El gobierno recibió una propuesta de una empresa argentina-estadounidense para instalar una planta de biodiesel en base a algas con una inversión de entre US$ 12 y US$ 15 millones. Estaría operativa en 14 meses y reduce emisiones de CO2.
La firma Oilfox S.A. de Argentina y Oilfox Corporation de Estados Unidos están firmemente interesadas en instalar una planta de producción de biodiesel en base a algas. Ambas empresas ya tienen funcionando un proyecto en el país vecino y esperan el aval del Poder Ejecutivo para instalarse en Uruguay.
En diálogo con El País, el vicepresidente de Oilfox Corporation, Marcelo Decoud, dijo que el proyecto "ya fue presentado" en el departamento de Economía y Comercio de la embajada de Uruguay en Argentina.
Asimismo, ya se gestionó una entrevista con el presidente de Ancap, Germán Riet y el ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, para los próximos días.
"Ya tenemos una decisión corporativa de montar una planta en Uruguay", anunció Decoud.
Para que la planta de biodiesel en base a algas pueda ejecutarse, la compañía debe contar con un gran emisor de CO2 (dióxido de carbono) cerca para alimentar a las algas.
Por eso los directivos de la empresa visitaron Uruguay la semana pasada para saber si hay disponibilidad de contar con grandes emisores de CO2.
Según explicó Decoud, un típico emisor de dióxido de carbono -que sería ideal para la producción de biodiesel en base a algas- puede ser una cementera, una destilería o una refinería de petróleo como la que tiene Ancap en La Teja.
En ese sentido, una de las propuestas que Oilfox planteará en el encuentro bilateral con las autoridades de gobierno es la posibilidad de crear una alianza con el Estado uruguayo, más precisamente con Ancap.
El problema sería la superficie que se requiere en las cercanías del emisor de CO2 que no puede ser inferior a las 60 hectáreas, espacio donde la firma montaría unos 500 invernaderos con algas.
"Eso equivaldría a la producción de 200.000 hectáreas de soja en un año", ejemplificó Decoud. Cada hectárea con algas puede llegar a producir 280 litros de biodiesel por día.
La construcción de la planta daría trabajo a unas 120 personas y una vez que esté en marcha ocuparía a unos 38 trabajadores en forma permanente. El tiempo de ejecución de la obra ronda los 14 meses.
Para la financiación del proyecto, la compañía aspira a obtener parte del dinero con bonos de carbonos por la reducción de dióxido de carbono que implica su proyecto. Actualmente se pagan US$ 15 por cada tonelada de CO2 que no se libera a la atmósfera.
No obstante, Decoud precisó que ésta sería "una de las formas de financiamiento" y no se descartan otras como préstamos de organismos multilaterales de crédito o grupos inversores que ya han volcado fondos para Oilfox en otros emprendimientos energéticos.
Los directivos de ambas compañías "coinciden" en que Uruguay reviste inicialmente "muy buenas condiciones" por su seguridad jurídica para los inversores y por su ubicación estratégica. Asimismo, este tipo de producción es ambientalmente propicia, ya que las algas son consumidoras de CO2.
Para la primera fase de la inversión, la empresa estaría evaluando un capital de entre US$ 12 y US$ 15 millones, informó Decoud. El costo de electricidad de la planta es nulo porque se alimenta con gas metano que alimenta todos los rotores de los invernaderos.
Oilfox es una empresa que viene desarrollando tecnología para la producción de biodiesel en base a algas, como subproductos de las mismas para suplementos alimentarios tanto para humanos como para ganado. La empresa tiene hoy en día plantas en Chile, Costa Rica, Argentina y Paraguay.
El futuro presidente de Ancap, Raúl Sendic, había dicho en entrevista con El País que Uruguay debía "evaluar" las alternativas referidas a la elaboración de biocombustibles de segunda generación en base a cultivos como las algas o la colza. Sobre este último cultivo, Ancap recibió el año pasado un proyecto de otro inversor argentino para instalar una planta en Paysandú.
Cómo se transforma el dióxido de carbono en un biocombustible
En Argentina Oilfox tiene un convenio con una compañía termoeléctrica en San Nicolás donde traslada el dióxido de carbono (CO2) por un ducto que luego se inyecta a los invernaderos de algas que están sumergidas unos 80 centímetros en piletones de agua.
Apenas el alga percibe la presencia del CO2 se aglutina para asimilarlo y luego transformarlo en oxígeno y aceite que termina en biodiesel.
Las algas pueden crecer en cualquier lado: agua de mar, agua salada, agua adulterada. Soportan temperaturas extremas y se multiplican muy rápido. Asimismo pueden duplicar su peso varias veces en un mismo día y generan aceite como subproducto de fotosíntesis. Son capaces de producir en general muchas veces más aceite por hectárea que otros vegetales como la soja o el maíz.
Los invernaderos de algas pueden ser considerados como una variación del sistema de estanques abiertos. Básicamente son piletas cubiertas con un invernadero.
Este sistema tiene un beneficio porque permite que se cultiven más especies que pueden producir alimento animal, por ejemplo.
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