El subsecretario de Recursos Hídricos de la Provincia, Salomón Lafi, actualizó días atrás la situación en la que se encuentran los principales embalses catamarqueños y no dejó de remarcar una circunstancia que confirma lo dicho por Ana Eller: las lluvias se están produciendo en sitios donde no es posible acumularla, porque no alimentan las cuencas de los ríos y, por lo tanto, no llegan a los diques.
Este panorama le agrega preocupación a las actividades agrícolas, puesto que sin agua para riego disponible, no podrán desarrollarse los cultivos anuales, sobre todo de la zona de los departamentos Santa Rosa y El Alto, donde se encuentran los embalses que menor nivel de agua acumulada tienen hasta la fecha.
"Con este panorama, de lluvias más cortas pero con mayor volumen, y que se producen en sitios donde no sirven, seguidos por mayor tiempo de insolación por más tiempo entre lluvias, ni el ambiente ni el hombre pueden aprovechar las lluvias", analizó Eller.
En este análisis, Lafi mencionó que la pobreza actual de los ríos obedece a que las cuencas no fueron nutridas por las lluvias. Las precipitaciones se registran en las partes bajas de los terrenos, por lo que los ríos siguen "flacos".
Y esta realidad es igual para los ríos del este y del oeste provincial: remarcó el funcionario que por ejemplo el río Andalgalá tiene, en la actualidad, el 50% de su cauce habitual para la época de lluvias.
"Ahora -opinó Eller- los meteorólogos y los científicos se deben plantear la realización de un nuevo mapa de las precipitaciones para la provincia y para toda la región. Porque de esta manera, no vamos a poder aprovechar la lluvia y nos vamos a quedar sin la posibilidad de contar con el recurso del agua".
La erosión que está dejando actualmente la cantidad de agua caída es otro problema. Al ser precipitaciones más intensas y de mayor volumen, erosionan el suelo con más fuerza, lo que implica que al llegar a los ríos, arrastran gran cantidad de sedimentos, que luego se acumulan en los embalses y recortan su capacidad de acumular el agua.
ENERO 2008
Fue el mes en el que se registró una mayor cantidad de lluvia caída en el Valle Central catamarqueño: el pluviómetro marcó 185.5 milímetros de agua caída en todo el mes.
Muchos más de los 57 milímetros de 2009 y los 119 de 2010.
Es porque las tormentas fueron más breves y se produjeron en lugares donde no alimentaron los ríos
Hubo más lluvias que el año pasado, pero no se acumularon
Febrero de 2010 fue el más seco de los últimos 3 años: sólo cayeron 26 milímetros cuando por lo general, se superan los 100.
El 30 de diciembre de 2009, una tormenta que se desarrolló especialmente en la Capital y los departamentos del Valle Central en poco menos de 40 minutos, dejó como saldo la acumulación de 77 milímetros de lluvia, según el pluviómetro con el que registra el fenómeno el Servicio Meteorológico Urbano de la Universidad Nacional de Catamarca. Calles anegadas, el Hospital inundado y numerosos daños fueron las consecuencias de una lluvia breve, pero intensa.
Tomando en cuenta los meses de diciembre de 2009, enero y febrero de 2010, por lo general los más lluviosos del verano en Catamarca, la cantidad de lluvia acumulada en este período en comparación con el de diciembre 2008/febrero 2009, es sensiblemente mayor.
Sin embargo, según destacó Ana Eller de Ferreyra, responsable del SMU, la característica de este período de lluvias es que las precipitaciones se produjeron durante menor tiempo, con mayor intensidad y con más días entre lluvia y lluvia.
Esto no deja de ser una preocupación, puesto que el agua "corre por el terreno, porque es más de lo que se absorbe, pero no se filtra para alimentar las napas freáticas", que son las reservas naturales de agua con las cuales se abastece a la población de todo el Valle Central.
Entonces, prosiguió Eller, el suelo queda suelto, "lavado", sin la cobertura natural necesaria para que se acumule la humedad y permita la filtración a las napas. Y además, al haber mayor cantidad de días entre lluvia y lluvia, la insolación es mayor, por lo tanto, el agua se evapora con mayor facilidad.
"Si se compara, la cantidad de días con lluvias fueron que en el mismo período del año pasado. Sin embargo, fueron lluvias más breves, a lo mejor más copiosas, pero seguidas de un mayor período de insolación. Esto quiere decir que se desaprovecha el agua caída, porque corre hasta que se pierde en los arenales o en lugares donde no se puede acumular", analizó.
Eller estimó, con estos datos, que las características de estas lluvias se asemejan a las de las zonas desérticas, que a las propias de un clima semiárido como el del territorio catamarqueño.
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