Al menos 32 personas murieron y unas 60 resultaron heridas en la isla turística portuguesa de Madeira en medio de fuertes tormentas, según informó ayer el gobierno regional en la capital Funchal.
El gobierno confirmó anoche los datos provisionales de muertos, pero no era claro el destino de los desaparecidos.
En la isla se registraron precipitaciones de varias horas que provocaron inundaciones y aludes.
La corriente arrastró a varios vehículos al mar, destrozó puentes y derribó árboles.
Algunas zonas quedaron sin suministro eléctrico y los vientos alcanzaron velocidades de 100 kilómetros por hora. El aeropuerto debió ser cerrado y Seguridad civil instó a los habitantes a no salir de sus viviendas.
Según se informó, varios poblados han quedado aislados.
El primer ministro portugués, José Sócrates, declaró estar "profundamente consternado" a raíz de las víctimas y la desolación.
Anoche se aprestaba a viajar allí con otros funcionarios si el tiempo lo permitía.
La Comisión Europea respaldará a las autoridades portuguesas en "esta horrenda catástrofe", aseguró su titular, el portugués José Manuel Durao Barroso.
Madeira, de 265.000 habitantes, es la mayor isla del archipiélago homónimo, al que pertenecen Porto Santo y otras islas. Queda a 900 km al sudoeste de Portugal y a 500 km de Marruecos.
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