Exceso y defecto: 1,02 y 5,44 metros. Casi como dos pecados capitales, el Paraná abrevia o derrama su cauce y la ciudad tiene que aprender a leer bajo el agua los vaivenes de un río complejo, atado a una cuenca tan extensa como impredecible. Un año atrás, lo que sobraba era playa, una bajante redujo a la mitad los históricos tres metros frente a las costas rosarinas. Ayer, la crecida sumó dos puntos a los 5,42 del viernes, a 20 centímetros de la luz roja de evacuación.
En enero de 2009 el espejo de agua de La Florida se redujo 20 metros, a sólo uno del canal de navegación y se advirtió a los bañistas que pasar por encima de las boyas podría desembocar en una tragedia. Había que ir muy atrás en el tiempo para recordar una seca de tal magnitud y hasta la Caravana de los Deseos debió esperar una mejor ocasión para darle la bienvenida al año.
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