En Santa Fe, el consumo de agua potable por habitante y por día supera los 450 litros. En Rafaela, es de unos 350 litros. En ambas, no hay micromedición, pero en la ciudad del oeste santafesino, donde las napas son un problema grave y han debido hacerse obras para evitar que se hundan edificios, sus habitantes parecen haberse tomado con más seriedad al uso racional.
Las construcciones rafaelinas nuevas han sido obligadas -por ordenanza- a invertir en una doble cañería: una para agua potable y otra para usos en los que ésta no es necesaria, como lavarropas, mochilas de inodoros, canillas para riego, etc. Incluso, el verde de las plazas recibe agua no potabilizada.
La ciudad tiene unos 100 mil habitantes y depende para abastecerse de un acueducto hecho entre mediados de las décadas del ‘60 y el ‘70, que tiene como fuente de captación al acuífero Puelche, ubicado en Esperanza.
La obra ha cumplido pero ya no es suficiente, tanto que Assa ha previsto utilizar agua de las napas rafaelinas (saturadas de arsénico) potabilizándola por ósmosis inversa, un proceso caro pero necesario hasta que se logre la construcción de los grandes acueductos.
A las tres etapas del saneamiento, se refirieron los rafaelinos en la audiencia pública que el martes celebró el Enress, donde el gobierno escuchó a los usuarios: la fuente apta de captación de agua; su transporte, potabilización y distribución por redes, y su disposición final en las cloacas.
A Assa Rafaela le reclama más cobertura con redes de expulsión y una mejor provisión de agua potable. Vecinalistas, concejales de distintos partidos y el intendente dijeron en la audiencia pública que el problema no son las tarifas sino la falta de obras. Unos cargaron más las tintas en el pasado de la empresa y la desinversión que significó la privatización y otros en los dos últimos años de gestión.
“Abandonaron los acueductos”
Para Omar Perotti, al gobierno santafesino no le interesa concretar la obra de los grandes acueductos, clave para que Rafaela y otras localidades del oeste provincial accedan al agua potable en forma segura y en cantidad.
“Cuando uno ve por los medios que después de dos años de gestión se anuncia una obra planteada en cinco años, que es de 1.400 millones de pesos, en la que teóricamente caería el marco legal anterior y con el nuevo esquema debería aprobarse uno nuevo de la Legislatura, y encima uno ve que el monto que públicamente se dice que será de 83 millones para este año, nos quedan 1.320 millones para después, para los que vengan... Y a este gobierno le queda un año y unos meses. Esto es un abandono del proyecto de grandes acueductos”, interpretó el intendente.
“Si hubiera convencimiento el gobierno provincial se haría cargo de una fuerte inversión inicial, que es la que marca definitivamente que la obra no sólo empieza sino que se consolida. Nosotros aspiramos a que sea una real decisión política para hacer la obra”, afirmó.
Para Perotti, la actual gestión piensa “hacer una presentación inicial, descubrir la piedra fundamental y que se arregle el que viene... Por eso, uno reclama política con mayúsculas, con una acción de este tipo que va a superar a este gobierno, seguramente el próximo y más adelante se finalizará”.
“Sí señor, es verdad”, admitió el dirigente justicialista cuando El Litoral le recordó que la ley de acueductos y su licitación se aprobó al finalizar el último año del gobierno anterior.
“El millón de personas que no tienen acceso al agua potable en cantidad y en calidad y que sufre la presencia de arsénico, nos exige a todos los dirigentes políticos hacer la obra”, subrayó.
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