Sólo ha pasado una semana desde que se encendieron las turbinas del mayor proyecto hidroeléctrico de Laos y ya comenzaron a surgir los cuestionamientos sobre el regreso del Banco Mundial al negocio de las grandes represas.
Un importante grupo ambientalista acusó al organismo multilateral de no cumplir con su obligación de ayudar a las comunidades afectadas en esta nación del sudeste asiático antes de que el proyecto Nam Theun 2 (NT2) comenzara a suministrar electricidad a la vecina Tailandia el 15 de este mes.
"El mayor y más polémico proyecto hidroeléctrico de Laos, el NT2, entró en plena operación la semana pasada, violando las obligaciones legales de proveer compensación y restaurar el sustento a las comunidades afectadas", señaló en una declaración International Rivers, organización ambientalista mundial con sede en Estados Unidos.
"El sistema de irrigación para ayudar a 6.200 familias reubicadas en las tierras altas no está completo", dijo Ikuko Matsumoto, directora de programas en Laos del grupo.
"El suelo es pobre y los agricultores reubicados no pueden cultivar su arroz como lo hacían antes, cuando vivían cerca del río", añadió.
"Esto es una violación de los compromisos legales hechos en el acuerdo de conformidad del proyecto", añadió. "Había un plazo de tiempo acordado que era legalmente vinculante para ayudar a las aldeas afectadas por el embalse y la represa".
También se vieron afectadas unas 120.000 personas que viven río abajo, donde se encuentra el embalse y donde el pescado ha muerto y los cultivos han "quedado inundados", añadió.
Pero el Banco Mundial, que proveyó garantías para el NT2, arguye que sus operaciones "han sido consistentes con los acuerdos legales del proyecto".
Los sistemas de irrigación comunitarios para las personas reubicadas "están siendo instalados en varias aldeas y el resto estará listo en los próximos meses", aseguró en una declaración el miércoles.
"La generación de electricidad por parte del proyecto NT2 es de vital importancia para Laos, debido a los ingresos a mediano y largo plazo que aportará a los programas ambientales y de reducción de la pobreza", dijo a IPS el gerente del Banco en el país, Patchamutu Illangovan.
El organismo multilateral estima que el sistema hidroeléctrico en la central provincia laosiana de Khammouane aportará unos 2.000 millones de dólares en los próximos 25 años a través de la venta de energía a la Autoridad Generadora de Electricidad de Tailandia (EGAT).
Esa empresa estatal tailandesa recurre a las represas de Laos para afrontar una creciente escasez energética. EGAT ha comenzado a comprar alrededor de 92 por ciento de la electricidad generada por el proyecto NT2.
La represa del NT2, de 39 metros de alto y con una producción de 1.000 megavatios, es sólo una de las varias que el gobierno de Laos prevé construir en su campaña para convertirse en "la batería de Asia sudoriental". Hay otros 12 grandes diques más en diversas etapas de planificación.
Laos ve su montañoso territorio y su abundante gama de ríos como ideal para construir nuevas represas. Se espera que la venta de energía a los vecinos Tailandia y Vietnam ayude al país a superar su condición del más pobre de la región. Un tercio de sus 5,8 millones de habitantes viven por debajo de la línea de pobreza.
Con garantías y préstamos del Banco Mundial, el consorcio Nam Theun Two Power Company, del que participan accionistas gubernamentales tailandeses, franceses y laosianos, se convirtió en el mayor inversionista en energía hidroeléctrica en este país.
La participación del organismo multilateral en este proyecto por 1.500 millones de dólares marcó el fin de su alejamiento de las construcciones de grandes represas. El paréntesis comenzó en 2000, cuando el Banco fue criticado por un informe de la Comisión Mundial sobre Represas.
La Comisión reconoció que los grandes diques financiados anteriormente por el Banco habían "hecho una importante y significativa contribución al desarrollo humano, y los beneficios derivados habían sido considerables".
No obstante, señaló que "en demasiados casos se ha debido pagar un inaceptable y por lo general innecesario precio para asegurar esos beneficios, especialmente en términos sociales y ambientales, por parte de personas desplazadas, por comunidades río abajo, por contribuyentes y por el ambiente".
Esas críticas parecen haber sido tenidas en cuenta cuando comenzaron los trabajos en 2005 para el NT2. Autoridades del organismo multilateral describieron el proyecto como un ejemplo de "desarrollo hidroeléctrico responsable".
El Banco Mundial incluso recibió a una delegación de Tayikistán a mediados de 2009, para mostrarle a ese país de Asia central, que planea expandir su programa hidroeléctrico, el "desempeño ambiental, social y en ingeniería del proyecto NT2".
Si bien el organismo asegura haber "enmendado sus provisiones de salvaguarda" para tratar preocupaciones ambientales y sociales relacionadas con el NT2, no ha convencido a activistas fuera de Laos.
Después de todo, señalan críticos, Laos es un Estado con un sistema de gobierno unipartidista comunista que rara vez tolera críticas independientes de organizaciones no gubernamentales (ONG) locales.
"Si ONG locales criticaran el proyecto, serían castigadas y perderían su licencia para operar", señaló Matsumoto.
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