El agua, recurso natural básico para la vida humana, animal y vegetal, producción primaria, industrial y de desarrollo general, ofrece hoy más que siempre un desafío de gestión.
Los desafíos se encuentran directamente relacionados a un recurso más o menos constante que tiene como contrapartida un requerimiento cada vez mayor con una intervención degradante cada vez más intensa.
El recurso hídrico de agua dulce es limitado y con gran irregularidad de distribución geográfica y en el tiempo. Córdoba es una de las provincias con menos recursos hídricos superficiales por habitante del país, siendo en promedio, veinte veces menos que la media nacional: 0,03 l/seg. habitante. Incluso menos de Catamarca y La Rioja (0,05 l/seg. habitante, tenidas como provincias muy secas.
De allí la obligación de planificar y administrar muy bien los recursos hídricos (presas, azudes, acueductos, canales, etc.), actualizar y profundizar los estudios de los recursos subterráneos en cantidad y calidad.
Ante este panorama, las metas de nuestros tiempos son el agua potable y el saneamiento, que unidos a la gestión de un organismo dotado de todos los elementos necesarios, humanos y materiales, pueden garantizar la necesaria e inexcusable intervención del Estado que, sin duda, debe tratar a los recursos hídricos como políticas de Estado.
La muy irregular distribución del agua en el tiempo y en el espacio en nuestro país, y en particular en nuestro territorio provincial, nos debe obligar a una muy cuidadosa planificación y previsión para administrar este valioso recurso, como así también una prolija fiscalización de su uso y abuso. Este control debe también ser acompañado por municipios y comunas conforme a sus deberes y obligaciones inexcusables, derivadas de la Constitución provincial y la Ley de Municipios y Comunas, colaborando así con la provincia.
La problemática hídrica no puede ser resuelta por las leyes del mercado económico, sino con una política coherente y continua, fortaleciendo las instituciones que velan por esta proyección ordenada de su aprovechamiento so-pena de hipotecar el futuro de nuestro hijos. De la iniciativa y de los sueños de todos debe surgir la conciencia plena de que en mayor y menor medida, todos somos gestores y potenciales destructores del recurso hídricos provincial.
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