Cada vez que se mencionan los requerimientos postergados que se vinculan con la infraestructura de Tucumán y de la región, resulta de cita obligada el proyecto del dique de Potrero del Clavillo. En 1974, es decir hace ya 36 años, se colocó la piedra basal de esta presa, en una ceremonia a la que asistieron los gobernadores de Tucumán y de Catamarca.
Como se sabe, en aquel momento se exaltaba tal iniciativa como la promesa más importante para el incremento de los caudales energéticos y de regadío del noroeste argentino. Se planeaba ubicar el embalse en las faldas orientales del Aconquija, en el límite entre ambas provincias. El propósito era que aportase una potencia de 339.000 kw, con una generación aproximada de 445 millones de kw anuales. Una presa de hormigón macizo, con una altura de 122 metros desde la fundación y un espejo de agua extendido a lo largo de 370 hectáreas. Se estimaba que el agua embalsada llegaría a unos 139 o 140 hectómetros. El plan incluía el aprovechamiento de numerosos ríos menores que bajan por el Aconquija. Una vez terminadas las tareas, quedarían aseguradas enormes ventajas para la región. El dique sería una formidable fuente proveedora de energía y, al mismo tiempo, una bienvenida fuente de riego para varios miles de hectáreas en los departamentos del sur de Tucumán, de Catamarca y de Santiago del Estero.
El proyecto se paralizó por primera vez en los años 70, porque se consideró prioritaria la construcción de Yacyretá, entendiéndose que el NOA constituía solamente un modesto consumidor. En 1986 la idea pareció reflotarse, ya que una posible financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) permitiría darle inicio. Siete años más tarde, el Gobierno de Catamarca anunció que había empezado trámites para conceder la construcción a inversores argentinos y chilenos.
Todo quedó en anuncio. Varios años más tarde, en 1996, se intentó retomar las gestiones, por parte de legisladores de ambas provincias, buscando que el Estado Nacional fijara las bases de una licitación. A fines de ese año, se dijo que la construcción del dique se contemplaba en la última acta de reuniones del Canal Federal, y que se ejecutaría en seis años. En 2004 y 2005, se formalizaron pedidos, por parte de legisladores tucumanos, para que la obra se declarase de interés nacional, se financiara por el BID y fuese declarada prioritaria para la región. Nada de esto cristalizó.
Hace casi dos años, el profesor Antonio Roldán, de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNT, trabajó en la reformulación del proyecto del dique de Potrero del Clavillo. Apuntó que la Secretaría de Energía de la Nación no lo había incluido entre sus prioridades, porque consideraba que no existía relación entre el costo y el beneficio. El trabajo respectivo fue entregado al Poder Ejecutivo tucumano, que prometió realizar gestiones en Buenos Aires para analizar su viabilidad. Tal es el último estado de cosas, según nuestras noticias.
Nadie puede discutir que una obra como el embalse de referencia, por su magnitud y el consecuente costo, no es algo que puede resolverse en un momento. Pero vale la pena recordar que la espera se va acercando ya a las cuatro décadas, sin que se produzca ninguna novedad de importancia. Es indiscutible que la Nación debe tomar decisiones concretas en materias como esta, para impulsar sustancialmente el desarrollo y la fisonomía productiva de las provincias interiores. Constituye sin duda un gran esfuerzo, pero alguna vez debe ser seriamente intentado. Lo real es que, hasta la fecha, no se percibe una acción permanente, firme y sostenida, tanto de los gobiernos como de las representaciones provinciales en el Congreso de la Nación, para que Potrero del Clavillo trascienda su categoría de sueño para esta parte del país. |
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