El presidente Barack Obama, advirtió sobre un "desastre sin precedentes" tras el derrame de petróleo que avanza hacia las costas de Lusiana, adonde el mandatario llegó ayer en medio de desesperados esfuerzos por contener la marea negra.
"Déjeme ser claro", dijo el presidente de Estados Unidos durante su visita a la costa de Luisiana, "BP (British Petroleum) es responsable de este derrame. BP pagará la factura. Pero como presidente, no escatimaré esfuerzos para responder a esta crisis mientras dure".
Fuera de una estación de la Guardia Costera y bajo la lluvia, el presidente respondió a quienes le criticaron que viajara a la zona recién doce días después de la explosión de la planta de British Petroleum y defendió su gestión ante la "catástrofe".
"El gobierno federal ha iniciado y coordinado una intervención en la que todos los actores están involucrados incansablemente desde el primer día", destacó.
La emergencia fue causada por la explosión y posterior hundimiento de una plataforma petrolera el 22 de abril en el Golfo de México, donde continúa la fuga de crudo. La mancha mide unos 200 kilómetros de largo y es del tamaño de Puerto Rico.
La visita de Obama duró toda la tarde. Regresó a Washington luego de reunirse con el gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, con personal de la Guardia Costera y pescadores de la zona.
El almirante de la Guardia Costera Thad Allen, designado anteayer por el presidente para dirigir las operaciones sobre el terreno, aseguró que si el pozo petrolero vierte todo su contenido "se podrían superar los 16 millones de litros por día" de crudo.
En la actualidad se vierten 800.000 litros diarios, aunque es difícil tener certezas debido a que la única manera de medirlo es a través de las fotografías satelitales.
Por su parte, el presidente de la inglesa British Petroleum confió que no sabía cuándo podrá taparse el pozo que queda un kilómetro y medio bajo el mar, pero opinó que entre los próximos seis a ocho días podría colocar sobre el pozo una bóveda de metal y granito de 74 toneladas que oficie de tapón.
"Como pueden imaginar, esto es como practicar una operación quirúrgica a corazón abierto a 1.500 metros de profundidad, en la oscuridad, con submarinos robóticos", ejemplificó Lamar McKay.
La firma trabaja en otros dos frentes para detener la fuga. Por un lado, seis robots submarinos intentan cerrar la válvula del pozo, que pesa 450 toneladas. Por otro, la compañía comenzó a perforar pozos de seguridad para reducir la presión e inyectar un revestimiento para tapar de manera definitiva el pozo.
La secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, afirmó que "la madre naturaleza no está cooperando" con los trabajos, pues "las condiciones meteorológicas impiden quemar el petróleo en el lugar, recuperarlo y realizar otras operaciones".
Este fin de semana los fuertes vientos y el mar agitado obligaron a los barcos a renunciar a contener la mancha de petróleo y los aviones encargados de verter al mar productos químicos dispersantes se quedaron en tierra debido a las malas condiciones meteorológicas.
Se desconoce hasta qué lugares llegará la marea negra, pero ya es un hecho que alcanzó ecosistemas delicados cercanos a las costas. En un día, la mancha de crudo triplicó su superficie, según imágenes tomadas por satélites y analizadas por la Universidad de Miami.
Los expertos advirtieron que si la marea negra aumenta su tamaño sin ser contenida podría ser arrastrada por las corrientes marinas hasta los callos de Florida, la tercer mayor reserva mundial de arrecifes de coral vivos.
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