El domingo 7 de este mes, "Río Negro" dio cuenta de un debate planteado en la zona Este de Río Negro y sur bonaerense entre productores ganaderos y frutícolas, por el posible impacto de la utilización de cañones antigranizo en la generación de la sequía que se desarrolla en toda esa zona. Se indicaba que un grupo de ganaderos del sudoeste bonaerense y el sudeste pampeano decidieron presentar un recurso de amparo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El temor es que la utilización de cañones antigranizo puede impactar sobre el régimen de lluvias en la zona, en medio de una profunda sequía.
Tratándose de una problemática tan sensible, cualquier detalle que se brinde desde la meteorología no convence a las partes y genera una polémica natural.
Desde el estricto punto de vista meteorológico, no existen estudios científicos contundentes respecto de la efectividad de los cañones antigranizo en el logro real de mitigación de tal fenómeno. Se trata de una creencia instalada que los cañones desvían las mangas de tormenta. No hay trabajos contrastables que demuestren ese efecto. Las fuerzas naturales en juego en el desarrollo de una tormenta, que da lugar a la caída de granizo, son tan enormes que las grandes tormentas terminan generando granizadas importantes con daños elevados aun en campos donde se encuentran instalados los cañones antigranizo.
En mis casi 20 años de trabajo como pronosticador meteorológico nunca pude observar que una imagen satelital demuestre que un núcleo intenso cambie de forma o su efecto en zonas con cañones antigranizo. Para tener idea de la magnitud del fenómeno, un solo rayo aporta tanta energía como la necesaria para una ciudad grande en casi un año. Las experiencias de generación de lluvia con métodos artificiales se han logrado sobre nubes estratificadas en pequeñas escalas, no con nubes de desarrollo vertical y en forma muy limitada.
Por otro lado, desde la perspectiva meteorológica, tampoco hay elementos para relacionar los cañones antigranizo con modificaciones climáticas a gran escala. Hay que tener en cuenta que el sudeste de La Pampa y el extremo sur bonaerense es una zona de transición climática entre el correspondiente a la pampa húmeda y a la meseta patagónica. El primero es dominado por la circulación del océano Atlántico, y el segundo por la del Pacífico. Por algunas décadas predomina la circulación del noreste con su aporte normal de humedad, y un régimen de lluvias de más cantidad de milímetros anuales. Como contraparte, cuando el límite del clima patagónico se mueve al noreste, domina la circulación del oeste, con mayor sequedad ambiental, y una notoria disminución en la cantidad de lluvias anuales. Estos períodos pueden ser mucho mayores a la cantidad de años de datos disponibles, por lo que hablamos de fenómenos de gran escala temporal. ¿Por qué el norte de Buenos Aires está teniendo lluvias periódicas y el sur de la provincia está atravesando una feroz sequía? Ello ocurre porque son dos zonas climáticas totalmente diferentes. Durante estos últimos meses el efecto de El Niño se ha hecho muy evidente en el norte de Buenos Aires, centro y noreste de Argentina. Por su parte, el norte patagónico y el extremo sur de Buenos Aires han estado con sequía debido a que la circulación del oeste ha impedido una frecuencia de lluvias que rompa con la sequía. Esto último está relacionado con las temperaturas superficiales por debajo de los promedios en el océano Pacífico sur y Atlántico sur. Si bien recién en marzo se podría confirmar, no se descarta que esta zona pueda tener algo más de lluvias en la segunda parte del otoño próximo.
(*) Pronosticador de "Río Negro"
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