"El bajo perfil de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación se debe a un fracaso de la macroeconomía por no reconocer la importancia de hacer inversiones en el manejo sostenible de la tierra", dijo a IPS el beninés Luc Gnacadja.
La Convención (UNCCD, por sus siglas en inglés) fue adoptada en 1994 para combatir la degradación de la tierra y reducir los efectos de la sequía, particularmente en África, promoviendo la cooperación mundial.
"El cambio climático está agravando el problema", planteó Gnacadja, secretario ejecutivo de la UNCCD, quien visitó Guatemala esta semana para entrevistarse con los ministros de Ambiente y otros funcionarios de este país, El Salvador y República Dominicana.
Gnacadja recorrió una cementera y una población de El Rancho, en el oriental departamento de El Progreso, perteneciente al denominado corredor seco, el área más afectada por la sequía que golpea al norte y oriente del territorio.
IPS: El corredor seco es una de las áreas más afectadas por la desertificación en Guatemala. ¿Qué observó allí?
LUC GNACADJA: He encontrado una buena práctica de una compañía cementera que está haciendo reforestación de la tierra para generar beneficios ambientales y sociales. Esto es parte de su responsabilidad social para mejorar los resultados de su negocio, pero además está produciendo beneficios ambientales.
También visité una pequeña comunidad de 80 familias que vive en el corredor seco y que sufre la sequía desde el año pasado. La agricultura les ha fallado y algunas familias están comenzando a cultivar papas dulces y casava (yuca), que suelen ser más resistentes a la falta de agua.
Lo que ellos necesitan es conocimiento para prever cuándo va a llover y saber cuándo sembrar. También requieren alternativas que les generen ingresos como la cría de abejas para el cultivo de miel. Necesitan capacitación para empezar una nueva actividad para sobrevivir.
IPS: ¿Cuál es la situación en el resto de los países de América Central?
LG: La sequía no tiene fronteras. Una sequía que comienza en Guatemala no para en la frontera, no reconoce a las personas, es un fenómeno impersonal que avanza en los países.
El fenómeno del cambio climático está agravando el problema porque está haciendo que las sequías sean más intensas o que los períodos de lluvia sean más fuertes lo que causa erosión e inundaciones.
IPS: El cambio climático es uno de los fenómenos que más está afectando la desertificación. ¿Qué otros factores influyen?
LG: Los problemas antropogénicos causados por el hombre, como las actividades agrícolas mal manejadas. Por ejemplo, utilizar muchos químicos y fertilizantes puede provocar daños al suelo, a la fauna y microfauna.
Con la ganadería intensiva los animales pueden terminar con toda la masa vegetal y ésta ya no regresa. El riego también puede terminar con la salinización de los suelos (pérdida de fertilidad), dependiendo como se haga.
Cuando estas tres cosas están presentes, el cambio climático se multiplica. Entonces, un fenómeno extremo como un huracán puede barrer un área que no está preparada ecológicamente.
IPS: La convención establece planes de acción de países y regiones. Guatemala pertenece a una de ellas, Mesoamérica, que involucra a América Central y el sur de México. ¿Cómo avanza su cumplimiento?
LG: A la implementación de la convención le faltan dos ingredientes: apoyo político de los países y movilización de recursos financieros. Son dos problemas que vienen desde hace una década cuando se aprobó.
Es necesario que el ministro de Finanzas sepa que es importante hacer inversiones en el uso sostenible de la tierra. El bajo perfil de la convención se debe a un fracaso de la macroeconomía por no reconocer la importancia de hacer inversiones en el manejo sostenible de la tierra.
Ahora la convención tiene una estrategia de diez años aprobada en la última conferencia de las partes. La implementación se hace bajo el marco financiero de la política macroeconómica y trae los distintos actores sociales dentro del proceso. Combinando las dos cosas se puede avanzar.
IPS: La lucha contra el cambio climático no ha sido fácil, tanto que para la opinión pública la cumbre de Copenhague de diciembre fue un fracaso. En este tema y en la desertificación, ¿no están prevaleciendo los intereses empresariales?
LG: Hace diez años si ibas a comprar un auto no pensabas en las emisiones (de gases de efecto invernadero causantes del recalentamiento planetario). Ahora cuando vas a comprar uno hay varias opciones, incluso la de emisión cero, que son los automóviles eléctricos. En estos 10 años hubo cambios. El cambio es lento, pero es posible.
Es importante poder poner a los distintos actores sociales alrededor de una mesa para discutir y encontrar las soluciones con el propósito común de salvar el planeta, porque solo tenemos uno.
Las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas constituyen 41 por ciento de la superficie terrestre del planeta y ahí vive un sexto de la población mundial, casi 2.000 millones de personas. Pero ellos son los que menos emiten CO2 (dióxido de carbono) en la atmósfera, y a la vez, son los más afectados por el cambio climático.
Este es un asunto de inequidad e injusticia para ellos. Hacer justicia no es caridad. Si los países desarrollados no lo hacen, esto se traduce en otros problemas como la seguridad alimentaria.
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