Los seres humanos, al medicarnos, excretamos (tanto por la orina como por las heces) parte de los compuestos farmacéuticos que ingerimos a las aguas superficiales y residuales. Se desconoce por completo cómo afecta la presencia de dichos principios activos farmacológicos al medio ambiente.
Con el fin de contribuir a la mejora de este conocimiento, el grupo de investigación Análisis Químico Industrial y Medioambiental de la Universidad de Sevilla, liderado por el doctor Esteban Alonso, ha desarrollado un método para la detección de estos compuestos farmacéuticos como contaminantes en las aguas superficiales y en las aguas residuales. Entre los resultados obtenidos, destaca la presencia de los aproximadamente 2 kilogramos de ibuprofeno y el medio kilogramo de naxopreno que se vierten al río Guadalquivir a diario.
La metodología diseñada por este equipo de científicos y publicada en la revista Journal of Separation Science, presenta muchas etapas, desde la toma de muestras hasta su análisis a través de una técnica específica y la posterior interpretación de los resultados. “Se trata de un método fiable que presenta dos novedades: es sencillo, se basa en una cromatografía líquida convencional, y ello lo hace accesible a especialistas de muy diversas áreas de conocimiento; y es económico y, por tanto, asequible para la mayoría de los laboratorios”, afirma Esteban Alonso. El equipo utilizado para desarrollar este método cuesta entre 50 y 60.000 euros. “Este precio es relativamente bajo respecto a otros equipos más sofisticados que se utilizan con propósitos similares, que superan los 200.000 euros”, asegura Alonso.
El sistema también presenta limitaciones, ya que sólo puede detectar la presencia de 16 fármacos distintos en las aguas superficiales y residuales, entre los que se encuentran la cafeína, el ibuprofeno, el naproxeno, el ácido salicílico y hormonas como la estrona o el estradiol. “Sabemos, previa revisión de la literatura científica, que esos 16 compuestos son los que más han aparecido tanto en las aguas residuales urbanas, como en las aguas superficiales en el ámbito europeo y estadounidense, donde han sido estudiados – garantiza Alonso-. Por tanto, nuestro método permite, por decirlo a grandes rasgos, determinar los 16 principios activos farmacológicos más importantes en cuanto a su presencia en el medio ambiente”.
Aplicaciones en Andalucía
El desarrollo de esta nueva tecnología ha tenido una duración de un año y medio y ya hay organismos y entidades que se han puesto en contacto con este grupo de investigación para aplicar su novedosa técnica de detección de fármacos. Es el caso del Ministerio de Ciencia e Innovación, con el que realizan un proyecto que consiste en cuantificar la cantidad de compuestos farmacéuticos en las cuatro plantas depuradoras que hay en Sevilla. Asimismo, también analizan muestras de distintos puntos del río Guadalquivir, desde Alcalá del Río hasta el río Guadaíra, para determinar la presencia de dichos compuestos en el agua a lo largo de un año. La detección de compuestos farmacéuticos a través de este método no se limita al análisis de las agua andaluzas, sino que también se analizan los lodos que son subproductos de la depuración de aguas. “El estudio de estos lodos es importante porque después se aplican sobre terrenos agrícolas”, afirma Alonso.
El método también se aplica en el Parque Natural de Doñana y su entorno. El grupo de investigación de Esteban Alonso, junto a la Agencia Andaluza del Agua, estudia las pequeñas depuradoras de las poblaciones del entorno de Doñana que vierten a ríos que pasan por el Parque, para estimar la cantidad de principios activos farmacéuticos de sus aguas. Asimismo, están determinando los rendimientos de eliminación de estos compuestos mediante un nuevo prototipo de depuración diseñado por la empresa Acciona Agua. Alonso insiste en que es importante evaluar la eficacia de los sistemas actuales de depuración para determinar cómo intervienen en la eliminación de los compuestos farmacéuticos de las aguas. “El ibuprofeno, por ejemplo, se elimina muy bien del agua, casi en un 90%; en cambio, hay otros fármacos muy tóxicos para el medio ambiente, como la carbamazepina, que se elimina sólo en torno al 5%”, apunta Alonso.
Resultados en el Guadalquivir
Uno los resultados obtenidos por este grupo de investigación, es la presencia de los aproximadamente 2 kilogramos de ibuprofeno y el medio kilogramo de naxopreno que se vierten al río Guadalquivir a diario. “Esto equivale a 89 y 25 envases al día respectivamente”, señala Alonso. El interés por los efectos que puede tener la presencia de estos compuestos en el medio ambiente, va en aumento. “Los legisladores también se han preocupado por el tema. Dos de los 16 compuestos que se pueden determinar, el diclofenato que es un analgésico y la carbamazepina que en un antiepiléptico, han sido propuestos para que formen parte de la legislación. Se quiere vigilar que estos compuestos no superen un límite en las aguas de consumo humano”, asegura Alonso.
|
|
|