El Río Uruguay avanzó este fin de semana sobre el balneario de agua dulce más grande de la Argentina, el Ñandubaysal, ubicado justo frente a la planta pastera de Botnia. En varios sentidos: crecido por las lluvias, se tragó parte de su acostumbrada costa de largas arenas. Y para sus aguas se encendió un semáforo amarillo: 115 personas fueron atendidas en la Sala de Primeros Auxilios del balneario, afectadas por una dermatitis nunca vista antes en ese lugar.
El uso de la playa quedó prohibido desde el sábado, por disposición conjunta de la Secretaría de Salud y Medio Ambiente de la Municipalidad de Gualeguaychú y de los responsables del balneario. "En los 21 años que llevo a cargo de la Sala de Primeros Auxilios, es la primera vez que me encuentro con un cuadro así -dijo a Clarín el enfermero Juan José Traversa-. He atendido en estos años alergias de todo tipo, pero una reacción de esta magnitud, nunca".
Las 115 personas empezaron a llegar en masa a la sala desde las 4 de la tarde, "y seguí atendiendo afectados hasta la noche", agrega. "De ellos, más de 70 eran menores". Todos presentaban características comunes: intensa picazón y algunos sarpullidos, que se acentuaban en la zona de la malla que permanecía mojada, shorts, corpiños, elásticos. "Evidentemente, se trataba de algo en el agua, por lo que les indiqué bañarse en duchas con jabón y tomar una dosis de antihistamínico, con lo que los síntomas cedieron", explicó.
La clausura preventiva de la playa, es por 48 horas y vence hoy. Personal del equipo de Vigilancia Ambiental que trabaja en Gualeguaychú monitoreando los efluentes de la pastera Botnia y que reporta resultados a la Cancillería Argentina, se hizo presente en el lugar. "Tomaron muestras de agua en distintos puntos del río y también en el sistema de provisión del camping, y fueron enviadas a Buenos Aires -indicó el titular de Salud y Medio Ambiente, doctor Martín Piaggio-, a los laboratorios de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de La Plata y de Prefectura".
Según Piaggio, nunca se había dado una situación masiva como ésta en el río Uruguay y puede haber influido la presencia de formaciones algales tóxicas y cianobacterias, propias de aguas con exceso de "fósforo y nitrógeno". "La planta de Botnia arroja al río 60 kilos de fósforo y 600 kilos de nitrógeno diarios, entre otros tóxicos. No es la única que emite estos elementos, pero su volumen es verdaderamente el mayor", explicó.
El hecho ocurrió dos días después de que asambleístas locales difundieran fotografías y filmaciones donde se observa la flora ribereña de la costa argentina frente a Botnia "quemada" por causas desconocidas. Camalotes, juncos y ramas bajas de los árboles aparecen negros o secos, fenómeno no observado anteriormente. Un grupo de técnicos acompañará este miércoles a senadores de la provincia de Entre Ríos al lugar para observar el fenómeno y tomar muestras.

"Ya no se podía estar en el agua"
María levanta las estacas de la carpa: chau campamento. "Vinimos desde Buenos Aires a disfrutar, pero sin playa no nos quedamos. Las nenas y yo sentimos la picazón", dice, señalando a miembros de su familia, y agrega: "Ya no se podía estar en el agua. Nos duchamos y pasó. Fuimos a la Sala de Primeros Auxilios y nos dieron Decadrón". Similar fue la experiencia de Cristina, que llegó en una excursión de 94 personas. "Las nenas sintieron más los efectos. Se quejaban de mucha picazón, se rascaban y lloraban. No fuimos a la Sala; las duchamos y disminuyeron los síntomas", explica.
En otro campamento, un joven de 24 años mira a los periodistas con ojos dormidos bajo la gorra. "Sí, sentí la picazón pero no tuve sarpullido. Era más fuerte en la zona del short, que permanecía mojado". En el acceso al camping, antes de cobrar entrada, los empleados advierten que la playa no se puede usar. "Casi todos se vuelven -explicaron a Clarín-. Y muchos acampantes también se están retirando".

Antecedentes
El conflicto por Botnia se inició hace seis años y en mayo 2006 el Gobierno de Néstor Kirchner presentó una denuncia ante la Corte Internacional de La Haya. En noviembre de 2007, la pastera empezó a funcionar.
Un grupo de 90 científicos, de los laboratorios de la UBA, la Universidad de La Plata, Prefeectura, el CONICET y la CNEA, lleva adelante el control ambiental de la zona en el marco del juicio internacional.
El equipo científico recibe muestras que llegan lacradas mensualmente.