Al menos 25 familias del paraje El Bracho Luján (dpto. Avellaneda) y sus alrededores fueron evacuadas durante la mañana de ayer por socorristas de distintos organismos provinciales debido al repentino avance de las aguas del río Salado sobre sus viviendas por la rotura de una compuerta. También en Hoyo Cerco (Figueroa) hay otras 11 familias que tuvieron que ser alojadas en una escuela ante la rotura de las defensas construidas hace días.
Si bien los pronósticos que llegan desde la cuenca en Salta son alentadores, porque hablan de un lento retroceso del caudal, ayer fue uno de los días más difíciles para los pobladores ribereños y para los equipos de rescate que trabajan en la zona. Es que el río mostró toda su furia al romper casi 15 metros de bordos en una zona cercana a Santos Lugares, además de los daños en una compuerta que 24 horas antes había sido reparada.
EL LIBERAL recorrió ayer la zona de Bracho Luján, donde personal de la Secretaría de Desarrollo Social de la Provincia, Defensa Civil, Grupo Especial de Rescate, Recursos Hídricos, de la ONG Por un Vivir Mejor y pobladores de la zona trataban de contener el agua y de brindar ayuda a decenas de campesinos que tuvieron que huir con sus animales y algunas pertenencias.
Su esfuerzo sirvió por algunas horas, pero fue suficiente para que las familias comenzaran a limpiar algunos terrenos altos donde se montó un campamento, para recibir atención de los socorristas.
Durante la mañana, la violencia con la que golpeaba el agua sobre los bordos comenzó a provocar un lento pero progresivo desgaste y en cuestión de horas ya no había forma de impedir que la inundación avanzara sobre los sembradíos y corrales. Hasta el cementerio del paraje quedó bajo un manto de agua de casi 1,80 metros de profundidad.
El agua avanzó sobre todos los caminos que comunicaban los parajes de la zona y la situación tendía a empeorar hacía la tarde por la gran cantidad de líquido que pasaba por los bordos, aunque se esperaba para hoy una bajante importante que aliviaría la situación. Hubo casas que –según los pobladores- fueron abandonadas al verse en cuestión de horas con un metro y medio de agua adentro.
Ante la imposibilidad de frenar el paso avasallador del agua, los socorristas no tuvieron más opción que asistir a las familias damnificadas y ayudarlas a trasladar sus bienes a los lugares más altos cercanos a la posta sanitaria del lugar.
Mientras una asistente social de Desarrollo Social realizaba el relevamiento de todas las necesidades de las familias, los vehículos de los organismos se ocuparon de transportar a personas y bienes, además de entregarles chapas, naylon, agua, alimentos, calzados y frazadas que fueron enviados por el Gobierno provincial.
Testimonios
Juan Manuel Tévez nació y se crió junto al Salado. “Tengo la casita adentro del agua. En el 2000 tuvimos otra inundación pero no como ésta. Ahora el agua va a ir a parar hacia la ruta 92 y el cruce con la 34 porque es la única manera de sujetarla”, dijo el hombre que ahora debe pensar por su familia compuesta por siete personas, entre ellas una anciana y un chico discapacitado.
Testigo de una lucha desigual, muchas viviendas quedaron cerradas con candados y al sólo cuidado de algunos perros o de algún hombre que se arriesga y regresa cada tanto para controlar que nada de lo que dejaron haya desaparecido.
Otros pobladores, como los Tévez se fueron con toda su hacienda hacía cercanía de Acequia Vieja, paraje cercano a la ruta nacional 34 y a unos 10 kilómetros de Luján.
Juan Gómez es otro poblador que tuvo que huir con su familia. Ayer cargó sus cosas en un camión particular para trasladarlos junto a su mujer y a los niños hasta la casa de sus parientes en Añatuya.
Luisa Serrano tiene 80 años y ya no recuerda cuantas veces tuvo que escapar de las crecidas del Salado a lo largo de su vida en la ribera. “No es la primera vez que el agua nos saca de un lugar. Hace no sé cuantos años que nos trajo a este mismo lugar y ahora otra vez nos corre. No tengo a donde ir”, dice con preocupación la mujer parada sobre la porción de tierra seca que escapó de la crecida.
Dudas. A muchos de los pobladores consultados les llama la atención que el río desborde sólo hacia la margen derecha, mientras que a la izquierda los campos sembrados permanecen intactos. Algunos sospechan de roturas intencionales.
Contracara. Mientras los pobladores corren una carrera contra el agua, vecinos de Añatuya aprovechan la gran cantidad de agua existente en ambos costados de la ruta provincial 92 para pescar y comer asado en familia. |
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