"Este invierno ha sido durísimo. Me lo he pasado colocando los objetos en lugares altos al anochecer, y al día siguiente, intentando sacar el agua de mi tienda. Los venecianos estamos acostumbrados a convivir con las altas mareas pero este invierno lo recordaré para siempre". La queja es de Anna, propietaria de una venta de máscaras, en las inmediaciones del puente de Rialto. En 2009 su tienda se inundó 125 veces. En 2008, el agua entró en 80 ocasiones.
En la última década, los efectos de las aguas altas han sido devastadores en la ciudad de los Dogos: dificultan la circulación, dañan el patrimonio arquitectónico y generan cada año pérdidas económicas que alcanzan los seis millones de euros. Y las inundaciones son y serán cada vez más frecuentes, porque en el siglo pasado Venecia se hundió en total 23 centímetros.
Un ambicioso y polémico proyecto de ingeniería promete asegurar la supervivencia de la vieja urbe para los próximos 100 años. Se llama Mose (Moisés). Al Mose nadie lo para, pues el 63% de la obra prevista ha sido construida, pese a las innumerables protestas de los ecologistas, las críticas del Municipio de Venecia y las fallidas denuncias del impacto ambiental, presentadas ante la Unión Europea. Deberá funcionar en 2014, tres años más tarde de lo previsto. El coste total (4.678 millones de euros) ha despertado muchas dudas. Por ejemplo, en el propio alcalde de la ciudad, Massimo Cacciari.
El aumento de la temperatura del planeta es una amenaza, advierte el ingeniero Paolo Canestrelli, director del Centro de Previsiones de Mareas de Venecia. "Esto lleva a un aumento del nivel medio del mar, lo cual es un verdadero problema, porque dentro de 100 años las previsiones indican que el mar subirá 58 centímetros, y Venecia se hundirá otros 10".
En tiempos de la Serenísima, los venecianos optaron por alzar el pavimento de calles y viviendas, técnica que el Ayuntamiento ha repetido hasta donde ha sido posible. Pero ya casi no quedan sitios que puedan ser elevados y así ganarle terreno al mar. Las previsiones para el futuro no son nada halagüeñas y la antigua urbe corre el riesgo de desaparecer.
La milenaria ciudad fue construida en el centro de una laguna que se comunica con el mar Adriático, mediante tres "puertas": Lido, Malamocco y Chioggia, las cuales, cuando el Mose funcione, serán cerradas temporalmente. El proyecto está formado por 78 compuertas móviles hundidas en el fondo del mar, que, cuando la marea supera los 1,10 metros (en 2009 ocurrió 16 veces) reciben una inyección de aire comprimido, elevándolas e impidiendo la entrada de agua. Tres horas más tarde, cuando la marea baja, las compuertas se vuelven a llenar de agua hasta llegar de nuevo al fondo del mar. La mayor parte del tiempo estarán hundidas, lo cual, según Canestrelli implicará un "coste de mantenimiento exorbitante", si se piensa que cada una pesa 270 toneladas.
Gianfranco Bettin, del grupo municipal de Los Verdes, ha rechazado siempre el Mose, y propone repensar el proyecto. "Vale la pena pensar si un proyecto viejo, que nació hace 30 años, es todavía válido", advierte el político. Al inicio de la polémica, el Ayuntamiento de Venecia advirtió que este sistema es irreversible y perjudicial para la laguna. Presentó 16 proyectos alternativos a la mesa de discusión en la que se sentaron especialistas de alto nivel. El Consorcio Venezia Nuova es el encargado de realizar la obra. Lo forman las empresas más importantes de ingeniería y construcción del Véneto. Justamente, ha sido el consorcio el encargado de analizar otras soluciones, lo que hace sospechar tanto a Bettin como a Marco Favaro, experto en Ciencias Ambientales del Observatorio Naturalístico de la Laguna de Venecia, que se escogió el modelo más caro, anteponiendo los intereses privados a los públicos.
El ingeniero Pierpaolo Campostini no tiene pelos en la lengua para negar todas las críticas hechas al Mose, aunque reconoce que su funcionalidad podría ser limitada. Campostini es el director del Consorcio para la Gestión del Centro de Coordinación de las Actividades de Investigación del Sistema Lagunar de Venecia, una asociación entre las Universidades de Venecia y Padua que investiga el comportamiento de la laguna.
El Mose fue aprobado en el primer gobierno de Romano Prodi, en 2003. Silvio Berlusconi y la derecha, en la cercanía de elecciones regionales del 28 de marzo, lo defienden, comenta la portavoz del consorcio, Monica Ambrosini. El proyecto ha encontrado muchos obstáculos, pero funcionará en 2014, asegura.
Campostini sostiene que el Mose es la mejor solución para Venecia. "Es un sistema flexible: es como un grifo, se puede cerrar todo o un poco". Campostini reconoce que este sistema de compuertas debe ser usado con "cautela", porque de lo contario se corre el riesgo de que la laguna se transforme en una gigantesca piscina de aguas estancadas. El proyecto, asegura, responde a las necesidades del cambio climático y puede llegar a "frenar" 200 metros de marea alta.
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