Pese a que Adam Abdulai tiene algo más de un año, apenas puede moverse y, por supuesto, es incapaz de pararse y caminar. Adam yace junto a una docena de niños demacrados sobre varias colchonetas en el suelo de un centro de alimentación de Mao, en la región occidental del Chad, bajo la mirada impotente de sus madres y abuelas.
"Durante mi embarazo, teníamos muy poca comida", explica Hawa, la madre de Adam. "Durante todo el embarazo me alimenté de moule (una pasta hecha con mijo), que comía una o dos veces por día".
"Después de dar a luz me debilité mucho y me enfermé gravemente", añade. "Por eso no pude amamantarle de manera adecuada. Luego me enteré en el centro de lo importante que es el amamantamiento".
En su primera visita al centro, que recibe apoyo de UNICEF, a Hawa le entregaron leche terapéutica para que alimentara a Adam cada tres horas. Pocos días después, Adam ha vuelto a la vida. Está alerta y ya puede mover sus manitas.
La alimentación terapéutica: Un recurso vital
En la región de Kanem, donde se encuentra Mao, las tasas de desnutrición están en aumento debido a que la falta de lluvias ha provocado una grave escasez de alimentos. Las limitaciones que sufren las comunidades locales en materia de acceso a agua potable y a la atención básica de la salud exacerban aún más esa situación.
"Si no existiera este centro de alimentación terapéutica se producirían muchas más muertes y afrontaríamos una situación aún más catastrófica", afirma el Dr. Mekonyo Kolmain Gedeon, Director de servicios médicos del distrito. "Notamos claros cambios en el estado de salud de los niños que ingresan al centro. En unas pocas semanas están en condiciones de regresar a sus hogares".
"Los centros de alimentación son recursos vitales para los niños de la región. Necesitamos más centros como éste para poder salvar más vidas", añade el Dr. Gedeon.
En 2009, unos 8.000 niños y niñas recibieron tratamiento en los 32 centros de alimentación de la región de Kanem. Los centros, que fueron establecidos por el Ministerio de Salud de Chad y que reciben apoyo de UNICEF, ofrecen tratamiento médico y alimentación terapéutica.
"En la actualidad, el programa beneficia a unos 2.800 niños", comenta Marzio Babille, Representante de UNICEF en Chad. "Pese a que la desnutrición grave aguda constituye una emergencia, es posible salvar vidas si se responde rápidamente con la tecnología y la atención médica adecuadas".
Grave sequía
Diversas evaluaciones realizadas a escala local indican que el cambio climático ha causado graves sequías en Chad, donde ha perjudicado enormemente la agricultura y ha provocado escasez crónica de alimentos.
La cosecha de 2009, por ejemplo, tuvo resultados desastrosos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de sorgo y mijo, alimentos básicos de la población local, decayeron en el 22% y el 34%, respectivamente.
En Chad, y especialmente en la región occidental del país, hay unos dos millones de habitantes que requieren ayuda alimentaria. El Programa Mundial de Alimentos y la FAO ya han dado respuesta a las necesidades inmediatas de la población y se proponen distribuir ayuda adicional.
"Aquí solía abundar la comida, pero ya no llueve como antes y todo está cubierto de arena", afirma la abuela de Adam. En tiempos pasados, Mao y las zonas vecinas albergaban una nutrida comunidad de pastores y agricultores que se reducido notablemente debido a la desaparición creciente de tierras aptas para el cultivo.
Las consecuencias de la desertificación
El ganado también está desapareciendo debido a la ausencia de vegetación. Según la FAO, en 2009 se perdió el 31% de las cabezas de ganado de la región y se teme que el número de animales muertos será aún más elevado este año.
Debido a la escasez de productos locales en los mercados, es necesario traer de otras partes del país la mayor parte de los alimentos que se consumen, lo que implica grandes aumentos de precios. Como resultado, muchas familias no pueden alimentar adecuadamente a sus niños.
En esas circunstancias, combatir la desnutrición en su fase inicial es una obligación Ubicada a unos 20 kilómetros del centro de Mao, la aldea de Barrah cuenta con clínica que ofrece servicios de supervisión y tratamiento de la desnutrición infantil grave. El centro cuenta con el respaldo de UNICEF.
Zara Hassan acude semanalmente al centro con su hija de dos años para recibir raciones de Plumpy'nut, una pasta de cacahuate que alto contenido proteínico enriquecida con vitaminas y minerales. La niña pesa tres kilos menos de lo normal pero las enfermeras del centro afirman que aumenta lentamente de peso.
Por otro lado, Zara y el resto de su familia tienen problemas para alimentarse adecuadamente ya que perdieron las cosechas debido a la desertificación. "Estos campos estaban totalmente cubiertos de mijo", comenta Sara señalando los terrenos que rodean su choza. "Pero ahora, toda nuestra comida se ha convertido en polvo".
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