La sobrepoblación, la basura, las invasiones a zonas de reserva ecológica y la sobreexplotación de mantos freáticos han colocado al sistema de drenaje del valle de México en una situación de obsolescencia, advierten analistas y expertos.
A lo anterior se suman el cambio climático que modifica los patrones y la intensidad de las lluvias, 14 años de olvido gubernamental en la reparación de fallas y hasta el deshielo de los volcanes que elevan la cantidad de agua que llega a la parte baja del valle.
Los múltiples problemas que enfrentan los 12 mil 343 kilómetros de drenaje dejan a la zona metropolitana en un riesgo permanente de inundaciones provocadas por fuertes lluvias.
La situación ha empeorado debido a que el sistema ha perdido en 35 años la capacidad de desalojar 80 mil litros de agua por segundo. Cuando se inauguró, en 1975, el Gran Canal de Desagüe tenía una capacidad de expulsión de 280 mil litros por segundo. Para 2007 sólo podía sacar 150 mil litros y hoy, después de inversiones por 360 millones de pesos para instalar plantas de bombeo, se ha llegado a 200 mil litros por segundo.
Blas Anda Carrillo, ingeniero del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM), lamenta que nadie le dé la importancia debida al drenaje, sólo hasta que da problemas. Encargado de una cuadrilla que desazolva colectores y atarjeas, comenta los problemas que causan los desechos capitalinos. En zonas restauranteras, gruesas capas de grasa expulsada de las cocinas bloquean los tubos de desagüe. En zonas de talleres mecánicos, las estopas de los trabajadores. Por eso, tiene razón cuando dice: “Lo que sucede arriba se manifiesta abajo”.
Darío Munguía Torres, jefe de la unidad de Desazolve de Colectores del SACM, explica que en 2009 la limpieza de las redes primaria y secundaria del drenaje generó 17 mil 677 metros cúbicos de basura, a lo que se suman 113 mil 500 metros cúbicos de desechos extraídos de 18 de las 32 presas del poniente de la ciudad.
Tal cantidad de basura daña los equipos de bombeo del drenaje y la prueba está en la planta El Salado de Iztapalapa, de donde se han extraído colchones, sillas, sillones y llantas.
Francisco Santiago Mota, jefe de la oficina oriente de la Unidad de Drenaje Zona-B del SACM, explica que esas plantas de bombeo tienen una vida de hasta 5 años, pero debido a la basura se reduce a un año y medio. La reparación de cada equipo cuesta 500 mil pesos.
Para el arquitecto Jorge Legorreta, académico de la UAM Azcapotzalco, la basura es quizás el menor de los problemas. Desde su perspectiva, lo más grave tiene que ver con los hundimientos generados por la sobreexplotación del acuífero, lo que dificulta cada vez más el desalojo de agua.
Jacobo Espinosa, del proyecto Sierra Nevada, considera complicado que se detengan los hundimientos, pues bosques y zonas agrícolas han sido sustituidos por casas y vialidades que impiden la recarga de agua al subsuelo.
Legorreta advierte que mientras se termina el Túnel Emisor Oriente (nuevo sistema de drenaje), los riesgos son numerosos: “El agua es cada vez más, la ciudad se extiende y los túneles no han sido la solución cabal. Si no reducimos el agua que desciende de las montañas y si no almacenamos el agua de lluvia en la parte baja, vamos en camino a una gran inundación”.
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