Por estos días se cuentan en las calles rosarinas alrededor de 230 corralitos de Aguas Santafesinas (Assa), más del doble del promedio habitual estimado en torno al centenar. Esto es producto de la virtual paralización de reparaciones en la vía pública, entre noviembre y mediados de febrero, por razones presupuestarias. Más allá de las tediosas complicaciones para el tránsito, algo más grave ocurrió ayer cuando un hombre de 63 años cayó, con auto y todo, en un pozo de 5 metros en Corrientes al 1800. Por fortuna, sufrió sólo lesiones leves.
Si bien es imposible que los corralitos que en el último semestre infestaron las calles desaparezcan totalmente, Assa asegura estar intentando ponerse al día con las reparaciones. No es fácil: desde que en febrero retomara los trabajos suspendidos, con la friolera de 300 vallados pendientes en calles y veredas, se hicieron más de 250 arreglos. Pero eso sólo logró reducir la cantidad de señalizaciones en 70, ya que todos los días aparecen roturas.
Historia. La incorporación de los corralitos de Aguas Santafesinas al paisaje rosarino tiene una explicación centenaria entre 5 y 15 metros bajo tierra: las cañerías pluviocloacales que se tendieron hasta los primeros años del siglo XX en lo que hoy es el radio antiguo de la ciudad, limitado por bulevar Seguí, Río de Janeiro, Génova y el río.
Esas cañerías, que llevan hacia el río el agua de lluvia junto con los desechos cloacales, funcionaban bien hace 50 años, con menos población y más calles de tierra y espacios verdes que ayudaban a absorber la lluvia. Pero esa permeabilidad fue cambiando con años de pavimento y edificaciones, y hoy los caños ya no resisten tanto caudal. Esto, además de causar anegamientos si llueve mucho, ocasiona cada vez más roturas en los viejos caños que, para repararse, requieren excavar pozos a veces muy profundos.
La solución para esta situación en el radio antiguo —en el resto de la ciudad el tendido, más nuevo, se divide en una cañería pluvial y otra cloacal— se anunció en 2008, con la extensión hasta el río del conducto que va por Vera Mujica entre el nuevo Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) y Córdoba. Sin embargo, esa inversión de 17 millones de pesos hoy no está presupuestada.
Como si no bastara con un caudal superior a su capacidad, los viejos caños pluviocloacales también deben acarrear el déficit financiero de Assa, con un costo de servicio que duplica holgadamente la tarifa promedio y, en consecuencia, su recaudación (brecha compensada por subsidios provinciales).
Todo esto explica la proliferación de corralitos desde agosto pasado, cuando el presupuesto de Assa comenzó a abandonar las caras, complejas y tercerizadas reparaciones en las calzadas, salvo las que pudieran afectar seriamente el servicio.
El gerente de Relaciones Institucionales de Assa, Guillermo Lanfranco, admitió que en enero había “300 señalizaciones en la vía pública, cuando el promedio está en alrededor de 100”. Y fue más allá al sincerar otro aspecto de la realidad presupuestaria: “Esas cosas se ven, pero hay otros corralitos invisibles que tampoco se pueden afrontar, como el mantenimiento preventivo de las bombas”.
Tapando baches. En este marco, Assa comenzó a tapar al menos una parte de sus baches presupuestarios. “Esto no se va a solucionar de un día para el otro, pero se está aumentando el ritmo de reparaciones empezando por los que están desde hace más tiempo”, dijo Lanfranco, y detalló que entre el 17 de febrero y el 5 de marzo se hicieron 144 arreglos en vereda y 131 en calzada.
El radio más crítico está entre Ovidio Lagos, Pellegrini, Oroño y el río, donde confluye una gran circulación vehicular con recurrentes roturas de caños, “porque se junta toda el agua que baja del oeste hasta el aliviador que corre por Oroño”, explicó.
Cómo se hacen los arreglos
La reparación de cañerías en la vía pública es un trabajo complejo que puede demandar hasta 10 días hábiles y que Aguas Santafesinas terceriza a un costo promedio de 5.000 pesos. Para los arreglos en veredas, Assa recurre a personal propio, pero cuando hay que perforar la calzada, trabaja con cuatro empresas que cuentan con la maquinaria vial necesaria: se trata de retroexcavadoras, camiones volcadores y otras máquinas destinadas a las perforaciones.
Método. Al encarar el arreglo, primero se debe sacar toda la tierra que hay sobre la cañería, que corre más abajo a medida que se acerca al río (en calle Beruti, por ejemplo, está a 22 metros de profundidad). La reparación del caño es rápida, lo que requiere más días es el relleno y la compactación del pozo, para lo cual no se puede utilizar la misma tierra que se extrajo.
Una vez compactado, siempre que la lluvia no obligue a empezar de nuevo, se agrega una losa de cemento y finalmente la capa asfáltica.
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