La lluvia se hizo fuerte en Buenos Aires y la ciudad se desbordó. En la tormenta del viernes pasado, el agua cruzó avenidas y calles, y se estancó en zonas que nunca antes se habían inundado. ¿Qué sucedió? ¿Qué cambió en este tiempo para que barrios como Caballito o Villa Crespo quedaran bajo el agua?
Frente a estas preguntas, el director del posgrado en Hidráulica Urbana de la Universidad de Buenos Aires, ingeniero Luis María Calvo, fue categórico: "El sistema de la Ciudad funciona a presión en condiciones normales, por lo tanto, jamás podría resistir lluvias de 88 mm como las de los otros días, que representan poco más del doble de lo que se considera una cuota normal de agua caída por hora". Y agregó: "El sistema porteño de desagüe pluvial fue diseñado hace aproximadamente 80 años, cuando la ciudad tenía calles de tierra y muchos más espacios verdes. No se trata de que la urbanización no progrese, pero hay que entender que las obras subterráneas de ingeniería deben acompañar la pavimentación y el crecimiento en altura".
Sobre la inundación de algunos barrios porteños, Calvo explicó: "Con lluvias torrenciales, el sistema entra en presión y no hay modo de que los conductos de desagüe funcionen. Cuando el agua no es absorbida por los sumideros, se escurre por la superficie y se estanca en las zonas más bajas. Al decir zonas bajas me refiero también a espacios de hundimientos dentro de áreas de la Capital consideradas altas, como ocurre con parte de Caballito, Villa del Parque o Almagro, por ejemplo".
Por otra parte, el ingeniero Juan Carlos Jiménez, experto en programas de manejo de inundaciones, agregó que "en el caso de la cuenca del arroyo Maldonado, con el paso de los años fue aumentando el coeficiente de correntia, que es la relación entre la lluvia que cae (antes de llegar al terreno) y lo que escurre".
Otra mirada sobre el asunto tuvo el legislador Eduardo Epztein -que fue ministro de Espacio Público durante la gestión de Aníbal Ibarra-, para quien la inundación en zonas insospechadas se debió al mal estado de los sumideros. "Su capacidad de absorción se vio ampliamente superada y esto ocurrió porque fallaron los sistemas de mantenimiento y reparación", señaló. "Mientras se realizan obras de largo aliento, como la construcción de los canales aliviadores del Maldonado, que demoran años en finalizarse, el sistema de drenaje debe funcionar a la perfección. Y y acá hay un problema político: las empresas que prestan el servicio de limpieza de sumideros tienen su contratos vencidos desde 2008. Encima, el año pasado hubo una subejecución presupuestaria del 25 por ciento para esta tarea", denunció el diputado porteño.
Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, el ingeniero Jorge Zalabeite negó esta versión: "Todo lo contrario, los sumideros están muy bien mantenidos. La prueba se vio claramente durante estas lluvias, cuando las bocas de tormenta explotaban y el agua salía como géisers. Si los sumideros hubiesen estado tapados, nunca habría podido ingresar semejante caudal al arroyo Maldonado".
Para los técnicos del Ministerio, la razón de la inundación se explica de modo matemático: la cantidad de lluvia caída el viernes fue de 3.500 millones de litros, y el Maldonado tiene una capacidad máxima de erogación al río de 400 millones de litros por hora. Si en la zona de La Matanza -origen del arroyo- entra en poco tiempo un alto caudal de agua, como sucedió el viernes, el desborde se siente en el centro de la Ciudad, en barrios como Caballito y Almagro, que son tributarios de la cuenca. La construcción de los dos canales aliviadores -el túnel corto de 4.565 metros, a la altura de la calle Cabrera, y otro más largo, de 9.850 metros, que nace en la calle Cuenca- descomprimirán al conducto principal y permitirán un desagote más rápido.
"Hasta que no se terminen las obras previstas en el Plan Maestro que se hizo a partir de 1995, esto no se va a solucionar. Obviamente, la red pluvial de Buenos Aires quedó chica", señaló el ingeniero Jiménez.
"La obra del entubado arroyo Maldonado es sumamente necesaria, pero también deben iniciarse los trabajos de alivio en el arroyo Vega (que atraviesa el barrio de Belgrano, en gran parte por debajo de la calle Blanco Encalada) y en el arroyo Medrano (que viene de la zona de San Martín y recorre los barrios de Saavedra y Nuñez)", coincidió Calvo.
Ambas obras demandarán una inversión de 250 millones de dólares y ya fueron preadjudicadas a la constructora brasileña Andrada-Gutiérrez, que aportará el financiamiento del 50% de los trabajos. Para el 50 restante, el año pasado, la Legislatura votó una Ley por la que autorizó al Poder Ejecutivo a contraer un préstamo.
"Así como se hace hincapié en la educación vial, yo digo que falta educación hidrológica. Si la gente arroja basura en la calle, los sumideros se van a tapar. Si en zonas inundadas, los colectivos circulan a 30 kilómetros por hora, van a provocar olas de un metro de altura que van a hacer que el agua ingrese en las casas y en los comercios", analizó el profesor Calvo y añadió: "Se han dicho muchas cosas que no son ciertas: por supuesto que si hay sudestada el viento no permite que el agua drene a la velocidad que debiera hacia el Río de la Plata, pero ese no el problema principal. Hay que comprender que desde que se diseñó el sistema de desagües de la Ciudad, Buenos Aires tuvo un elevado crecimiento demográfico y de construcciones. para mitigar el riesgo de futuras inundaciones las obras de alivio de la red pluvial son imprescindibles".
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