Lo que pretendo es contarle a mis clientes que hemos puesto a su disposición una nueva infraestructura que fue diseñada especialmente pensando en ellos. El producto que hacemos llegar a su casa tiene todo un proceso automático de última tecnología. Es importante también que sepan que nuestra empresa sigue sumando servicios, a través de los aromatizadores, los sistemas de goteo y todo lo que es insumo. Esto es el principio de lo que será un sistema propio de soplado de botellas, con material propio. En el futuro le comunicaremos novedades a nuestros clientes como la apertura de nuevas divisiones vinculadas al procesamiento de agua pero direccionado hacia los automóviles –con agua desmineralizada y anticongelante— para atender la demanda de la ciudad con una expansión territorial de nuestros puntos de contacto”.
Quien dice esto es Luis Cheli, un joven emprendedor y autodidacta que ha logrado imponer una marca a fuerza de la confianza de sus clientes y la calidad de sus productos: TMK.
Y lo dice, ufano, en su nueva locación ubicada en calle Blas Parera 1456 donde, aun cuando se encuentra en su proceso de afinar el lápiz para los detalles, se percibe que tendrá un lugar especialmente preparado para las modernas máquinas que purifican, procesan y envasan el agua; cómodas oficinas en el primer piso, un amplio espacio para la preparación de la logística, un lugar reservado para futuros proyectos y, algo donde pondrá el énfasis, el showroom con vista a la calle para una mejor atención.
Y no es casualidad que Cheli diga esto ahora. Es que este esfuerzo que implicó la integración total de todas las actividades en un solo ámbito coincide con el aniversario número 15 desde que, casi aleatoriamente, inauguró un fenómeno que hoy está extendido pero que por entonces requería una alta cuota de audacia y una visión estratégica del mercado.
“Cuando comentaba a mis amigos o familiares que íbamos a vender agua envasada se nos reían en la cara y nos decían que estábamos locos”, reseña. Tan locos que inauguraron una categoría y hoy existen una decena de empresas que siguen sus pasos.
DESTINO. Si Luis no hubiese seguido su instinto, quizá hubiese acomodado su destino bajo el cobijo de su título universitario o bien estaría rodando escenas por la vida apoyado en sus conocimientos como director de cine. Pero los vientos cruzados de la vida lo depositaron un día en Paraná para realizar un sistema cerrado de televisión y le llegó la posibilidad de representar una empresa de Buenos Aires en la comercialización de aguas envasadas.
“Al inicio no teníamos vehículo para repartir, contratábamos un flete de verdura que repartía una vez a la semana. Así, despacito, despacito fue creciendo lentamente. En 1995 el producto no estaba, no existía el concepto por lo que nadie sabía vender agua. Nosotros recibíamos el agua en bidones directamente desde Buenos Aires, y nos dimos cuenta enseguida que debíamos vender a empresas. Entonces fue generándose la demanda ya que la gente quería atender mejor a sus clientes, porque inicialmente se vendía para salas de espera, se veía como un servicio que debía darse al cliente, pero después se extendió a otros usos propios”, describe el propietario de la empresa.
Estuvo los dos primeros años sin competencia, lo que le permitió posicionarse en el mercado. Pero no fue hasta 1999 que logró comprar su primer edificio, en calle Larramendi. Adquirió una sodería montada y entonces ahí ya estaba el equipo para el tratamiento del agua y demás. “En el 2000, cuando todo esto se complica, yo devuelvo todo eso, pierdo lo que estaba ahí y arranco de nuevo, a pesar de haber comprado los camiones, la automatización de la planta, el edificio”.
Fue un envión que no duró mucho, porque la crisis de 2000 y 2001 abrió una brecha insondable entre las expectativas y las posibilidades. “Ahí toqué fondo y volví a empezar de cero”, rememora.
“Por eso es importante agradecerle a la gente su confianza en nosotros, y poder mostrarle nuestra evolución, poder mejorar el servicio y la atención es la mejor forma de retribuirla”, precisa Luis Cheli.
El empresario dice que todo lo que generó es gracias al “boca al boca”, referencias de uno a otro sobre la calidad del servicio. Todos los clientes que están acá se han generado de referencia de boca a boca o de referencia de otra gente que tenía el servicio.
La empresa después fue creciendo hacia Santa Fe y no tanto hacia Entre Ríos. Así llegó a Esperanza, Rafaela, y también Casilda, ciudad natal de Luis Cheli.
Finalmente, surgió Rosario, para atender empresas de Paraná y Santa Fe que abrieron sucursales en esa ciudad. Así, YPF, la Cooperativa Bica, El Nuevo Banco de Entre Ríos, Mc Donald´s fueron algunas de las empresas que ayudaron a TMK a seguir adelante.
EL DATO 10.000
Es el promedio de ventas de bidones que tiene TMK mensualmente. Durante este año se realizará una campaña de comunicación para un fuerte reposicionamiento de la marca.
La obsesión por la seguridad e higiene
El nuevo local de TMK está ubicado en calle Blas Parera a 1456 y todo lo que se construyó en el lugar es a medida, desde cómo se distribuye el agua en función de las necesidades para el agua como para los procesos de aromatización de ambientes y sistema de goteo, otro de los departamentos que posee la firma.
“Siempre pensando que al mismo cliente que estamos visitando hoy le seguimos agregando servicios. Esa es la intención, por eso también se le da todo lo que es insumos a cada uno en el momento que se lo atiende”, prescribe.
En el nuevo lugar hay mucho de la capacidad de improvisación y no cesa en pensar las soluciones, aun cuando se trate de alta tecnología, porque la máquina más importante tiene su aporte.
“La calidad fue una discusión cuando se compró la máquina. Se analiza contablemente y me dicen que no es necesario automatizar si con la producción manual se cubre bien. Yo le dije que en ninguno de sus cálculos está la calidad. Porque un error de un personal que mal enjuague un bidón y que quede con restos del producto que se utiliza para higienizarlo hace que vos consuma agua que tenga un gusto amargo o ácido, y eso puede hacer que se pierda un cliente, porque no hay calidad en el producto. A través de la automatización esos errores se disipan. Hoy si la máquina no está a determinada temperatura no funciona. Los márgenes de seguridad están multiplicados por ocho o por diez y es lo que te deja tranquilo. Se ha invertido en el mejor bidón que viene y en la mejores máquinas del mercado”, describe Luis Cheli.
TMK continúa su marcha con las aguas, con el sistema de goteo, se preparan las aguas para el automóvil y siguen las ideas. Ahora se hace necesario contratar a terceros para que la logística acompañe el crecimiento, y los nuevos mercados que se ganan. “Por eso que después de 15 años sólo tenga agradecimientos para nuestros clientes y la motivación para seguir creciendo en servicios”, concluye
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