Unas pocas lagunas a la vera de la Ruta Nacional Nº 5, en proximidades del arco de ingreso a la localidad pampeana de Anguil, constituyen la muestra clara de la torrencial lluvia registrada en los últimos días.
Los casi 400 milímetros que recibió este pueblo, ubicado a 28 kilómetros al este de la ciudad de Santa Rosa, en menos de 12 horas, dejó numerosos daños que ya se están reparando.
Su suelo arenoso y seco resumió gran parte del diluvio, pero queda mucho trabajo por hacer y proyectos que esperan ser puestos en marcha para que la realidad no vuelva a golpear en un futuro.
En esa tarea se encuentra el intendente municipal, Diego Fernández, junto a un grupo de colaboradores.
Anguil, hasta hace poco más de un mes, se encontraba sumida en un panorama de sequía extrema durante casi tres años, con cosechas muy pobres, girasoles y maíces mediocres que complicaban la actividad del pueblo y, consecuentemente, del municipio, que vive de la actividad agropecuaria.
"Como si fuese poco, hubo gente que llegó en 2009 para quedarse y buscar trabajo en esta comunidad, que de por sí es muy pequeña", dijo el jefe comunal.
En diálogo con "La Nueva Provincia" , Fernández graficó la desigualdad climática al señalar que "se cayó el cielo encima" en vez --dijo-- "de caer 8 cuotas de 50 milímetros".
Ya en los días previos, se habían registrado dos tandas de precipitaciones de 100 y 60 milímetros, con lo cual había renacido la esperanza de los chacareros, quienes, sin tiempo que perder, comenzaron a mover tractores y maquinarias.
Pero ahora otra es la realidad: todos estarán de algún modo frenados, a la espera de que el piso absorba la humedad y deje las condiciones necesarias para retomar el trabajo.
En cambio, en el pueblo otra es la cuestión. El sol de los días posteriores al fenómeno climático contribuyó para secar colchones, ropa, y todo elemento doméstico tocado por el agua, sobre todo en el barrio FONAVI, construido hace más de 20 años cerca de la planta urbana.
El propio intendente se ocupa, por estos días, de muchas tareas. Alterna los trabajos de oficina con los de campo.
Poco antes de la charla con este medio se encontraba limpiando la estación de bombeo que derivó el agua acumulada en el pueblo hacia campos linderos.
"Gracias a Dios se escurrió, pero creí que íbamos a tener el agua en las casas todo el día", dijo Fernández en un alto en el trabajo.
Esto se debe al trabajo que han hecho las dos bombas que posee la planta durante 30 horas, así como la colaboración de los bomberos de Catriló y Winifreda y de Defensa Civil, ya que Anguil no cuenta con servidores públicos, dijo.
También en un cruce de calles importantes del pueblo se colocaron 5 bombas de menores dimensiones que derivaron el agua hacia el canal principal y, además, trabaja un camión atmosférico atendiendo un pozo por vivienda.
"El trabajo es mancomunado. Vialidad Provincial puso a disposición las herramientas, una pala cargadora y un camión. Asimismo, debemos destacar la buena predisposición de Asuntos Municipales e intendentes de poblaciones vecinas", manifestó.
"Anduve hasta las cuatro de la madrugada con al agua hasta la cintura y algunos lugares, incluso, más arriba, como por ejemplo en la cuneta contra el desagüe donde el agua baja muy de golpe", indicó.
Fue así que vecinos y concejales se sumaron para una tarea que no fue fácil.
"Era increíble ver a los vecinos levantando colchones, camas y electrodomésticos", recordó y agregó que incluso hubo personas que no durmieron en días para ayudar.
"Al día siguiente del desastre llegué a la municipalidad a las 6.30, sin saber por dónde arrancar", puntualizó.
Al dia de hoy no hay gente evacuada. La solidaridad de los pobladores permitió que los que tenían problemas, se cobijaran en los hogares secos.
"El susto pasó. No obstante, los problemas siguen. Ahora vienen los pisos que se levantan, se notan las rajaduras, etc. El dia de la inundación, algunos arrancaron el inodoro para meterle un tapón, porque el agua entraba por todos lados, por las rejillas del gas, por las puertas. En fin; una situación complicada", relató Fernández.
Ahora, más calmo, el intendente imploró que la lluvia dé un respiro, que deje trabajar, mientras continuaba su tarea de limpieza de las bombas del canal aliviador, que tiene una extensión de 15 kilómetros.
"Además, estamos apurados porque se anuncian nuevas lluvias para la zona central de la provincia", dijo.
"Extraer el agua del acceso al pueblo ha sido una tarea por demás complicada", resumió.
Fernández no dejó de agradecer a los vecinos, ya que en circunstancias como las que les tocó vivir, tuvo que soportar el nerviosismo lógico de algunos damnificados.
"Esa gente comprobó que no hay obras preparadas para 400 milímetros en tan poco tiempo", expresó.
Por eso el mismo día se armaron equipos de trabajo, entre concejales y asistentes sociales, para recorrer las casas inundadas durante toda la jornada.
"Lo más rápido que suministramos fueron colchones, frazadas y alimentos, si bien la mayoría de los vecinos no tenía necesidad de víveres", puntualizó.
Fernández, proveniente de una familia que trabajó en el campo, confesó que salir a trabajar con una pala, un tractor o un camión para darle una mano a los empleados, que no son muchos, fue una tarea gratificante.
"El que tuvo intenciones de colaborar se sumó y el que no, se fue a su casa, pero en general se ha trabajado muchísimo", dijo.
"Esto no es nada; una vez que terminemos con el pueblo deberemos atender a la gente del campo. Tenemos 360 kilómetros para recorrer y, de hecho, estamos con las dos motoniveladoras repasando los caminos rurales", concluyó.
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