La cultivadora de maíz Anita Yunus no recuerda ni una sola sequía en la zona de la montaña de Mulanje, en el sur de Malawi, donde vive desde hace 30 años. Por eso le preocupa que no llueva.
Aunque en los últimos 25 años hubo cuatro sequías severas en Malawi, la región de Mulanje no resultó afectada por ninguna.
"No sé qué castigo es éste. Siempre hemos disfrutado de muy buenas lluvias, tal vez a causa de la montaña, pero no sé cómo explicar lo que está ocurriendo ahora", dijo a IPS Yunus, de 53 años.
Según datos del gobierno, el año pasado la región del sur produjo un tercio de la cosecha anual de maíz en todo el territorio nacional, de 3,5 millones de toneladas.
Mulanje es uno de los principales distritos productores de maíz en Malawi. De sus 530.000 habitantes, 81 por ciento sobrevive en base a la agricultura de subsistencia. Durante la cosecha, quienes residen en Blantyre corren hacia Mulanje para comprar maíz barato.
Aparte de Mulanje, la seca ha perjudicado a otros seis distritos del sur y centro del país.
En Malawi, la temporada lluviosa a menudo comienza a principios de diciembre y se extiende hasta marzo. Pero en estos distritos o bien no han caído precipitaciones o bien han sido irregulares desde diciembre.
Cifras extraoficiales estiman que resultaron afectadas unas 30.000 hectáreas de cultivos, y que hasta 120.000 familias (un promedio de 720.000 personas) pueden necesitar asistencia alimentaria en la zona.
Funcionarios del gobierno clasifican a Mulanje entre las regiones más perjudicadas.
La producción alimentaria nacional puede bajar 30 por ciento, y solamente el sur puede registrar una reducción de 60 por ciento en comparación con el año pasado, señalaron periódicos locales, citando a funcionarios de las divisiones vinculadas al desarrollo agrícola.
Ahora el gobierno está interviniendo y ha asignado 76 millones de dólares del presupuesto anual a la ayuda alimentaria. Según el Ministerio de Finanzas, el dinero se gastará en comprar alimentos para distribuir a los hogares afectados.
El presidente Bingu wa Mutharika, quien también es ministro de Agricultura del país y presidente de la Unión Africana, realizó el 21 de febrero una gira sorpresiva por las principales áreas productoras de maíz, en el sur.
En esa ocasión dijo que este año Malawi experimentará un declive en la producción alimentaria, pero insistió en que el país todavía cosecha lo suficiente como para alimentarse a sí mismo. Lo que no habrá es excedente para exportar, señaló.
Yunus, que es viuda, no está segura de que ella y sus tres hijos sobrevivan si este año no cosecha maíz.
El gobierno sostiene que Malawi necesita 2,4 millones de toneladas de maíz para alimentar a sus 13 millones de habitantes, y que en la última temporada produjo un excedente de 1,3 millones de toneladas.
Según el analista en temas económicos Mavuto Bamusi, aunque Malawi tenga un excedente de producción la seguridad alimentaria interna sigue estando en entredicho. Esto se debe, en parte, a que no es fácil que haya maíz disponible y también a que algunas familias son demasiado pobres para comprarlo, sostuvo.
"Tenemos el maíz en los silos nacionales. Muchos hogares de Malawi no tienen alimentos a lo largo del año. Esto pone de relieve la cuestión de cómo el gobierno debería gastar este presupuesto extra", dijo.
El coordinador nacional de la Red de Agricultura de la Sociedad Civil, Victor Mhoni, señaló que la sequía ha puesto sobre el tapete la dependencia del maíz como cultivo básico en el país.
"Mientras continuemos llenando nuestra canasta de alimentos solamente con maíz y dependiendo de una agricultura basada en las lluvias, seguiremos siendo un país vulnerable", enfatizó Mhoni.
Aparte del maíz, Malawi también cultiva alimentos como mandioca, arroz y papas. Pero la población acostumbra a decir que no ha comido nada cuando ha almorzado mandioca o papas. La nsima, elaborada con harina de maíz, es el plato favorito.
Mhoni también acusó al gobierno de perpetuar esta dependencia del maíz al alentar a los agricultores, especialmente en los de distritos que tienen una buena producción de otros cultivos, a dedicarse a este grano.
Funcionarios del Ministerio de Agricultura dijeron a IPS que todavía no hay estadísticas sobre la cantidad de productores rurales que han abandonado el maíz para cultivar otros alimentos.
Pero un buen ejemplo es la isla de Likoma, en el lago Malawi. Antes de que comenzara el programa de subsidios a los insumos agrícolas, en 2005, los 10.000 habitantes del lugar se alimentaban con mandioca. Ahora la isla cultiva maíz, que está reemplazando lentamente a la mandioca como base nutricional.
"Nuestro programa de subsidios a los insumos agrícolas se ha dedicado al maíz y los fertilizantes en todo el país, incluso en lugares que dependen del arroz y el sorgo. Pese a sus buenas intenciones, el programa ha promovido esa fuerte dependencia del maíz, y cuando éste escasea sufrimos todos", explicó Mhoni.
Sin embargo, según él, la producción excedentaria de los últimos cuatro años significa que el gobierno no importará maíz para alimentar a la población. En cambio, se comprarán reservas locales, que se distribuirán intentando que la asistencia llegue a quienes la necesitan con más urgencia.
El gobierno dice que ha almacenado 140.000 toneladas de maíz en los silos de las tres regiones del país. También comprará 30.000 toneladas adicionales del grano a agricultores y comerciantes.
La estatal Corporación de Desarrollo y Mercadeo Agrícola señaló que tiene una reserva de 45.000 toneladas de maíz.
Los donantes aportan 40 por ciento del presupuesto nacional. Además, el fondo de alivio también depende de la Autoridad de Rentas de Malawi.
"La provisión de (76 millones de dólares) es apenas una estimación. El alcance total de lo que se necesita todavía tiene que determinarse", dijo el ministro de Finanzas, Ken Kandodo.
Pero, según Bamusi, si se quiere llegar a personas como Yunus, es necesario realizar una distribución generalizada de alimentos.
"Este dinero debería llevar los alimentos a lugares donde esas personas que los necesitan los obtengan fácilmente. También debe abordar los problemas del precio, porque hacer que los alimentos ingresen a un área es una cosa, y hacer que la gente pueda comprarlos es otra", señaló.
Durante la cosecha, cuando hay un gran suministro de maíz en el mercado, a veces se vende a 20 centavos el kilogramo. Actualmente, el kilo de maíz cuesta unos 40 centavos.
Sin embargo, Yunus preferiría poder cosechar a recibir asistencia.
"En los últimos años coseché suficiente y pude vender parte para comprar unas pocas cosas para mi familia. Ahora puedo ver cuánto sufrimiento experimentaremos si no cosecho nada, si Mulanje no cosecha nada. El maíz lo es todo para mí", dijo.
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