, evitando así la erosión, junto a la reposición de los nutrientes extraídos por las cosechas, pues de ello depende que los suelos queden con adecuada cantidad de residuos protegiéndolos. Sólo una ley de Suelos que implante a nivel nacional "Presupuestos Mínimos de Suelos" con el enfoque de cuenca hídrica como unidad operativa, mantendrá la capacidad productiva del suelo. Como la ley de Entre Ríos N° 8318 donde cada peso desgravado se multiplicó por 50 gracias a obras conservacionistas agrohidrológicas.
Nota de la Redacción: el autor es vicepresidente de la Asociación Argentina de Ciencia del Suelo.
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