El agua es un recurso estratégico apetecido por las grandes potencias debido a sus condiciones de escasez frente a las crecientes necesidades humanas y la contaminación escandalosa de los cuerpos de agua dulce, en particular en las regiones más industrializadas del mundo. Mucho se habló sobre del acuífero Guaraní, un recurso capaz de cubrir el consumo mundial de agua potable en los próximos 200 años. Poco se habló en cambio de los recursos hídricos superficiales, subterráneos y sólidos de la Patagonia.
El interés por la Patagonia no es fruto de la casualidad. Frente a otros recursos, esa región tiene la particularidad de disponer de un recurso de agua extremadamente importante, de excelente calidad y disponible en la superficie, es decir que su extracción no es costosa.
En total, los ríos patagónicos llevan al mar Argentino 2114,7 m3/s los que, transformados en m3/día, suman un total de 181,5 millones de m3 que están disponibles para el uso humano. Para tener una idea de lo que esto significa, se trata de un volumen que podría cubrir el consumo urbano de 453,8 millones de personas, a razón de 400 litros diarios por persona. Ese volumen de agua es el que consumen las familias y las actividades que se pueden desarrollar en las ciudades y es suficiente como para mantener la continuidad hídrica de los ríos.
Se trata, entonces, de un recurso nada despreciable. Tanto es así, que las compras de tierras por parte de extranjeros en la Patagonia, están sospechosamente ubicadas en las nacientes de los ríos, el área de captación de agua que estos cursos llevan hasta el mar por sus valles alóctonos. Para 2002 se habían vendido el 4,83 por ciento de las tierras disponibles en la región, preferentemente en esa zona cordillerana. Pero desde entonces el proceso no se detuvo.
En cuanto a aguas subterráneas, las perforaciones realizadas brindan una información que puede dar idea de las dimensiones de los acuíferos, aún cuando los estudios realizados sobre la disponibilidad de aguas subterráneas son pocos y de confiabilidad limitada es posible aventurar algunas cifras para establecer ciertos rangos de disponibilidad de agua en las siguientes áreas:
Meseta: se pueden encontrar cañadones y cuencas cerradas en cuyo subálveo las perforaciones pueden brindar caudales de entre 500 y 2000 l/h, de calidad aceptable a mala (no apta para el consumo humano).
Valles de los grandes ríos (Negro, Chubut, Santa Cruz): Los caudales medidos varían entre 2500 l/h y 10.000 l/h. En este caso, a diferencia de las pocas y aisladas zonas de la meseta, los caudales se pueden repetir en nuevas perforaciones ya que los niveles freáticos admiten la extracción de enormes caudales. Un parámetro que puede dar una idea de la disponibilidad de agua es el caudal que se desplaza por las terrazas del río Negro entre Cipolletti y Valle Azul, tramo que por métodos indirectos arroja un caudal subterráneo del orden de los 60 a 70m3/s. En una confrontación con los caudales superficiales patagónicos, ese valor coloca a los caudales subterráneos de las terrazas de ese río en el cuarto lugar, luego de los ríos Negro, Santa Cruz y Colorado, en ese orden. Es necesario, no obstante, remarcar que se trata de terrazas cuyo río está regulado y que cuentan con riego superficial, por manto: ambos factores influyen en la recarga de los niveles freáticos. La calidad es, en general, buena u óptima.
Cordillera: Allí las perforaciones realizadas en esos valles han ofrecido resultados que arrojan datos sobre caudales que varían entre 1.500 y 6.000 l/h. La disponibilidad de agua superficial en los valles cordilleranos es muy importante en cantidad y con una distribución que coincide con los lugares aptos para los asentamientos humanos. Esto hace que la búsqueda de agua subterránea no sea un objetivo social relevante, por lo que los datos son escasos. La calidad es, en general, excelente.
Después de la Antártida, el hielo continental patagónico es el recurso de agua en estado sólido más importante del mundo. Las dimensiones de los campos de hielo hablan por sí mismo de la relevancia de esta fuente de agua dulce que, solamente en territorio argentino, tiene una superficie de 1.660km2 y un volumen mínimo de 996km3.
Dado el marco descripto, pareciera razonable tomar el guante e iniciar una profunda e importante discusión pública del tema con el objetivo de denunciar las intenciones de los países centrales y los grupos hegemónicos a nivel mundial. Lo peor que podría suceder, guiados por la propaganda que fomenta la imagen de que nunca podría esperarse tal perversidad de los grupos hegemónicos de Estados Unidos y las corporaciones internacionales, es tomar con cierto descuido los riesgos que entraña la posesión de recursos. Ante cualquier duda se sugiere pasar a preguntar sobre éstos tópicos por Irak, Servia, Afganistán, Panamá, Granada, Cuba, Vietnam, México y tantos otros países que se vieron sometidos a diversos tipos de manipulaciones relacionadas con sus sociedades y sus recursos naturales.
(*) Doctor en Geografía: Profesor de Teoría de la Planificación regional en varias universidades de Argentina y del exterior. Ex planificador regional del Consejo Nacional de Desarrollo y del Consejo Federal de Inversiones. Ex planificador ambiental de la Hidronor S. A.
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