Sin grandes anuncios, sin promesas ni emociones, Mauricio Macri inauguró las sesiones ordinarias de la Legislatura porteña. En su tercer, y penúltimo, discurso de apertura como alcalde, Macri difundió un balance de gobierno, y admitió que “hemos cometido errores” y que “hay cosas por mejorar”. Pero compensó la autocrítica con un detallado inventario de los “logros” de su gestión y concluyó que “en estos dos años hicimos más que los últimos diez”.
Macri arribó al hemiciclo pasadas las 9.30, media hora tarde, según el protocolo porteño. Se demoró en Parque Patricios, dentro del Instituto Bernasconi, donde inició el ciclo escolar y se ligó algún que otro silbido docente, a pesar del aumento salarial –más de un 23 por ciento– pautado con los maestros públicos de la Capital.
Llegó a Perú 130 de saco azul oscuro y corbata a tono; entró en el anfiteatro de mármol y madera; regaló un par de saludos; se sentó y comenzó con su discurso, leído de principio a fin. De arranque, repitió el más reciente “eslogan PRO”: “Avanzamos mucho en todas las áreas y sin duda en estos dos años hicimos más que en los últimos diez”. El legislador Aníbal Ibarra, jefe de Gobierno en seis de los diez años referidos por Macri, lo miró con rencor.
Enseguida, Macri mechó la confesión de que “hemos cometido errores, los cuales fueron asumidos con dignidad y corregidos”. La autocrítica le valió el primero de los cinco aplausos que generó su lectura. Todos, entre los 26 diputados PRO, sentados abajo y a la derecha de Macri. De los 34 legisladores restantes, sólo aplaudieron los cuatro peronistas, en un anticipo teatral del apoyo que, posiblemente, le den al macrismo a la hora de los votos.
Ante una Legislatura con menos peso PRO que en los dos años anteriores, Macri garantizó que el suyo es “un gobierno abierto al diálogo”.
Hacia adelante, el ex presidente de Boca enumeró sus “logros”, que “no han sido fáciles”, según advirtió. Hizo hincapié en la próxima reapertura del Teatro Colón; aseguró que “la educación pública, gratuita y de calidad es una prioridad”, y se jactó del debut oficial de los 500 agentes de la Policía Metropolitana.
El caso del espía Ciro James, el procesamiento y detención de Jorge “Fino” Palacios, el jefe original de la policía PRO, todo quedó resumido y exculpado en que “la policía no puede estar sujeta a prejuicios y especulaciones políticas”. De paso, coló una crítica muy elíptica para el kirchnerismo, la única referencia al gobierno nacional. Sentado en primera fila, junto a los demás funcionarios del gabinete porteño, aplaudía el ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro.
Además, el alcalde actualizó y moderó su promesa sobre la ampliación de la red de subtes. Auguró para 2011 dos estaciones de la línea A y dos de la B. Las de la H llegarán recién para 2012. Sobre las inundaciones, el último karma PRO, afirmó que “las obras llevan su tiempo”. Según los legisladores oficialistas, se trató de un discurso “dialoguista y moderado” que contrastó con el que, un par de horas después y frente al propio Macri, dio Cristina Fernández en el Congreso de la Nación.
Tal fue, incluso, el objetivo calculado para el texto macrista: diferenciarse, por tono y estilo, con la Presidenta. Ante ese plan, Macri fue el intérprete ideal. Leyó durante 18 minutos, sin sobresaltos ni matices, las nueve páginas de su discurso.
Para la oposición, en cambio, fue una pieza vacía y plagada de generalidades. El autor intelectual del texto fue el secretario general del gobierno porteño, el joven politólogo Marcos Peña. El secretario de Medios, Miguel de Godoy, lo supervisó. Y el hiperactivo Horacio Rodríguez Larreta compiló los grandes éxitos de cada cartera para que Macri, el jefe político de todos, los incluyera en su breve discurso |
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