EL Reino Unido ha provocado una nueva decepción. Una plataforma petrolera se prepara para iniciar perforaciones de exploración en las Malvinas en contraposición de una solicitud expresa de las Naciones Unidas para que las partes se abstengan de introducir modificaciones mientras las Islas atraviesan el proceso de solución de la controversia de soberanía recomendado por el organismo. La resolución 31 49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas es clara en ese sentido.
El hecho es grave pero es uno más en una escalada de actitudes unilaterales irresponsables que viene llevando a cabo desde 1991 y más notablemente desde 1995. Al principio pretendió disfrazar esas actitudes en un marco de cooperación que la Argentina acepto convencida que podría ser uno de los caminos para el inicio de las negociaciones. Al poco tiempo no solo descubrió que las intenciones del Reino Unido eran distintas sino comprobó la falta de respeto británica por el documento firmado. En efecto, la Declaración Conjunta del 27 de septiembre de 1995 relativa a Cooperación sobre Actividades Costa Afuera en el Atlántico Sudoccidental, fue burlada una semana después de su firma. El 3 de octubre el Reino Unido anuncio la apertura de una ronda de licencias para la exploración y explotación de hidrocarburos al norte y sudoeste de las Islas Malvinas.
A pesar de los esfuerzos argentinos esas actitudes desilusionantes no se detuvieron como lo demuestra un rosario de protestas diplomáticas y más de doscientas notas de desaliento a empresas petroleras cuyas actividades se relacionan, directa o indirectamente, con el área bajo disputa.
Es de lamentar que el Reino Unido no esté interesado en comportarse en el Atlántico Sur con la responsabilidad que reclama la comunidad internacional. A casi tres décadas del conflicto del Atlántico Sur, tampoco resulta entendible el continuo rechazo a las propuestas de encarar un dialogo bilateral amplio, franco y sin exclusión temática que permita discutir las diferencias y explorar como resolverlas.
El paso del tiempo suele ser ventajosos para encontrar fórmulas para encarar las discrepancias. Sin embargo, en este caso no ha ocurrido. La grieta que se ha instalado parecería de características geológicas cuando debería ser de naturaleza distinta por tratarse de países que comparten principios esenciales de convivencia civilizada y democrática. La Argentina ha dejando en claro, en múltiples ocasiones, voluntad de diálogo y disposición diplomática. Es hora que el Reino Unido deje de lado acciones unilaterales que solo agregan incertidumbre y escoja, en cambio, el camino de la cooperación y la negociación como corresponde a Estados responsables de la comunidad internacional.
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