Al recorrer y trabajar en los barrios de las afueras de La Plata, como Altos de San Lorenzo, Etcheverry, Abasto y Melchor Romero, vemos evidencias de que la ciudad sigue marginando en su gestión municipal a la periferia platense. Se trata de los barrios más maltratados de la región que, estoy seguro, son víctimas del desinterés de las autoridades en abocarse a la poco vistosa y nada redituable gestión de las delegaciones.
Tengo pruebas de que la actual administración de Pablo Bruera hace un uso inteligente de los recursos. Sin embargo es una inteligencia que nada tiene que ver con la inteligencia. Se trata de una inteligencia capciosa e interesada: me refiero a la centralización de recursos en aquellos lugares donde es más factible, si se me permite la expresión, “vender la gestión”. Eso explica que desde la intendencia se centre la atención en el casco urbano y se aparte del foco de preocupación al resto de la ciudad.
Por sólo citar algunas de las falencias más graves que pueden contemplarse en nuestra querida periferia, podemos nombrar la inmensa cantidad de gente que debe luchar diariamente por satisfacer necesidades básicas, como el acceso al agua potable. O el inimaginable número de personas que padecen enfermedades crónicas, dérmicas o pulmonares por la contaminación ambiental.
Este tema también preocupa a la oposición. Esta semana, el presidente del bloque de senadores de la Coalición Cívica, Javier Mor Roig, se reunió con el presidente de Aguas Bonaerenses, Guillermo Scarcella, con motivo de tomar conocimiento de la real situación del agua en los barrios platenses de San Carlos y Los Hornos.
Aunque los medios locales no quisieron hacerse eco de la noticia, estando en los barrios, los vecinos nos han hecho saber de la existencia de dos casos de hantavirus que la comuna logró mantener bajo tierra: uno en Abasto y otro en Etcheverry. Esto habla a las claras de que algo raro está sucediendo en La Plata. Dos casos que fueron ocultados y quedaron anónimos.
Cada día se vuelve más evidente la absoluta necesidad de jerarquizar el trabajo de las delegaciones. No sólo descentralizando los recursos y la administración, sino también permitiéndoles a los ciudadanos que viven en los barrios aledaños al casco tener la libertad de elegir a través del voto popular a quienes los representen.
Hoy el delegado hace y deshace a gusto y piacere del intendente, que centraliza todo el poder y las decisiones. Por su parte, es desde la municipalidad que se decide cómo distribuir los recursos y qué autoridades designar allí.
El municipio fue creado para que sus autoridades puedan estar cerca del vecino y saber sobre sus problemas. Cuando estas comunas adquieren dimensiones tales, que no pueden cumplir con dicho objetivo, lo más prudente es descentralizar esa responsabilidad en otros entes independientes que sí puedan hacerlo de manera eficiente.
*Dirigente del Grupo Pampa Sur de La Plata.
|
|
|