Según trascendió de fuentes vinculadas al Gobierno provincial, en 15 días se conocerá un plan de obras destinado a mitigar el impacto de los anegamientos en la ciudad de Córdoba y en el Área Metropolitana.
Se trata de los frutos del trabajo que se inició en diciembre pasado, cuando una intensa lluvia provocó importantes daños en la zona noroeste de la ciudad. En ese momento, la Provincia anunció la conformación de una mesa de trabajo de la que iban a participar municipios y el Instituto de Planificación del Área Metropolitana (Iplam).
Después de casi tres meses de trabajo, se elaboró un plan de obras públicas que sería anunciado esta semana por el gobernador, Juan Schiaretti.
Los detalles de esas obras se guardan bajo un estricto silencio. Sin embargo, La Voz del Interior pudo acceder a algunas de las características que tendrán los trabajos. En principio, se construirán lagunas de retardo en varios puntos del Gran Córdoba, con el objetivo de evitar que las aguas de escorrentía impacten de manera violenta contra la Capital.
Las lagunas de retardo embalsan las aguas y reducen su caudal.
No obstante, especialistas consultados por este diario dudaron de su efectividad, ya que requieren mantenimiento y, con el paso del tiempo, pueden convertirse en lugares propicios para la reproducción de insectos.
En la ciudad.
Las lagunas de retardo deberán complementarse con obras de desagüe en la ciudad de Córdoba. En los anuncios de Schiaretti se comprometerá la construcción de infraestructura pluvial en el noroeste, oeste y sudoeste de la Capital para recibir las aguas desde las lagunas, y derivarlas al cauce del río Suquía.
Además, se anunciará la pavimentación de algunas calles para facilitar el flujo de agua hacia los desagües.
Desde la Provincia confiaron que las obras serán amplias y demandarán una inversión millonaria. Sin embargo, no se detalló cuál será el origen de los fondos o si habrá aportes del Gobierno nacional.
Por qué Córdoba queda bajo el agua
Lluvia, anegamientos y evacuados. Esos tres elementos constituyen una tríada que, desde hace poco más de dos décadas, está cada vez más presente en la ciudad de Córdoba. Las razones también están estrechamente ligadas: la (falta de) planificación por parte del Estado no tuvo en cuenta las características geológicas de la zona en la que se emplaza la Capital, permitiendo cambios medioambientales que hoy sufren decenas de miles de cordobeses.
Tras un año que se caracterizó por la ausencia de lluvias que desencadenó una importante crisis hídrica, en diciembre comenzaron a registrarse precipitaciones considerables. Eso produjo anegamientos en diferentes sectores de la ciudad, principalmente en el arco oeste (noroeste y sudoeste).
Enero dio un respiro, pero en febrero y marzo recrudeció el panorama, y los barrios afectados siempre fueron los ubicados en los mismos sectores, en la franja comprendida desde Los Boulevares hasta Santa Isabel 3º Sección.
También se repitieron los desbordes de los Canales Maestro Norte y Sur, provocando pérdidas materiales más que importantes, sobre todo en urbanizaciones carecientes.
Otras de las zonas afectadas fueron las ubicadas en el Gran Córdoba, con el anegamiento de barrios privados establecidos en el noroeste, principalmente en los límites entre Córdoba y Villa Allende.
También se llenaron de agua los accesos a la ciudad, que debieron ser restringidos al tránsito por la enorme corriente que transportaban.
Un dato que no es menor es la cantidad de lluvia caída en cada uno de esos momentos críticos: estuvo entre los 40 y 70 milímetros.
Las causas de esta situación y sus posibles soluciones se detallan en este informe.
Causa 1: características geológicas de la zona
El ejido municipal de Córdoba es similar a un pozo cortado por una zanja: el valle del río Suquía, hacia donde escurren las aguas de las precipitaciones. Esa caracterización pertenece a la “Carta de peligrosidad de inundación, erosión y anegamiento para las acciones de prevención”, un importantísimo estudio geológico elaborado por Francisco Quintana Salvat y Osvaldo Barbeito, investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba.
Este estudio explica cuáles son las características geológicas por las cuales sectores de la ciudad quedan bajo el agua con lluvias que sean de entre 30 y 40 milímetros en cortos períodos de tiempo.
La Carta indica que la Capital se desarrolló en el pie de monte de las Sierras Chicas, atravesado de oeste a este por el cauce fluvial del río Suquía. Además, está sobre una superficie geométrica de forma plano-cóncava, con inclinación hacia el este-sudeste.
Esa inclinación hace que, por ejemplo, la diferencia de altura entre el ingreso del Suquía a la ciudad (al oeste) y su egreso (al este), sea de 130 metros.
En otras palabras, Córdoba está en el valle de un cordón montañoso y recibe las escorrentías producidas por las lluvias caídas en las laderas de esas montañas.
Por la inclinación del terreno, las aguas corren en busca del río Suquía.
Por ejemplo, las precipitaciones que se registran en el flanco oriental de las Sierras Chicas y las que se juntan a la altura del Aeropuerto Ambrosio Taravella, afectan la zona norte, mientras que las lluvias caídas en la sierra de Malagueño y Los Cerrillos, escurren hacia la zona sur de la Capital.
Pendiente
Córdoba está ubicada en una pendiente que comienza al pie de las Sierras Chicas y termina en el este-sudeste. Las lluvias que caen en la ladera oriental del cordón montañoso afectan directamente a la Capital.
Soluciones posibles
Canal de evacuación. Los geólogos Francisco Quintana Salvat y Osvaldo Barbeito recomiendan construir un canal, paralelo a la Circunvalación, que proteja a la ciudad del agua proveniente del noroeste y del sudoeste.
Desagües. Los especialistas también recomiendan incrementar las obras de desagües pluviales en la ciudad.
Canales maestros. Refuncionalizarlos para que actúen como canales de evacuación de excesos hídricos.
Alcantarillas. Readecuarlas en la Red de Accesos a Córdoba y en los terraplenes ferroviarios.
Crecimiento urbano. Evitar nuevas urbanizaciones periféricas en las áreas suburbanas, que no continúen con la zona urbana.
Islas. Fomentar el desarrollo de archipiélagos urbanos y barrios parques o countries con frecuentes intercalaciones de espacios verdes, en los que se preserve la vegetación autóctona.
Uso del suelo. Planificación del uso del suelo en las zonas rurales adyacentes al ejido urbano, tendiente a restablecer el primitivo equilibrio infiltración-escorrentía. Como principal medida al respecto, sería deseable evitar la siembra abusiva de soja, rotando los cultivos.
Causa 2: acción del hombre y sus consecuencias
La otra causa destacada por los investigadores es la acción del hombre, ya que modificó las características naturales de zonas que evitaban los anegamientos.
El trabajo de Barbeito y Quintana Salvat distinguen en ese sentido los procesos de urbanización que comenzaron en la década de 1950 en la zona noroeste y oeste de la ciudad. Además, se desarrollaron de manera importante pueblos ubicados en un radio de 50 kilómetros con centro en la Capital.
“Eso produjo la alteración del pie de monte oriental de las Sierras Chicas por la constante pérdida de cobertura vegetal autóctona: se hicieron comunes el desmonte, el sobrepastoreo y la siembra de cultivos de gran desgaste del suelo”, indica la investigación de Barbeito y Quintana Salvat.
El constante crecimiento urbano más los factores descritos anteriormente, “se tradujeron en un progresivo agravamiento de los procesos de erosión hídrica y un notable incremento en los caudales de escorrentía desde las zonas rurales al ejido de la ciudad”, causando serios problemas de anegamientos en la mayoría de sus barrios periféricos del noroeste, oeste, sudoeste y sur. En otras palabras, se restó capacidad de absorción al suelo, y ahora esa agua ingresa directamente a Córdoba.
Miguel Rettaroli, docente e investigador universitario, explicó que, en una zona con monte nativo, del ciento por ciento de las precipitaciones, sólo un 10 por ciento se mantiene en superficie. El resto se evapora o termina en las napas.
En cambio, en un área urbanizada el agua en superficie se cuadruplica.
Del ciento por ciento de las precipitaciones, un 43 por ciento queda en superficie, un 25 por ciento se evapora y un 32 por ciento se convierte en agua subterránea.
Desmonte
La pérdida de cobertura vegetal autóctona en las Sierras Chicas elevó considerablemente las escorrentías que terminan en la ciudad de Córdoba. Eso provoca que se aneguen importantes zonas del oeste, noroeste, sudoeste y sur de la Capital.
Causa 3: falta de planificación del Estado
La geología y el incipiente impacto de las actividades humanas y su relación con los anegamientos no fueron suficientes para que el Estado actuara, pese a que hay estudios que datan de 2001.
Esto se evidenció en que no se tomaron a tiempo las medidas de planificación urbana que permitieran mitigar o evitar que grandes partes de la ciudad queden bajo el agua con cualquier precipitación.
Primero, se permitieron desmontes y luego urbanizaciones que fueron deteriorando la capacidad de absorción de suelos y aumentando la cantidad de agua que corre por superficie. Entre las urbanizaciones, hay desde costosísimos barrios privados hasta villas miserias.
“Hay muchísima gente que conoce las causas, pero nadie lo reúne para normar. El déficit es jurídico, y es complicado”, opinó Miguel Rettaroli, docente e investigador de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba.
“Sucede que es un problema que abarca a muchas municipalidades, que trabajan por su cuenta. Las acciones de estos sectores son autónomas”, añadió.
Rettaroli destacó el trabajo de su par Guillermo Irós en el Instituto de Planificación del Área Metropolitana.
Irós elaboró un proyecto de ley por el que busca frenar la expansión urbana del Gran Córdoba, limitando el uso del suelo. La iniciativa fue aprobada en setiembre pasado.
Sin control
El problema de la falta de planificación abarca a varias municipalidades del Área Metropolitana, las cuales permitieron desmontes y urbanizaciones.
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