El tema Malvinas fue una pelea entre dos hombres pelados por un peine', dijo el escritor argentino José Luis Borges después de que concluyó el conflicto del Atlántico Sur, pero se trata de una pelea que alguna gente todavía quiere retomar", comienza diciendo una nota editorial del diario inglés The Guardian publicado ayer. El artículo se titula "Islas Falkland, orgullo imperial") y lleva una recomendación en la bajada:"Es hora de que tanto Gran Bretaña como Argentina maduren".
Esta es una síntesis del texto: "Pasadas casi tres décadas de la última guerra imperial de Gran Bretaña, la más mínima señal de irritabilidad argentina hace que comiencen a flamear las insignias blancas. "The Sun" aprovechó este jueves el viaje de rutina del HMS Scott, una nave de inspección de aguas profundas, como prueba de que una nueva fuerza de tareas ya zarpó. Independientemente de que todo lo que hizo Argentina fue exigir permisos a los buques que zarpen de sus puertos o crucen sus aguas con destino a una plataforma de exploración petrolera cercana a las Falkland (Malvinas), algo que según la petrolera involucrada no afectará su trabajo. Peligra el orgullo nacional. Gran Bretaña está tomando "todas las precauciones necesarias", según indicó con seriedad este jueves el primer ministro. El sonido metálico de los Royal Marines se escucha como trasfondo. "¿Por qué seguimos respondiendo de este modo? Gran Bretaña piensa que es necesario mantener en las islas 1.000 efectivos, un destructor y aviones caza Typhoon que cuestan 460 millones de dólares, para defender a 3.000 habitantes, 500.000 ovejas y un reclamo que no sale muy bien parado si se hace un escrutinio histórico. Una actitud de patriotismo y de poses en ambas partes de este conflicto obstaculizó lo que hubiera sido de otro modo la vía natural, esto es, una integración de la soberanía que permitiría a los isleños entablar relaciones normales con su vecino más cercano. Algo que podría haber ocurrido en 1980 si Nicholas Ridley no hubiera sido abucheado en los Comunes y censurado por los isleños, cuando propuso un plan razonable para arrendar las islas a Argentina luego de un intercambio formal de soberanía.
"Las Malvinas son británicas porque nosotros luchamos por ellas en 1982 y porque ningún gobierno podría ahora sobrevivir a la aparente vergüenza de renunciar a ellas. Como resultado, el pedido anual habitual de Naciones Unidas para que haya conversaciones directas sobre el tema no conduce a nada. A nadie le gusta admitir que las islas terminaron en nuestras manos por un accidente del imperio...
"Por razones políticas, es posible que a ambas partes les convenga jactarse de los derechos por la soberanía, pero esto no significa que sea algo maduro. Gran Bretaña puede mantener a las islas en el limbo; y los políticos argentinos tienen en el tema Malvinas una distracción fácil".
traduccion: Silvia S. Simonetti
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