“Perdimos todo. El agua entró a casa y en menos de cinco minutos subió más de un metro y medio. Con mis hijos salí con aguda de vecinos, fue desesperante”. Es el testimonio de Olga Alcaraz, una de las más de 1.000 afectadas por la tormenta que azotó la región el martes. Ciudad del Este está en estado de emergencia. El agua bajó pero se necesitan ropas, alimentos, chapas, colchones y medicamentos.
Hacía 10 años que en la fracción Ybycu’i, barrio Ciudad Nueva de Ciudad del Este, no se producía una crecida como la ocurrida el martes por la mañana. Olga Concepción Alcaraz y Jorge Duarte, con sus cinco hijos, residen allí en una pequeña casita de madera.
“Fue desesperante. Yo estaba con mis hijos que se levantaban, a eso de las 07:00. De repente entró el agua y en menos de cinco minutos ya subió hasta más de un metro y medio. Intenté sacar algunas ropas, pero no hubo tiempo, le agarré a mi hijo más chico en brazos y salí. Me corté con alambre, casi me lleva la corriente. Los vecinos me ayudaron”, recordó Alcaraz.
Al igual que Olga, unas 150 familias de la fracción sufrieron con la súbita crecida del arroyo Acaray-mi. El desborde de arroyos se dio en un total de 18 barrios de Ciudad del Este, en los cuales la Municipalidad local tiene censadas más de 600 familias afectadas.
Ayer el agua había retornado a su cauce normal, pero las necesidades recién comenzaron a notarse. “Con mis hijos y mi marido pasamos la noche en la casa de un vecino. El arroyo recién comenzó a bajar el martes a las 22:00. Durante más de dos horas habíamos pasado en el agua, intentando salvar nuestras cosas, y también nos mojamos por la lluvia que no paraba”, relató Olga.
“Por esa lluvia y el fresco que vino de repente, ahora mi hijo de seis años está acostado en la cama de mi vecina y está volando de fiebre”, añadió la mujer con la voz quebrada, parada en medio de su casa repleta de barro, lodo y pasto por doquier. Las camas, los colchones, los roperos, la ropa, los recuerdos de familia, documentos, la cocina y la heladera, todo quedó enlodado, inservible. “Hasta mis 20 gallinas se llevó el arroyo”, puntualizó.
Así como en los ojos de Alcaraz, su marido Duarte y sus hijos, en el resto de los vecinos se observa la desesperación por haberlo perdido todo. |
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