El derrame de petróleo en el Golfo de México, el peor en décadas en Estados Unidos, amenazaba con agravarse ayer, cuando se recurría a medios excepcionales para intentar contenerla, al tiempo que se esperaba en el terreno al presidente Barack Obama, quien llegará hoy. Sin cifras oficiales aún, los expertos estiman que la mancha podría llegar a ser 3 o 5 veces mayor que lo estimado inicialmente.
La catástrofe también tendrá efectos inmediatos en la industria petrolera. El gobierno dijo que se paralizará toda prospección submarina hasta aclarar el accidente que el 20 de abril causó la explosión de la plataforma de la multinacional británica BP (ex British Petroleum) y su hundimiento dos días después, en un hecho en el cual murieron 11 personas. Eso significa congelar las polémicas exploraciones en Alaska y el Atlántico que había autorizado Obama. Por lo pronto, dos plataformas petroleras en el Golfo de México debieron detener sus operaciones por razones de seguridad, y una fue evacuada.
En la víspera se pusieron en curso varias operaciones, indicaron tanto guardacostas como la dirección de BP, para detener una fuga de crudo que se mantiene. Varios equipos trabajaron toda la noche para inyectar 11.400 litros de productos dispersantes, y los resultados se estaban evaluando.
Pero el cuadro era extremadamente grave: por imágenes satelitáles, dijo Hans Graber, director de un centro de análisis de imágenes satelitales (CSTARS) de la Universidad de Miami, la mancha del derrame es 3 veces más grande que lo pensado en un primer momento. El jueves era de 1.850 km cuadrados y la noche del viernes, de 6.195 (casi el tamaño de Puerto Rico). Y Ian MacDonald, oceanógrafo de la Universidad de Florida, especuló que podría ser de hasta 5 veces mayor que lo previsto.
Como sea, equipos de emergencia se desplazaron a las zonas costeras amenazadas para realizar operaciones de limpieza y BP dispuso un número telefónico gratuito para que llamen quienes se ofrecen como voluntarios. Más de 84 kilómetros de diques flotantes se desplegaron para intentar contener la mancha de crudo. Y más de 3,8 millones de litros del hidrocarburo mezclado con agua fueron ya retirados del mar.
Centenares de kilómetros de costas están amenazados en los estados de Louisiana, Mississippi, Alabama y Florida, región que representa el 40% de los humedales frágiles del país. Ayer Obama puso a cargo de todo el operativo al jefe de la Guardia Nacional, almirante Thad Allen, quien señaló que aún es imposible establecer "un volumen exacto" del crudo derramado.
Por otra parte, un funcionario de la agencia federal estadounidense que protege la fauna salvaje estimó que más de 6 millones de litros de petróleo se vertieron en las aguas del golfo tras la explosión de la plataforma de BP. Por tres meses al menos continuarán las tareas de absorber el petróleo derramado.
Según expertos, este accidente hace empalidecer el impacto del hundimiento del buque cisterna Exxon Valdez en Alaska, en 1989, cuando se vertieron casi 41 millones de litros.
Los hechos vinieron a poner en foco los planes energéticos de Obama, quien anunció en campaña cambios en la matriz -para depender menos del petróleo importado de países árabes y de Venezuela y dedicarse más a energías "limpias"- pero que recientemente anunció que exploraría justamente el Atlántico, algo hasta ahora vedado.
Una parte de las aguas del río Mississippi, el mayor del país, fue desviada hacia los humedales para contener la marea negra, decretada "catástrofe nacional" por la administración, lo que permite utilizar medios de todo el país.
El presidente Obama llegará hoy para "apreciar la fuga de petróleo y la reacción" de las autoridades, indicó la Casa Blanca. El mandatario pretende demostrar que sigue de cerca la situación, cuando las críticas dirigidas a su predecesor, George W. Bush, por la lentitud de su reacción frente al huracán Katrina en 2005, siguen estando en la memoria de los estadounidenses.
El diario The New York Times destacó que la reacción del gobierno pudo haber sido más rápida.
Igual señalaron algunos blogs.
Según el diario, el gobierno de Obama criticó rápido a BP por su gestión de la catástrofe, pero las autoridades no actuaron los suficientemente rápido y él prefirió delegar en la empresa británica para encontrar las soluciones de urgencia.
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