La Argentina cuenta con abundantes reservorios de aguas subterráneas que demandan imperiosamente de una exploración rigurosa que precise sus límites, capacidad de entrega y de carga, que ayuden a mitigar las frecuentes sequías derivadas de las alteraciones climáticas de los últimos años, que causan pérdidas cuantiosas y procesos migratorios por agotamiento de los sistemas productivos. Además, su comercialización puede ser también una extraordinaria fuente de divisas para el país: una botella de medio litro de agua obtenida del acuífero Guaraní y exportada por Brasil a Irán se paga 6 dólares.
Aunque está siempre presente el caso del Acuífero Gigante del Mercosur, no serían diferentes las conclusiones al analizar el desaprovechamiento del Acuífero Yrendá-Toba-Tarijeño o el Cóndor, el sistema Litoral Cretácico, el Patagoniano, los Puneños, Salto-Salto Chico o el Sistema Pampeano-Puelche. Las valiosas aguas confinadas integran el ciclo hidrológico, porque una parte de las infiltraciones superficiales que se acumulan en estas formaciones son geológicas milenarias.
El 70% del planeta y del hombre son de agua, es decir que sin ella la vida y los ecosistemas se desmoronan. De cada 1.000 gotas 975 son saladas, situadas en mares y océanos. Sólo 25 son dulces dispuestas en lagos, glaciares y formaciones. A causa de que los ríos se han manejado como sumideros de efluentes cloacales, residuos sólidos y desechos industriales, se han degenerado en graves procesos de contaminación que los han inutilizado tanto para usos recreativos como para consumo.
En la Argentina pueden citarse -entre muchos otros casos- la Cuenca Matanza-Riachuelo, el Reconquista o el Río de la Plata, que sigue siendo la principal fuente proveedora para el Área Metropolitana, a pesar de su falta de saneamiento que redunda en costos de potabilización cada día más elevados.
Si bien el acceso al agua segura es un derecho básico esencial, porque se trata de un recurso insustituible que, a diferencia del petróleo, no cuenta con sustitutos, 2.600 millones de personas de los países pobres, no poseen de instalaciones de agua y tratamiento de excretas. Si éstas fueran las apropiadas salvarían la vida de 1,6 millones de personas y de 1,8 millones de menores de 5 años víctimas de patologías de origen hídrico.
El anuncio del Crédit Lyonnais es lapidario: en 2025 la demanda superará a la oferta en 56%, a resultado de la crecida de la población y su concentración en ciudades, el agotamiento de fuentes por sobrexplotación o la toma de decisiones erróneas en materia de gestión de recursos hídricos. El consumo se triplicó y se acentuaron las inequidades en su distribución, tal como ocurre con el ingreso mundial: al 85% lo concentra 12% de la población.
Según la Unesco, el mundo dispone de 273 acuíferos: hay 90 en Europa occidental y 68 en América, 35 de ellos en Sudamérica, 14 en América del Norte, 13 en América Central y 3 en el Caribe. El acuífero guaraní posee una superficie de 1.200.000 kilómetros cuadrados enclavado en las cuencas del Paraná, Paraguay y Uruguay. Es un recurso transfronterizo que compartimos Brasil (839.000 kilómetros cuadrados), Argentina (226.000 km2), Paraguay (71.700 km2) y Uruguay (59.000 km2). Similar a un río de subsuelo corre a 35 metros por Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa y es capaz de dar 100 litros por habitante por día durante 200 años con un ritmo de reposición de 5.000 metros cúbicos por segundo.
Según el informe con el que concluyó la primera etapa del Programa Acuífero Guaraní financiado por el Banco Mundial se advierte que Brasil es el que más lo utiliza, ya que provee de agua de 300 a 500 ciudades, como es el caso del populoso San Pablo o 275 municipios de Paraná que ya gozan de su pureza. Brasil exportará 300 mil litros embotellados a Medio Oriente, obtenidos del excedente del municipio de Santana do Livramento, en el estado de Río Grande do Sul y frontera con el Uruguay, donde sus 95.000 habitantes extraen 30 millones de litros al día y sólo consumen 40%. De allí, la exportación de agua brasileña a los iraníes.
Hoy, este mercado mundial tiene 300 millones de clientes (250 millones más que en los años 90) y factura 800 mil millones de dólares, por encima de la industria farmacéutica. Por su parte, Paraguay explota 200 pozos en la región oriental del país y negocia fraccionamientos hacia la Unión Europea, obtenida de las perforaciones de San Juan del Paraná, en Itapúa. En tanto, Uruguay, con 135 pozos destinado a hogares y complejos termales, conversa con Arabia Saudita acuerdos de agua del Guaraní, aunque su Cancillería lo haya desmentido. Por último, la Argentina utiliza solamente una veintena de pozos en Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe.
(*) Periodista especializado en temas de ambiente y director del Centro Basura Cero del Suther.
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