La decisión del Gobierno de imponer controles a la navegación con destino a Malvinas o proveniente de las islas es un paso consecuente con la posición que la Argentina ha tenido en los últimos años, en reclamo del respeto de sus derechos soberanos.
Como tal, no debe ser subestimada ni sobrevalorada y mucho menos, materia para distraer la atención agitando viejos fantasmas. Se trata de un recurso más en el ejercicio del reclamo legítimo de soberanía desconocido por Gran Bretaña, y tiene un carácter formal y jurídico en el marco del reclamo diplomático. Eventualmente puede dar motivo a sanciones económicas, en momentos en que Londres anunció el comienzo de tareas de exploración petrolífera y gasífera en el área bajo su control reclamada por nuestro país. Es imposible ocultar que nuestro país cuenta con factores adversos en este nuevo capítulo del histórico conflicto. El primero sigue siendo la guerra perdida en 1982, que consolidó la posición de Gran Bretaña en las islas. A partir de entonces, la Argentina remontó esa dura pendiente ratificando el reclamo de soberanía, incluido como cláusula constitucional.
Durante los años 90 se intentó la llamada "política de seducción", mejorando la relación bilateral con Gran Bretaña y las posibilidades de cooperación económica. Pero los resultados fueron nulos en el tratamiento del reclamo de soberanía. Desde aquel momento, la Argentina mantiene una posición invariable con amplio apoyo regional e internacional, y restricciones a todo acercamiento de carácter económico.
Gran Bretaña avanzó en la explotación comercial en la "zona de exclusión" marítima, mientras la política argentina ha sido errática en la materia. Las nuevas iniciativas unilaterales de Gran Bretaña deben ser respondidas con inteligencia y sin sobreactuaciones. Nuestro país ha perdido mucho, en términos de credibilidad, oportunidades y capacidades, por haber utilizado esta cuestión de interés nacional como pantalla distractiva o en la búsqueda de réditos políticos domésticos de corto plazo.
La Argentina debe seguir reclamando sus derechos sobre las Malvinas a través de una diplomacia inteligente y sin sobreactuaciones.
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