La marea negra que afecta el Golfo de México es una "catástrofe tal vez sin precedentes", admitió ayer el presidente Barack Obama, en Venice, Louisiana, a donde viajó para seguir de cerca las labores de contención de un gigantesco derrame de petróleo en el Golfo de México, producto de la rotura de una plataforma petrolera.
Tras una conversación con la Guardia Costera, Obama subrayó que las autoridades estaban "preparadas para la emergencia desde el inicio" y respondieron "en cuanto fue posible" al derrame. Destacó además que "habrá resarcimientos adecuados" para las áreas afectadas por la marea negra y enfatizó que la empresa petrolera "BP es responsable y pagará por la pérdida" de crudo en el Golfo de México.
La falla por donde se está escapando petróleo está a dos kilómetros bajo el mar. Una solución, según el presidente de British Petroleum (BP), Lamar McKay, sería poner sobre el pozo, en el lecho oceánico, una caja de metal y granito de 74 toneladas, de unos 12 metros de alto, 7 metros de ancho y 4 metros de altura. "Como pueden imaginar esto es como hacer cirugía a corazón abierto a 1.500 metros de profundidad en la oscuridad, con submarinos robóticos".
En tanto, el secretario del Interior norteamericano Ken Salazar afirmó que una solución semejante llevaría unos tres meses. "Nuestro trabajo es respirar en la nuca de BP para que cumpla con sus responsabilidades. Deben detener la pérdida", exigió.
Todavía se desconoce la causa de la explosión del 20 de abril en la plataforma submarina Deepwater Horizon, que mató a 11 personas y terminó ocasionando un derrame que, se calcula, ha derramado 5.000 barriles al día.
La plataforma, propiedad de Transocean Ltd., era operada por BP PLC.
Las cuadrillas no han logrado detener el flujo de crudo del pozo submarino ni quitar el petróleo de la superficie, sea quemándolo o disolviéndolo con productos químicos. A estas perspectivas sombrías se suman las advertencias de los expertos de que podría generarse una situación de pesadilla si la corriente del Golfo arrastrara el crudo hacia el océano Atlántico. La mancha petrolera ya tiene aproximadamente el tamaño de Puerto Rico.
Por el momento, aumentan las críticas de que el gobierno y la compañía petrolera deberían haber tomado medidas para prevenir el desastre, que ha ensombrecido la situación económica y el frágil ecosistema de la región. Ayer, la National Oceanic Atmospheric Administration (NOAA), organismo estadounidense que se ocupa de las actividades pesqueras, suspendió en las aguas afectadas y durante "un mínimo" de 10 días la pesca comercial y deportiva.
Frente a las críticas de que el gobierno reaccionó con lentitud, Obama decidió viajar al Golfo de México para seguir las tareas de contención personalmente. El Air Force One aterrizó en el aeropuerto local por la tarde. El presidente luego se dirigió por tierra, en automóvil, al Venice Coast Guard Center (el centro de la guardia costera), donde se dispuso una de las bases de coordinación de las intervenciones.
Tras reunirse con los socorristas, Obama se presentó fuera de la estación de la Guardia Costera y habló con la prensa en medio de la lluvia. Reconoció que se podrían necesitar días para detener el derrame y se comprometió a hacer todo lo posible durante el tiempo que sea necesario para detener la crisis.
Frente a las críticas, defendió la respuesta de su gobierno ante la explosión en la plataforma de British Petroleu. "Desde el primer día nos hemos preparado para lo peor, aunque hemos deseado que fuera lo mejor posible''.
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