El presidente Barack Obama visitó ayer la zona afectada por una gigantesca marea de petróleo en el golfo de México, advirtió que el derrame es una catástrofe tal vez sin precedente y defendió a su administración de las críticas sobre la supuesta lentitud del gobierno para reaccionar ante el accidente de la plataforma de British Petroleum (BP), hace casi dos semanas.
Desde la costa de Luisiana, Obama supervisó los esfuerzos por combatir el desastre medioambiental generado como consecuencia del hundimiento de la plataforma petrolera.
Autoridades locales y ejecutivos de BP detallaron ante el presidente cómo se trata de sellar la fisura por la que escapan, al menos, 800.000 litros de petróleo por día. La marea crece, según BP, de manera constante y ayer obligó a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica a suspender, por los próximos diez días, en toda la zona afectada del golfo, la pesca, industria vital para la economía del Sur.
Junto con BP, la Casa Blanca está desde hace unos días en el blanco de las críticas por su reacción ante el desastre. Numerosos comentaristas compararon ya el posible impacto del derrame con las consecuencias que el huracán Katrina, que arrasó Nueva Orleáns en agosto de 2005, tuvo para su predecesor, George W. Bush.
"Quiero enfatizar que, desde el primer día, nos preparamos y planeamos para afrontar lo peor, mientras esperábamos lo mejor", dijo Obama en Venice, corazón de la industria pesquera de Luisiana, que se verá restringida de realizar operaciones en los próximos días.
Como en otras ocasiones en los últimos días, Obama volvió a apuntar contra BP, la cual "es responsable por esta pérdida" y "pagará la cuenta" de los gastos para contener la marea y limpiar el petróleo derramado.
El presidente aseguró que para el área afectada por la marea negra "habrá resarcimientos adecuados".
"Pero, como presidente de Estados Unidos, no ahorraré ni un esfuerzo hasta que se limpie este derrame", dijo el mandatario.
Obama aseguró que su gobierno estuvo preparado desde el principio para afrontar el impacto del derrame, pero varios analistas y críticos de su administración destacaron que pasaron doce días antes de que el presidente viajara a la zona afectada por el derrame.
Entre ellos estaba, el gobernador de Luisiana, el republicano Bobby Jindal, que lamentó la muy lenta respuesta de BP y del gobierno federal frente al derrame de petróleo crudo que "amenaza nuestras costas, nuestra cultura y nuestro modo de vida". Jindal aseveró que hablará hoy con Obama. "Estoy cansado de esperar que BP confeccione un plan y que la Guardia Costera lo apruebe", precisó Jindal.
"Estamos lidiando con un desastre masivo y potencialmente sin precedente", reconoció Obama, que añadió que "tomará varios días para detenerlo". Esta afirmación presidencial elevó aún más los temores de los ambientalistas, ya advertidos por los expertos de la dificultad de las operaciones de sellado de un pozo a 1500 metros de profundidad.
El secretario del Interior, Ken Salazar, confirmó ayer los peores pronósticos que se evaluaban entre los jefes del operativo cuando dijo que podrían necesitarse tres meses para alcanzar una "solución definitiva" del peor desastre ecológico de las últimas décadas, teniendo en cuenta que casi siete millones de litros de petróleo fueron vertidos al mar.
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