Mientras la sociedad tiene el agua hasta el cuello, la repetida dirigencia se ahoga en sus propias limitaciones. Se observa como los antagonismos de esta provincia siguen quedando a la luz y expuestos por la naturaleza misma.
El hombre vive en la invencible provincia de Santa Fe, camina con esfuerzo a través de las aguas que nuevamente lo castigan. Al lado, su esposa con su niño en brazos y, más adelante, por la misma calle convertida en arroyo, un anciano a duras penas puede mantener el equilibrio. Qué hicimos para merecer esto, se pregunta. Sólo escucha el sordo, profundo y doloroso ruido que generan sus piernas surcando el agua que se ha transformado de bendición a maleficio que no acaba.
En estos tiempos, cada vez se habla más del calentamiento global y se alude a lo "imprevisible" para definir el alcance que puede tener el cambio climático generado por el desastre ecológico en el planeta.
No es necesario ser omnipresente para darse cuenta de que el comportamiento del medio ambiente está cambiando: perjuicios por aludes de norte a sur, desde Chaco hasta el reciente en Chubut, con lamentables pérdidas humanas y materiales y hasta una "tromba" en la capital santafesina. Algo que ocurre por primera vez en la historia, y que descubrió un término meteorológico que hasta hace algunos días no conocíamos.
Es preocupante ver cómo los ríos delatan un panorama cambiante y avanzan cada vez más sobre nuestra zona. Todos los días se incrementa el número de evacuados o de personas vulnerables a la llegada del agua pero… "de eso no se habla". No se habla del peligro latente y quizás sea por temor a responsabilidades anteriores de parte de algunos. Pero otros callan por no tener claro si se encuentran preparados para evitar consecuencias similares, si esto llegase a ocurrir.
Por supuesto que todos esperamos que así no sea. Tenemos fe en que todo pasará y en algún tiempo hablaremos de la
"pasada crecida de 2010". Y es que seguramente gran parte de este mundo podrá salir adelante con la fe y la vocación de todos los que creemos de que es hora de recuperar el sentimiento solidario, de pensar en la suerte y el destino de nuestros pares. No solo por los de hoy sino por los que vendrán.
El agua sube y mientras se intenta desviar la atención de la gente el verdadero tema es la inundación. Los santafesinos no se preocupan por los mismos problemas de la dirigencia y mientras se busca presencia en los diarios con peleas, el Instituto Nacional del Agua pronostica una recurrencia de lluvias que seguirán hasta abril inclusive y la cuenca del Plata permanecerá con niveles por encima de lo normal. A ello se suma que el suelo estará saturado por el exceso de precipitaciones, dando lugar a ríos y desagües aún más atiborrados. Para sumar preocupación debemos mencionar que el río Paraguay –tributario del Paraná– sigue creciendo.
Pero, ¿cómo se puede entender que mientras en la costa el agua excede, al oeste de la provincia debe racionarse a cuentagotas? Es así, y sucede en Ceres, departamento San Cristóbal, adonde el agua debe llegar en camión desde Reconquista y a cada familia se le entregan 20 litros diarios en un verano que es agobiante. Entonces, en una provincia donde estamos sobrados de agua, aún existen lugares a los que ni siquiera se les soluciona el problema del agua potable, y no es solo casual.
En los últimos días, escuchamos con beneplácito que, finalmente, se pondría en marcha la construcción de acueductos con una inversión de 1.400 millones de pesos, pero se demoraría dos décadas en concluir su ejecución, proyectando que solo se destinarán 83 millones de pesos en este año.
Veinte años para solucionar un problema tan esencial como el agua potable es demasiado y no podemos negar el aporte de la actual gestión de al menos tener un plan provincial y la urgencia no puede justificar los sobreprecios (eufemismo recurrente) del diseño de gestiones anteriores. Pero hasta cuándo podremos esperar para que se tome el toro por las astas y se solucione de una vez por todas este problema de todos los santafesinos.
Por último, hoy vemos cómo aquellos que no controlaron a las empresas privadas que administraron el agua potable pelean con quienes pretenden sobre los magros bolsillos de los santafesinos incrementar las tarifas del agua potable. Lo cierto es que a ningún vecino carente de agua potable, en una provincia donde recurrentemente la bebemos de parado, le preocupan cuestiones ideológicas; lo que pretende es que sus hijos de una vez por todas puedan beber en una mamadera o en una botella plástica el líquido elemento. Bastaría con hacerlos soportar los calores estivales en la siesta santafesina por un día sin agua para que entendieran.
La gestión ambiental carece de eficacia; en Reconquista, el arroyo El Rey lejos está de ser recomendado para un baño en salud y los Bajos Submeridionales carecen de represas de retardo y de un ordenamiento territorial responsable que permitan la conservación y el desarrollo sostenible del humedal de 3,3 millones de hectáreas que ocupa el 21 por ciento del territorio provincial.
En Rafaela siguen invirtiendo en plantas de ósmosis inversa a la espera del acueducto que desde Desvío Arijón debe brindarle el líquido elemento. Demás está decir que a ello debe sumarse la contaminación existente en sus napas cada vez más altas.
En Rosario quedan pendientes las obras de canalización de Capitán Bermúdez, para que la ciudad no padezca su situación de desembocadura de la cuenca del Arroyo Ludueña, en el sector medio de la subcuenca Ibarlucea. Y la ciudad capital, a pesar de incipientes obras que no pueden negarse, como la profundización de los reservorios, padece de la falta de inversiones en los desagües sobre el oeste, tanto en bombas como en el mantenimiento de las defensas de la costa que son, en visiones cortoplacistas y mezquinas, plata enterrada.
Los que se fueron no quieren ni sentir hablar del tema, por obvias razones, le trae malos recuerdos; los que vinieron tienen miedo de repetir la historia. Mientras tanto, los santafesinos seguimos con el agua hasta el cuello soportando una dirigencia que se ahoga en sus propias limitaciones. Existe otra forma de hacer las cosas, dejar de lado tantas ambiciones sectoriales e individuales y escuchar, representar y trabajar de una vez por todas para los santafesinos.
(*) Abogado, presidente de la Fundación Centro
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