El terremoto que causó cientos de muertes en Chile y la sucesión de sismos en los últimos meses en distintas partes del mundo, abren en los chaqueños un interrogante lógico: ¿Podría alguna vez la provincia sufrir el impacto directo de un temblor? ¿O a lo sumo será receptora de secuelas apenas perceptibles de movimientos sísmicos centralizados en otras regiones?
“El peligro en el Chaco no son los terremotos, sino las consecuencias de todo lo que le estamos haciendo a la naturaleza”, planteó el geólogo Ramón Vargas. “Muchos habitantes de la provincia se asustan con las noticias sobre los sismos, o con las recientes versiones sobre fisuras en Yacyretá, pero deberíamos espantarnos todos con lo que está pasando en nuestro propio entorno próximo y con la pasividad de las autoridades frente a ello”, resaltó.
Territorio no sísmico
Vargas, ex integrante de la conducción de la Administración Provincial del Agua y titular de la organización ambientalista Encuentro por la Vida, explicó que el de los terremotos “es un tema muy complejo, ante el cual las voces más autorizadas están en el Inpres (Instituto Nacional de Previsión Sísmica). No obstante, nuestra zona es considerada no sísmica, lo cual no quiere decir que no puedan producirse temblores fuertes, pero sí implica que es muy difícil que algo así suceda”.
Los primeros registros existentes sobre terremotos datan de 1692. El 13 de septiembre de aquel año un temblor destruyó la localidad de Talavera, en Salta, y fue la única vez en que el sismo se sintió con fuerza también en algunos puntos del Chaco, aunque una historia que circula entre los tobas habla de que en La Cangayé, siglos atrás, la tierra se tragó a los qom.
De todos modos, Vargas resaltó que “nuestros problemas no son las catástrofes naturales, sino la catástrofe de no respetar ninguna cosa que procure el bien común. El riesgo que tenemos es ante las acciones de los hombres y no de la naturaleza”.
Funcionarios de acá y de allá
En ese aspecto, el especialista destacó “el comportamiento del conjunto de la sociedad chilena, que está concienciada sobre estos fenómenos naturales. Con semejante terremoto, tener una cifra relativamente baja de muertos (ya que en temblores de esa magnitud se suelen contar por miles) es muestra de que se respetan los códigos de construcción antisísmica, casi al nivel de los japoneses”.
“La forma en que los comunicadores sociales actuaron informando claramente la situación y la forma en que los distintos funcionarios informaban, incluyendo a la propia presidenta, fueron de un aplomo increíble. Ver cómo fueron reaccionando casi en vivo y en directo sin histerismos ni puestas en escena fue algo que me impactó mucho. No se veían contradicciones entre lo que informaba un funcionario municipal y otro funcionario regional o nacional. No aparecieron los pases de factura entre jurisdicciones, ni nada que interfiriera lo importante. Algo totalmente distinto de lo que vimos en Resistencia en las últimas emergencias hídricas”, contrastó
Un dique en problemas
Vargas insistió en que “sería un error centrar las previsiones o el temor en cuestiones lejanas, cuando estamos acechados por cuestiones muy concretas de nuestro entorno próximo. Por ejemplo, hay versiones e informaciones preocupantes sobre Yacyretá, pero nosotros tenemos un problema mucho más cercano, que es la obra de control del río Negro en Barranqueras, donde ya hay señales preocupantes a la vista”.
Como prueba, el dirigente de Encuentro por la Vida entregó a NORTE fotos tomadas en distintas áreas del dique, que reemplazó a una obra que fue inaugurada a fines de los ‘70 y que colapsó en las inundaciones de 1982/83, provocando que 30.000 viviendas del área metropolitana quedaran anegadas.
En las imágenes se pueden ver notorias grietas en la obra, hundimientos del piso en el área reservada para maniobras de vehículos y la deformación de un caño abierto que fue colocado con la previsión de que sirviera para inyectar material en la construcción, si fuera necesario. La sección de ese conducto, originariamente circular, ya tomó una forma elíptica, por las presiones que evidentemente el dique no soporta de manera adecuada. También en el puente carretero frente al dique se ven desprendimientos de hormigón. “Por eso decimos que tenemos cosas para asustarnos mucho más cerca que Yacyretá”, indicó Vargas.
También recordó la denuncia de su organización sobre la decisión oficial de bajar la línea de ribera en varias lagunas del Gran Resistencia. “La APA dice que es para resolver los problemas de vecinos de vieja data que construyeron en terrenos irregulares. Es una decisión discutible. Pero en realidad la razón parece no ser esa, porque por ejemplo también se bajó la línea de ribera en la Laguna Colussi, donde no hay población. Es decir que aparentemente el único interés para hacer esto es favorecer ciertos negocios inmobiliarios. El Código de Aguas del Chaco establece que la línea de ribera definida sólo se podía modificar al cabo de 30 años, y para subirla, no para bajarla”, planteó.
Sin embargo, señaló que a pesar de esa denuncia “ni la Fiscalía de Investigaciones Administrativas ni el Tribunal de Cuentas están haciendo algo al respecto. Es como si estos temas no importaran, a pesar de la gravedad que tienen”.
“También es para espantarse que se estén inaugurando alegremente represas en todo el interior, sin que nadie diga que toda esa agua que se va a acumular ahí, para consumo de la población, viene de los campos infestados de agrotóxicos. Las plantas que van a potabilizar esa agua no tienen elementos como para eliminar esos productos químicos altamente perjudiciales para la salud humana”, agregó.
El dirigente criticó además la reciente inauguración de la obra reguladora sobre el canal de la avenida Soberanía Nacional, realizada por el gobernador Jorge Capitanich la semana pasada. “Es una obra no terminada. No creo que haya sido casualidad que se la inaugurara de noche”, comentó.
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