Desconcierto , consternación y una sensación de ingratitud generó en el gobierno británico la nueva posición de la administración Obama frente al diferendo por las Islas Malvinas. Las declaraciones de la secretaria de estado Hillary Clinton en su inesperada visita a Buenos Aires, los dejaron atónitos.
Desde la prensa a los murmullos de los funcionarios gubernamentales en riguroso "off the record",todos se preguntan por la oferta de Clinton de "mediar" en el "diferendo", cuando Gran Bretana considera que no hay nada que "mediar" en el conflicto, habla de la autodeterminacion de los islenos y espera lealtad infinita de su aliado transatlántico.
Si algo faltaba para producir "consternación" fue el vocero del departamento de estado norteamericano, refiriendose al conflicto como "Falkland/Malvinas" en sus declaraciones.
"Argentina clama Victoria en las Falkland", titulo a toda pagina The Times, con un subtítulo aún más importante para la opinión pública británica: "Clinton desafía a Gran Bretaña con oferta para alentar conversaciones".
Muchos prefieren pensar que las declaraciones de Hillary fueron un desliz voluntarioso para una visita improvisada y con escaso briefing. "Si Hillary Clinton no quiso snobear a Gran Bretaña en la disputa con Argentina sobre las islas Falkland, ella debe tratarla más cuidosamentre", le recomendó The Times, en un duro editorial.
Tras recordar que su caso legal "es precario", la presidente Kirchner esta al tanto de que "cualquier ataque militar sobre las Falklands sera repelido con más fuerza que cuando Argentina invadió a un debilmente defendido archipiélago en 1982", según The Times.
Hasta ahora y cuando se inició la exploración petrolera, el primer ministro Gordon Brown salió públicamente a calmar a los ultraconservadores "tories", que sonaban trompetas guerreras y pidió soluciones "inteligentes". En off, los diplomáticos británicos esperaban que la tempestad de la plataforma se apaciguara y saliera de la tapa de los diarios. La actitud de Hillary les ha roto esa estrategia.
Si bien británicos y argentinos se niegan a admitirlo, se reunieron el viernes pasado discretamente en Londres el viceministro de relaciones exteriores británico y encargado de América Latina, Chris Bryant y el encargado de negocios de la embajada argentina en Londres, Osvaldo Mársico, a cargo de la misión desde que partió el entonces embajador Federico Mirré para jubilarse casi dos años atrás.
El tema fue Malvinas. Con cierta curiosidad, Bryan habría querido saber cuál es la razón por la que el gobierno argentino aún no ha enviado un nuevo embajador a Londres. El ex secretario de cultura de Kirchner, Jose Nun, ha sido elegido por la presidenta pero todavía no ha conseguido el acuerdo del Senado para aterrizar en Londres. No es un diplomático de carrera para una misión compleja como es ser el representante en Gran Bretaña cuando los puentes están más que astillados y el lobby tiene un peso escencial a la hora de tomar decisiones.
La posición de Washington
En el marco del conflicto por la exploración petrolera británica en el Atlántico Sur, el Departamento de Estado desmintió ayer que haya ofrecido una mediación.
"Como dijo la Secretaría de Estado alentamos un diálogo entre el Reino Unido y la Argentina. No tenemos un rol en determinar lo que ellos decidan. Esos dos países deberían ser capaces de resolver sus disputas a través de canales diplomáticos", dijo una vocera del Departamento de Estado a Clarín.
El martes, Londres había rechazado una eventual mediación de EE. UU., luego de un pedido de "ayuda" que Cristina Kirchner le había hecho a Hillary Clinton.
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