Cada vez que Gran Bretaña avanza en su política de hechos consumados sobre Malvinas, surgen una serie de llamados a consagrar una política de Estado para el conflicto. Pero mientras la diplomacia británica ha mantenido una misma línea desde la guerra de 1982, la política exterior argentina pasó de la negativa de Alfonsín a reestablecer relaciones diplomáticas, a la política de seducción de los kelpers de Menem y a la dureza de los Kirchner.
Pero preocupa que la Dirección General de las Malvinas de la Cancillería, que debería ser el motor de la política diplomática, esté cada vez más descuidada. Un informe elaborado por el ex diputado Mario Cafiero, señala que esa dirección que debería ser clave quedó, luego de los sucesivos cambios de cada administración, "reducida a dos funcionarios de carrera y una secretaria". A pesar de que la Cancillería cuenta con "unos mil diplomáticos y 200 asesores".
Hasta hace seis meses Eduardo Airaldi era el director general (así sigue figurando en la página oficial) pero fue destinado como embajador en Suiza. En su lugar fue nombrado Guillermo Rossi, quien fue designado embajador en Honduras durante el golpe y aún no pudo asumir y se iría a otro destino en América Central y el Caribe. El otro diplomático (recién egresado del Instituto del Exterior de la Nación) próximamente se irá al exterior a cumplir una misión "ajena a la temática del Atlántico Sur", asegura Cafiero. Voceros del canciller Jorge Taiana no respondieron ayer una consulta de este diario sobre el informe de Cafiero. Para colmo, la embajada argentina en Londres está vacante desde hace un año y medio aunque el Gobierno impulsa al ex secretario de Cultura José Nun.
En el informe de Cafiero hay otro dato relevante. De las casi 1000 tesis y monografías producidas por los candidatos a diplomáticos en los últimos 20 años, "no tenemos constancia de que una sola de ellas, en alguna oportunidad, haya abordado la temática de Malvinas y el Atlántico Sur, ¿desinterés de los funcionarios o tema tabú?"
No es solo responsabilidad de la actual administración, ya en 1991, el entonces embajador en Londres Mario Cámpora advirtió de esta política de Estado británica que busca reservas ante el desgaste de los pozos del mar del Norte y el canciller Guido Di Tella lo echó.
Si bien es cierto, que Malvinas es un tema que lleva directamente el canciller en casos de crisis como estas y también cuenta con el apoyo de otras direcciones como la consejera legal Susana Ruiz Cerutti, la Dirección General de Malvinas aparece como olvidada producto de años de divergencias entre argentinos.