El respaldo latinoamericano al reclamo argentino sobre la exploración petrolera británica en aguas de las Malvinas ratifica la solidaridad regional con nuestro país en su reivindicación de la soberanía sobre las islas. Este es también el resultado de la estrategia diplomática seguida por los gobiernos argentinos desde la recuperación democrática. Lo realmente novedoso fue la nueva visión brasileña sobre el papel de la ONU y la seguridad regional, y el apoyo de los países caribeños del Commonwealth.
Cuando esta continuidad estratégica existe, es más factible alcanzar objetivos. Por el contrario, las posiciones cambiantes y políticas erráticas o espasmódicas en diversos temas de interés nacional erosionan la credibilidad y consistencia del país.
Esta definición se aplica a la nueva encerrona creada por el inicio de las exploraciones hidrocarburíferas en el Atlántico Sur. La Argentina no puede no elevar su voz de protesta, obtener respaldo internacional y reforzar las restricciones económicas para desalentar a las empresas interesadas en participar de esa actividad. Pero debe intentar fórmulas asociativas que le permitan extraer beneficios de la situación.
Y mientras Londres sigue en la línea de avanzar con políticas unilaterales, entre otras cosas porque no existe bilateralidad posible mientras mantenga su intransigencia, Argentina necesita una estrategia más diversificada de defensa y construcción de soberanía, adecuada a las condiciones en las que se desenvuelven los países en la actualidad. O sea, una política de Estado de más amplio alcance que la que se está implementando.
El país necesita una estrategia más diversificada de defensa y construcción de soberanía nacional y regional, una política de Estado de más amplio alcance que la que se implementa.
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