Por su propia ubicación geográfica, el Gran Mendoza se expone en forma permanente a los riesgos aluvionales.
Existen sobrados antecedentes sobre el tema, los que se remontan a la época de la colonia, aunque en el imaginario de la gente hayan quedado grabados el aluvión de 1934, que destruyó Cacheuta y que surgiera como consecuencia del desprendimiento de un porción importante del glaciar El Plomo y el del 4 de enero de 1970, al colapsar el dique Frías.
Uno más cercano se produjo en febrero de 2007, afectando zonas de Luján, especialmente Chacras de Coria.
Son numerosos los factores que se concatenan para que esos hechos cobren gravedad. El principal, la ilógica ubicación de la ciudad de Mendoza, un conglomerado cada vez más numeroso expuesto a las crecidas que se originan cuando se producen grandes precipitaciones en la precordillera.
A ello se suman otros errores, también provocados por el hombre, como la extracción de áridos desde zonas aluvionales, los asentamientos humanos no planificados, la urbanización en zonas peligrosas o la destrucción del endicamiento natural generado por la vegetación autóctona, a través de un acelerado proceso de degradación.
Un trabajo realizado por un funcionario del Cricyt, especialista en cuencas hídricas, señala que el mayor problema del riesgo aluvional se presenta porque “en la base del pedemonte hay una ciudad de un millón de habitantes” y que a ello se suma el hecho de que se continúa con la urbanización en zonas marginales de alto riesgo, que persiste la competencia “feroz” por el suelo del pedemonte y que las autoridades demoran las decisiones para ordenar el territorio.
Señala entonces que el actual sistema de desagüe para la ciudad es insuficiente, que son necesarias pequeñas trampas de agua para retener el escurrimiento y que la garantía eficaz para regular las aguas aluvionales es un buen manejo de la vegetación natural.
El Gran Mendoza -en el Norte- cuenta con una red de represas para retener los efectos de los aluviones. Algunas de ellas se encuentran colapsadas, como el colector Papagallos y otras son insuficientes para contener el descenso del agua. Pero hacia el Sur el problema se profundiza.
Es por ello que resulta importante el anuncio realizado días pasados, indicando la construcción de una serie de obras en la zona de Chacras de Coria, para mitigar los problemas generados por los aluviones.
Las obras se realizarán con un aporte de la Nación por 130 millones de pesos y el paquete incluye -según la información oficial- la creación de las presas Chacras -al noroeste de la cancha del club Chacras de Coria-, la prolongación por unos 8 kilómetros adicionales del colector Blanco Encalada, para aliviar los aportes de agua de la zona, y la creación de otros dos: el Sosa y el Maure; los trasvases de la cuenca de Papagallos al Frías y del Maure a Chacras de Coria.
Se trata de obras necesarias para una importante zona de la provincia y es de esperar que esos anuncios se lleven a los hechos. No debemos olvidar que en los últimos años se multiplicaron las promesas de parte del Gobierno Nacional pero son contadas con los dedos de una mano las que finalmente se concretaron.
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