Varios comunicados extraoficiales, que circularon por correo electrónico y diferentes sitios web, anunciaron, desde el sábado 27 de febrero pasado cuando se produjo el primer sismo en Chile, la posibilidad de que la cercanía del epicentro del temblor con la presa de El Chocón produjera consecuencias que pudieran afectar a la ciudad de Neuquén y poblados de los alrededores.
Esta hipótesis se vio pronto alimentada por el simulacro que se realizó desde el municipio de Neuquén para controlar que los sistemas de alarma en caso de emergencia funcionaran correctamente.
Los ingenieros del Orsep (Organismo Regulador de Seguridad de Presas) estamos asombrados por la información difundida porque es una absoluta falacia que exista riesgo de derrumbe en la zona del Chocón”, aseguró Osvaldo Arabarco, miembro del Orsep de Neuquén en diálogo con Hoy.
Según adelantó, probablemente este próximo viernes desmientan los rumores sobre fisuras o quiebres de la presa en una conferencia de prensa.
Bajo la misma línea argumentativa, Hugo Capozzoli, miembro de Defensa Civil de la provincia de Neuquén, graficó: “Existe un montón de presas también en Chile y aún no se conoce de ninguna que haya sufrido las consecuencias del sismo”.
En 1967, el Gobierno nacional creó la empresa Hidroeléctrica Norpatagonia SA con el objetivo de aprovechar el caudal de los ríos Limay y Neuquén para generar energía eléctrica y evitar que la población sufriera crecidas como las de los años 1945 y 1951, que provocaron daños e inundaciones en zonas urbanas, así como la erosión de las zonas cultivadas del Alto Valle y Valle Medio.
Hacia fines de 1968 se dio inicio al asentamiento de obreros y las obras que llevaron a que, en 1972, entrara en funcionamiento la primera turbina de la central El Chocón, obra que tuvo su finalización en 1977 con la puesta en marcha de la sexta turbina.
Otras dos obras completaron el objetivo de esta presa: el dique compensador Arroyito, construido en 1976 y situado aguas abajo de El Chocón, que atenúa las descargas; y la presa Piedra del Aguila, en 1990, situada aguas arriba, para atenuar las crecidas.
El 11 de agosto de 1993 entró en vigencia la adjudicación por la cual el consorcio internacional Hidroinvest SA, liderado por la Empresa Nacional de Electricidad SA de Chile y CMS Generation de Estados Unidos, adquiere la concesión en forma exclusiva de las centrales hidroeléctricas de generación denominadas El Chocón y Arroyito por el término de 30 años, por un total del 59% del capital accionario. En otras palabras, en ese año se concretó la entrega infame del Gobierno menemista, en el marco de la política de privatizaciones que tuvo lugar la década pasada.
Las principales funciones de la presa El Chocón están relacionadas a la regulación de las crecidas en el caudal del río Limay, la regulación de agua para satisfacer el consumo humano y de riego en épocas de sequía y, por supuesto, la generación de energía eléctrica, con una capacidad media anual de 3.350 GWh.
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