Desde hace más de un mes, vecinos de calle Chuarrarín al 2000 viven mortificados. Es que, a partir de la rotura de un caño en la calle, aseveran que empezó a subir la humedad por las paredes del frente de la casa y, lo que es peor, a fluir agua en el dormitorio.

UN CASO. Se trata del lugar de descanso de los dueños de casa, Ramona Herenú y Desiderio Ramírez, quienes desde que empezó el problema han buscado incansablemente respuestas en la Municipalidad, sin lograrlo hasta ahora. Por eso decidieron hacer público el reclamo y mostrar el estado de las paredes y la habitación. Cuando EL DIARIO acudió, el agua se extendía por casi toda la superficie del piso de la pieza y los vecinos mostraron que la pérdida fluía de los zócalos. “Tenemos que estar sacando con baldes. Se arruinan todos los muebles y los focos de la luz explotan a cada rato por tanta humedad”, cuenta Ramona, que se movía en el dormitorio siguiendo una especie de sendero compuesto por unos tablones de madera.
La habitación está ubicada al final, en el fondo, de la casa de Ramona y Desiderio. Casi a la misma altura, tiene el patio José Díaz, otro vecino de la cuadra, que también sufre los embate de la humedad. Es que el fondo estaba ocupado por grandes charcos, que prácticamente inundaban la mayor parte del espacio. “Es un desastre. No puedo cortar el pasto porque está lleno de agua, mis hijas ya no tienen dónde estar y tengo inconvenientes con los otros vecinos (de viviendas lindates) porque tienen humedad y dicen que es mi problema y que se los solucione”, expresa con desazón.

CAUSAS. Los vecinos no tienen duda de que el agua que sale en sus casas es potable y proviene de la calle, de una pérdida profusa existente desde hace también más de un mes. Está justo sobre el cordón cuneta de Churruarín 2048. Ahí, hay un charco claro -que parece renovarse continuamente debido a que en el fondo se observa un constante fluir- y un torrente de agua corre calle abajo.
La certeza de que se trata de agua de red, se basa –según la gente- en que al cortarse el suministro en la zona, enseguida se despejan los charcos. “Todas las veces que desde Obras Sanitarias han cortado el agua, ha dejado de salir en el dormitorio”, asevera Desiderio. En tanto, José dice que lo mismo ocurre en su patio.
Para los habitantes, se trata de una gran filtración; pues entienden que el agua gana espacio debajo de las construcciones y surge en las partes traseras de las casas. Aunque, en la casa de Hereñú, da señales a mitad de camino: un listón firme de humedad sube por las paredes del frente de la vivienda.

PEDIDO. Todo arrancó a fines de enero, cuando la falla en la cañería empezó a hacerse notar en la cinta asfáltica luego de que se realizaran conexiones a una obra de construcción ubicada enfrente de los vecinos inundados. Una vez aparecido el inconveniente, acudió personal de Obras Sanitarias, trabajó en la cañería y se detuvo la salida de agua en las viviendas –“Yo estaba feliz”, dice Ramona-; pero a las pocas horas volvieron las pérdidas. Los vecinos entonces llamaron a Obras Sanitarias: “Vinieron, miraron, dijeron que era una vertiente, les di una muestra del agua que salía en el dormitorio (para que la analicen y vean si era potable) y se fueron”, recuerda Desiderio. Sin novedades desde el área, los frentistas acudieron a la Defensoría del Pueblo, desde donde se les informó que remitirían el requerimiento a Obras Sanitarias. También fueron a Defensa Civil y, por último, recurrieron a la Unidad Municipal Nª 4, con jurisdicción en la zona. “Vino el señor (Mariano) Veloz (coordinador de la repartición), trajo una cuadrilla de Obras Sanitarias. Se fueron a la planta (de agua), cerraron (el suministro) y se dieron cuenta que así (interrumpiendo el servicio) no salía agua. Pero después no volvieron más”, detallan los vecinos, que tras tanto andar ya no saben qué más hacer.
“Esto no puede ser así. Tenemos los impuestos al día, por qué no nos dan una solución. Estamos enloquecidos porque no tenemos respuesta de nada”, expresa, angustiada, Ramona.
Así las cosas, los vecinos acotan que hace más de 30 años que viven en la zona y que es la primera vez que les sucede algo así.