Saladas es una población que, a pesar de estar rodeada de lagunas no cuenta con una que pueda ser aprovechada en épocas de verano, cuando las temperaturas ascienden a más de 40 grados y, como si eso fuera poco, desde hace varios años tampoco hay energía eléctrica cuando el termómetro sube.
La laguna Soto está ubicada geográficamente en el centro de la ciudad, a tan solo tres cuadras de la plaza principal y fue la que funcionó como balneario municipal desde principios de los años ‘40.
Rápidamente este inmenso espejo de agua, por su ubicación y dimensiones se convirtió en el lugar de referencia a la hora del esparcimiento y la recreación de muchas generaciones de saladeños y de miles de visitantes que en temporadas de verano elegían la tierra de Cabral para pasar sus días.
A mediados de la década del ‘80 y merced al crecimiento que evidenciaba la población, la construcción de casi 800 viviendas en el Barrio Don Bosco (frente a la laguna), sin ningún tipo de planificación por parte de las autoridades responsables del Gobierno provincial, provocaron la contaminación de sus aguas con residuos cloacales y entonces el balneario dejó de funcionar como tal.
A partir de allí se sucedieron numerosos estudios científicos: Aguas de Corrientes, Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), el Instituto Correntino del Agua y el Ambiente (Icaa) y el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal). Ninguno de ellos acompañados por acciones concretas, salvo el realizado en 2006, por un vecino de la localidad, el comerciante Víctor Hugo Pozzo, quien desafió todo tipo de falsa burocracia y palabrería y realizó la limpieza de la laguna a la que asistían casi 3 mil personas por fin de semana.
La intervención nuevamente, hace un par de años, de gente entendida en la materia como los miembros del Cecoal, a través del biólogo Juan José Neiff y a partir de una movida organizada y ejecutada por dos jóvenes periodistas locales, comprometidos con la causa, provocó, otra vez, la atención de los medios de comunicación y así, la de la sociedad toda, incluso, de las autoridades políticas quienes rápidamente aprobaron un presupuesto que destinaba fondos para la limpieza y el mantenimiento de la laguna, lo que en realidad nunca se produjo hasta el día de hoy.
También, en septiembre de 2008, una ordenanza municipal instó a la firma de un convenio cuyo plazo es de 5 años y del cual participan el Cecoal, dependiente del Conicet y la Municipalidad de Saladas. Sin embargo, y luego de dicho compromiso contraído entre estas dos instituciones, nunca más miembros del Cecoal estuvieron en la localidad.
En la actualidad la laguna está prácticamente tapada por la vegetación y por la indiferencia de un pueblo que añora los viejos tiempos en que podía disfrutar de ese espejo de agua.
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