A medida que pasan las horas la situación se complica cada vez más. Hasta anoche, eran más de 120 las familias de Colonia Dora que tuvieron que abandonar sus casas por el avance del agua del río Salado. Junto a las rutas 92 y 34, un ejército de hombres con palas en mano y maquinarias levantaban bordos sobre las banquinas, en un último intento por evitar que la crecida llegue al centro del pueblo que enfrenta una de las peores catástrofes naturales que recuerden sus pobladores.
Finalmente ocurrió lo que la gente tanto temía: cerca de las dos de la madrugada de ayer el agua avanzó sobre la primera fila de viviendas distribuidas en cinco barrios ubicados en el extremo este del pueblo, en uno de los sectores más pobres de Dora.
El tramo paralelo a la ruta nacional, de aproximadamente tres kilómetros, donde están asentadas las viviendas, quedó en medio del agua. La desesperación y el caos dominaron el momento de la llegada del agua porque en medio de la oscuridad y con los escasos medios al alcance, sumado al cansancio tras la segunda jornada de intenso trabajado para levantar defensas, las familias debieron iniciar una carrera contra la crecida tratando de salvar todo lo que pudieran y trasladarlo hasta casas de vecinos, familiares o amigos, o bien a alguno de los centros de evacuación que se montaron en escuelas, clubes y otros edificios.
Fue una verdadera marea humana que se lanzó hacia la ruta. Desesperación, llanto de mujeres y niños, nerviosismo generalizado y bronca llevaron a realizar cortes del tránsito sobre la ruta 34.
Voceros policiales indicaron que en el sector comprendido por los barrios Agua Potable, Matadero, Mitre, 17 de Octubre y Bracho Laguna viven aproximadamente 140 familias y es la parte más pobre y de construcciones humildes de Colonia Dora. Muchos de sus habitantes provienen de las zonas rurales que en inundaciones pasadas fueron obligados a dejar sus hogares e instalarse allí.
Ante esa circunstancia se multiplicaron los centros de evacuados y a los evacuados en los clubes Mitre y Sportivo Dora, se sumaron otros que fueron alojados en el salón parroquial, templos evangélicos, galpones particulares y de asociaciones de productores, en el predio de Vialidad Nacional y en la escuela Nº 84 de esta ciudad. Allí permanecen más de 600 personas, entre los que se encuentran muchos chicos y ancianos.
Funcionarios
Pasado el mediodía arribaron a la zona más castigada el ministro de Salud y Acción Social, Dr. Luis Martínez, y la licenciada Viviana Pascual, de Desarrollo Social de la Nación, quienes se reunieron con los miembros del comité de emergencia para delinear el trabajo de asistencia a los damnificados. Allí se supo que Nación enviaría “en forma urgente” un cargamento con calzados, víveres, agua, colchones y otros elementos de necesidad.
Durante todo el día, personal de la UR Nº 3 en colaboración con Vialidad Provincial suspendió el tránsito de camiones con carga en el tramo de la ruta 92, entre Añatuya y el cruce de Colonia Dora, para evitar accidentes debido a que maquinarias y obreros trabajaban en la construcción de un muro de contención en la banquina sobre la mitad de la calzada asfáltica.
Las tareas de construcción de defensa también se hicieron sobre la ruta nacional 34, a lo largo de todo el frente este de la ciudad para evitar que el agua suba hacia la cinta asfáltica y desemboque en la zona más urbanizada de la ciudad.
El agua siguió avanzando hacia el sur llegando incluso hasta el Canal 3, a unos 7 kilómetros de Icaño. Eso alertó a muchos lugareños que se trasladaron hasta allí donde profundizaron su caudal para facilitar el escurrimiento rápido del líquido.
En horas de la siesta obreros de la comisión municipal de Icaño reforzaron los trabajos debido a que se canal circula a poca distancia de Icaño y sigue hasta Real Sayana pero podría desbordar en el camino.
TESTIMONIOS
El dolor de quienes perdieron todo
En Colonia Dora viven casi 4.000 personas. Hasta ayer, el río nunca había llegado al pueblo ubicado a casi 15 kilómetros del cauce original.
“Anoche dijimos que no íbamos a salir, pero ya fue imposible. Es mucha agua la que viene. No hay caso, no se la puede parar”, expresa Juan Soplán, de la parada Los Dos Pinos, que con gran dolor tuvo que abandonar su vivienda.
Cerca de él, su madre anciana y discapacitada lloraba sin consuelo junto a su nuera esperando que los cuatro vehículos en los que habían cargado parte de sus pertenencias salieran hacia Colonia Dora, donde los esperaba una pequeña casa de su propiedad donde iban a levantar una choza con chapas y nailon.
“Siempre somos los últimos en salir de aquí pero esta vez hasta nosotros nos hizo abandonar”, dice entre lágrimas el hombre que el trabajo en el campo endureció pero que las aguas ablandaron.
Los vehículos partieron y en la casa se quedaron un perro, muchas gallinas, ovejas, cabras y otros animales destinados a perecer bajo el agua.
Francisco Sosa vive desde hace 30 años en el barrio Agua Potable. “Nunca me pasó algo así viviendo aquí. Antes tenía mi casa en el campo y desde allí nos movimos hasta el pueblo pero jamás pensé que esto me podía pasar”, contó entre lágrimas el hombre que acababa de salir del agua porque había ido a ver cómo estaban sus pertenencias que dejó en medio del agua. Ahora él y los seis miembros más de su casa quedaron en el patio de la casa de una hermana suya que vive del otro lado de la ruta 34, con algunas pertenencias livianas que pudo sacar. |
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